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Atletas que vuelan por Mozambique

El colegio Lucía Jiménez hace la segunda carrera solidaria para ayudar al país africano

"Este año está siendo muy duro, no ha llovido y la sequía ha provocado mucha hambre en la parte más pobre de Sabié". Estas palabras forman parte de la carta que el sacerdote grancanario y misionero en Mozambique, Manolín Ramírez, envió al colegio Lucía Jiménez y que fue leída ayer antes de comenzar la segunda carrera solidaria para mandar dinero al país africano. El centro lleva más de diez años ayudando en este territorio económicamente y con material escolar. "Los jueves traemos una monedita, lo que cada uno buenamente puede", explicó Belén Rodríguez, alumna de sexto.

"Gracias a tanta ayuda, conseguimos apoyar a las 100 familias más pobres", continuó Ramírez refiriéndose al estado de la ciudad tras la mala racha, y agradeciendo al colegio su aportación, que en enero de este año, con el apoyo de personas ajenas, enviaron más de 700 euros.

Desde Infantil de tres años hasta sexto de Primaria, pasando por el colectivo docente y las familias, la implicación ha sido de diez. La carrera, en la que los pequeños atletas mostraron por clases sus dotes para llegar a la meta una y otra vez, estuvo animada por los aplausos de los familiares que no quisieron perderse el evento más esperado.

Estos mismos fueron los patrocinadores de los niños. Hasta un máximo de siete personas por alumno, fueron ellos los que pusieron el precio de cada vuelta para su patrocinado. Así, las profesoras de Educación Física apuntaron cada una de las veces que cada pequeño hizo el recorrido. La semana que viene llevarán el dinero conseguido que será enviado a Mozambique.

Además de este proyecto, el centro ayuda a través de un metro solidario. Cada jueves, los menores hacen sus aportaciones con las que, a lo largo de los años y con la participación de otras instituciones, han creado una escuela, un centro de salud y un espacio para maestros.

Una idea que comenzó, dentro de un trabajo en Inglés hace años, a través de cartas con los pequeños de la ciudad africana. Ayer, con sus camisetas y manos blancas, broches con el signo de la paz y bailes ensayados desde hace días, el centro teldense acarició el alma de algunos de los más necesitados.

Entre ellos se animaban, se levantaban si caían, compartían el merecido desayuno y se mostraban orgullosos. Tanto como lo está Manolín Ramírez que, después de casi nueve años de misión, volverá en dos meses para quedarse. "No se para el camino por mi vuelta", aseguró el sacerdote, animando al colegio a seguir y continuar haciéndolo juntos. Así, acto seguido al fin de la segunda, comenzó esta diferente, pero "bonita", tercera carrera solidaria.

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