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Una mujer lleva acampada un año en playas de Telde a la espera de una vivienda social

Ana Delia González, de 38 años, cobra una prestación que no le alcanza para el alquiler

Ana Delia González, ayer, en la playa de San Borondón. YAIZA SOCORRO

El cielo y sus estrellas como techo y la arena como colchón. Parece una escena de anuncio, pero ése es el único hogar que desde hace un año tiene Ana Delia González López, una mujer de 38 años natural de Las Remudas y que vive con el miedo en el cuerpo todas las noches, "temiendo una agresión de gamberros porque estoy aquí sola".

La historia de esta vecina de Telde cambió radicalmente hace un año y la ha llevado a residir en los últimos 12 meses acampada, primero en la playa cercana al que fuera hotel Bahía Mar, luego en unas cuevas de la playa de San Borondón y, ahora, en la arena de esa misma cala teldense, un paraíso para los surferos. Para ella, sin embargo, solo es una estación de su particular calvario, que comenzó cuando decidió marcharse de la casa de su madre, donde vivía con varios hermanos. "No tuve opción de quedarme y decidí irme para salir adelante, pero no quiero morir en la playa, quiero tener una casa donde realizar una vida tranquila".

Nerviosa y también llorosa por momentos, Ana Delia recibía ayer mientras hablaba con los periodistas el cariño incondicional de su amiga Sonia, que suele acompañarla "cuando lo necesita" y que hacía de improvisada portavoz de su amiga. Incluso le ayuda a adecentar la vivienda en la que duerme, cocina y cursa estudios de Secundaria-varios libros apilados junto a otros enseres forman parte de sus modestas posesiones-, pero sobre todo, la anima a seguir luchando.

Lo hace porque ella también padece una situación complicada, con dos nietos, una niña de nueve años y un hijo de 21, todos viviendo como pueden en una vivienda alquilada que tendrán que abandonar por impago. Y de ahí sale sus críticas a los políticos: "dicen que hay más de 2.000 viviendas sociales vacías en Telde, pero no son capaces de dárselas a las personas que más las necesitan. En Jinámar entregaron 57 y solo se ocuparon 17 porque los adjudicatarios no querían vivir allí, pero el Gobierno no hace nada y lo permite".

Ana Delia, que duerme muy poco y debe recurrir a los ansiolíticos para no caer en una aguda depresión, sueña con "una casita pequeña, un trocito de hogar donde pueda continuar con mi vida. No me drogo, vengo de una familia que siempre me educó para seguir el camino recto, pero la situación se me está haciendo insoportable".

Poco dinero para el alquiler

Trabajó de camarera en el sur de Gran Canaria y percibe una prestación social de 500 euros de una duración de dos años y que se le acaba en un par de meses. "Pero me da solo para comer, no es suficiente para pagar un alquiler y estoy comiendo gracias a ese dinero y a la ayuda de vecinos de La Garita, que se han portado muy bien conmigo y se los agradezco".

Rubén, un gato, es el que le hace compañía, aunque también la presencia de Sonia y de Francisco Javier Rivero le ayudan a sentirse más tranquila, aunque cuando llega la noche los escalofríos no provienen de la humedad del mar, sino del temor por su seguridad.

Ana Delia González fue desalojada de la playa cercana al que fuera hotel Bahía Mar, "pero aquí han venido la Policía Local y la Guardia Civil, les he explicado mi situación y se han portado muy bien conmigo. A mí no me gusta quedarme aquí, pero no tengo otro remedio y solo espero que las autoridades gestionen mi caso, yo he presentado papeles para solicitar una vivienda, donde sea, sin respuesta".

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