"Si entras dos veces, ya está", aseguró una cliente habitual de El Rincón del Lector que buscaba con ansia algún libro. Desde fuera del local se pueden ver varias estanterías repletas de estas almas sin pies y manos que cuentan historias, pero, dentro, los pasillos interminables, los estantes repletos, la habitación contigua llena, y la presencia de los voluntarios Mari Carmen Galván y Orlando Calderín hacen sentir que, sin duda, se trata del mundo soñado de los libros. Un sueño por partida triple. Por un lado, el dinero recaudado de la venta va destinado a financiar el comedor de la Obra Social de Acogida y Desarrollo. Por otro, los artículos se ponen a disposición de los clientes por precios muy asequibles. Y, para poner la guinda del pastel, se trata de un proyecto de donación, lo que fomenta que los libros y demás elementos de música y vídeos, no se vayan a la basura.
El local, situado en la calle León y Castillo 29, en San Juan, lleva cinco años en Telde. Desde que comenzó, Mari Carmen Galván ha estado presente en cada uno de sus cambios, así cuenta como cada libro que entra "se registra, se limpia y se coloca según su temática". Diariamente donantes traen cajas o bolsas llenas de ejemplares que, en un principio, se meten en el almacén del fondo de la tienda donde Galván y Orlando Calderín los organizan. "En caso de que sean repetidos, los guardamos en el almacén para futuras demandas", explicaron.
Libros infantiles, de cocina, de autoayuda, sobre Canarias, clásicos, romances, para preparase oposiciones, universitarios, escolares de texto, diccionarios y Biblias, entre una multitud de temáticas más. "Los precios varían desde los 0,60 hasta los 20 euros. Tienen un módico precio, y los de texto para el colegio se pueden encontrar hasta por un euro, porque así ayudamos a las familias", comentó Galván. Un laberinto de la lectura al que, según asegura la voluntaria, "suelen venir coleccionistas buscando libros antiguos o primeras ediciones, porque aquí nos llega de todo". Cuenta, además, que su ventaja respecto a la librerías comunes es que disponen de libros ya descatalogados que no se encuentran en ningún otro comercio.
Explican Calderín y Galván que suelen recurrir a profesionales para que miren los ejemplares y les orienten sobre el precio a marcar. "Aunque la mayoría de las veces son ellos los que se ofrecen a ayudarnos sin decirles nada", aseguraron. Cuentan que las personas que colaboran dejan de todo, y que lo más valioso que han donado es una Biblia antigua que está valorada en más de mil euros. "Tenemos, además de libros, DVD y CD, revistas que vendemos cinco por un euro y que los jóvenes, sobre todo, compran mucho, porque pueden mezclarlas con los temas que quieran", añadió Galván.
La voluntaria en la librería, que lleva en la Obra Social desde que esta comenzó hace 28 años, asegura que lo que más le ha impactado del negocio es la cantidad de jóvenes que acuden a comprar libros. "Eso que dicen que los jóvenes no leen, no es verdad, hay jóvenes que leen y aquí me lo han demostrado", aseguró. Cuenta que cuando llegó no esperaba que la librería tuviera tanta acogida, "porque era la época en la que empezaron a aparecer las tablets y el libro se suponía que iba en descenso, pero qué va, al contrario. Cada vez viene más gente y me dicen que, aunque tengan el aparato, prefieren leer en papel".
Ella y su compañero, que no cobran un sueldo por su labor, explican que el negocio funciona bastante bien y tienen una clientela que ya es fija. "Viene mucha gente y todos los días entran y salen libros", pero "todavía hay mucha que aún no sabe que estamos aquí y lo que hacemos".
El alquiler del local está financiado con ayudas del Gobierno de Canarias, el Cabildo y el ayuntamiento capitalino. Además, Calderín y Galván cuentan que tienen socios colaboradores y que las ventas de la tienda y otros negocios solidarios que tiene la Obra Social hacen que el proyecto salga adelante.
"No solo les damos de comer a los que lo necesitan, la Obra Social acoge a todos los indigentes, hombres y mujeres sin hogar a los que les damos cama, comida y asistencia médica", explicó Galván. Asegura que los acogidos se pueden quedar el tiempo que necesiten recibiendo las ayudas y que, además, ponen a su disposición varios talleres ocupacionales.
Esta voluntaria define como vocación su labor. Nunca pensó que trabajaría vendiendo libros, "aunque de pequeña leía mucho", asegura. Cada día lo empieza y lo acaba con una sonrisa, porque su trabajo le encanta. "La gente me dice que si me toca una lotería no vendría más, pero yo les digo que no, que yo me quedo aquí y pongo a alguien en mi casa para que me ayude", comentó entre risas. Porque lo que se respira en este rincón del lector es mágico. Un lugar en el que las sorpresas, por lo que se puede encontrar, están aseguradas.
