La figura de este edificio da cuenta de su origen. En este inmueble histórico de estilo neocanario se albergó un mercado en el que se podían adquirir frutas, verduras, carne y pescado. De hecho, la actual Casa de la Juventud, donada por doña Rafaela Manrique de Lara, se convirtió en punto de encuentro entre la ciudadanía. En la Carta Etnográfica que elabora el Cabildo se recoge que el aumento de la población condujo desde finales del siglo XIX a la sustitución del mercado que se organizaba en la plaza de la iglesia de San Gregorio. Con la llegada a esta edificación de la plaza del mercado esta zona se convierte de forma inmediata en un punto de encuentro muy popular. En 1986 se traslada a las nuevas dependencias y este espacio fue ocupado nuevamente en 1998 por los jóvenes del municipio para desarrollar sus actividades y tener un local en el que reunirse y que desde Juventud consideran fundamental para realizar actividades.
