Dentro de su ponencia sobre el proceso de disolución de la antigua Yugoslavia y las guerras de secesión que les siguieron, ¿en qué aspectos se centra?
Hay que analizar lo que ha pasado en esta región en las últimas dos décadas y media, separar lo que fue el proceso de disolución de Yugoslavia de lo que fueron las guerras posteriores, porque fueron procesos diferentes. También señalo la importancia de las élites políticas, ya que no fue un proceso desde abajo sino llevado a cabo por las élites. Insisto en que, aunque tenía que haber un caldo de cultivo interno, ninguno de los cambios que hubo en la región su hubieran podido llevar a cabo sin el apoyo de las grandes potencias internacionales, el apoyo de Alemania y la intervención de los Estados Unidos, sobre todo.
Sobre Croacia y Serbia, ¿cree que la relación tensa, que se arrastra desde la época de guerras, se debe a intereses políticos o es un aspecto ya inculcado en la sociedad por lo ocurrido en el pasado?
Hay una parte de resentimiento social, pero también hay conexiones, la sociedad civil está trabajando, hay negocios entre una parte y otra de la frontera. El enfrentamiento es, sobre todo, a nivel de élite. La semana pasada, Croacia evitó que se cerrara uno de los capítulos de la negociación de adhesión a la Unión Europea de Serbia. La excusa que pusieron fue una razón muy técnica en cuanto al procedimiento, pero la razón real es porque Serbia tiene una legislación de justicia universal similar a la que tenía España. Esto supone una amenaza para algunos de los responsables políticos de Croacia de los años 90, ya que podrían ser requeridos por la justicia serbia para ser juzgados por violaciones de los derechos humanos o crímenes de guerra. Son cuestiones muy concretas y no temas de odios ancestrales entre pueblos ni muchísimo menos.
Considera, entonces, que las élites son la causa del enfrentamiento entre ambas regiones.
Sí. Intentan, según la coyuntura que tengan, porque son países muy pequeños y dependientes al lado de las grandes potencias, sacar el máximo beneficio. Lo mismo que está haciendo Croacia con Serbia, lo hizo en su momento Eslovenia con Croacia. Es así porque en la Unión Europea se necesita unanimidad entre los 28 estados miembros para cerrar y abrir cada capítulo de negociación con los estados que quieran acceder.
¿Se trata de una lucha para obtener el poder aunque ya no formen parte del mismo grupo?
Se trata de intentar sacar el máximo beneficio a corto plazo hasta donde dejen las potencias europeas, Croacia no va a poder bloquear a Serbia indefinidamente. Llegará un momento en el que los líderes croatas recibirán una llamada desde Berlín o Bruselas. El tema del dominio político es menos importante que el dominio comercial, y ahí los croatas si van un paso por delante de los serbios, como los eslovenos han colonizado una parte de los Balcanes con sus empresas.
¿Ve posible la mejora de la situación entre Croacia y Serbia?
La Unión Europea intenta promover la cooperación regional, para negociar se les exige colaborar con sus vecinos, y a Croacia se le había pedido antes de acceder, pero una vez accede ya no se le puede exigir. Ahora, entre Croacia y Serbia hay una situación de subalternidad, Serbia depende de Croacia para entrara en la UE, pero esta no depende prácticamente de Serbia para nada.
Es curioso, porque hace unos años una gran parte de la población croata no quería formar parte de la Unión Europea.
Claro. El momento en el que entra Croacia es el año 2013, es decir, estamos con los coletazos del segundo rescate a Grecia. Con su entrada en aquel momento era el segundo o tercer país en nivel de paro en Europa y las medidas que propone la Unión Europea para resolver esta situación, hasta ahora, se han demostrado bastante ineficaces, por lo tanto era normal que una parte de la población se opusiera. En cuanto a Serbia, los últimos sondeos también demuestran la oposición para integrarse.
Son muy pocos los países que quedan por integrarse, entre ellos Montenegro, Macedonia y la ya nombrada Serbia, ¿cree que puede tener algo que ver con la historia yugoslava?
Son técnicamente lo que esgrimen las constituciones europeas, porque no han cumplido con la totalidad de los criterios de adhesión. Es un proceso que parece técnico pero en realidad hay mucha motivación política. Serbia ya estaba preparada para estas negociaciones pero la Unión Europea dijo que hasta que no hubiera una interlocución con el gobierno de Kósovo, no se iba a poder seguir adelante. Tiene bastante que ver con esto. Que Montenegro hubiera abierto su negociación antes que Serbia es bastante significativo, porque eran países que partían básicamente de la misma situación.
¿Confía en que en el futuro todos estarán incluidos?
De alguna manera ya están. Todos los Estados tienen firmado un acuerdo de asociación, que es el marco en el que se tramitan las ayudas que la Unión Europea les da y les exige tomar medidas para la modernización en el ámbito legislativo. Están sujetos a una parte de lo que es el acervo comunitario, simplemente no gozan de todas las ventajas, como la libre movilidad de los ciudadanos como trabajadores. Falta poner la guinda, y depende de dinámicas internas.
¿En qué punto está Bosnia y qué perspectivas de futuro cree que le esperan?
Si los Balcanes siguen siendo una región en relativa paz y sin intereses externos, serán buenas. Han pasado página y tienen una mayor estabilidad en cuanto a la interacción de potencias dentro de la región. Esto hace que Bosnia pueda vivir con el respirador artificial que tiene puesto, porque es un estado inoperante que vive, en mayor medida, de las ayudas internacionales. Se espera que eso no le lleve al inicio de episodios violentos, porque la región está en paz.
