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El hombre que fabrica juguetes

Francisco Gómez monta vehículos antiguos con materiales reciclados para el disfrute de su nieto

Cuando el pequeño Ángel Almeida, de tan sólo cuatro años, empezó a tener uso de razón, la primera palabra que dijo fue guagua. El color amarillo le llamaba la atención y hoy es uno de sus preferidos. Así lo asegura su abuelo, y culpable de este hecho, Francisco Gómez. Este vecino de Jinámar, de 60 años, lleva toda su vida siendo "un manitas" y creando obras de arte con artículos reciclados, pero fue el nacimiento de su nieto lo que lo impulsó a dedicar la mayor parte de su tiempo a la creación de vehículos antiguos u otros instrumentos para el uso y disfrute de su pequeño. "Las locuras del abuelo", como él las llama, hacen que Ángel destaque por los juguetes artesanales con los que se divierte y por llevar cada día un artilugio diferente al colegio.

Cartón, cola, madera, pintura y todo tipo de artículos reciclados, son los materiales que el teldense necesita para sus creaciones. Sin límites a la hora de reproducir cualquier vehículo, guaguas antiguas, un camión del agua de San Roque, helicópteros, coches, submarinos, faros, molinos y aviones destacan en su particular museo del salón de su casa. Su taller de trabajo destaca por los colores azul y amarillo, casi siempre presentes en sus obras.

Aunque la mayoría tengan dueño incluso antes de ser ejecutadas, por eso de que el pequeño Almeida es el niño de sus ojos, el artista no tiene reparos a la hora de aceptar encargos y regalar lo que elabora. Vecinos, sobrinos y colegios disfrutan de la ventaja de tener a un Francisco en sus vidas. Así, un helicóptero de un metro y medio recibe a los alumnos del colegio Tenteniguada cuando entran al comedor. "Yo no tengo otro vicio que este, me entretengo, veo programas de la tele y me digo a mí mismo que yo puedo hacer eso", sentencia.

Sastre y pintor

Después de haber trabajado durante años como sastre, pintor, empapelador, persianero y guardián, no hay tarea con las manos que se le resista. "Si fuistes sastre y sabes hacer una chaqueta, sabes hacer una guagua", se repite sin espacio a la duda. De esta manera, hace cuatro años se aventuró con la primera guagua de su época y tamaño adaptado para llevar a su nieto en ella. Con su sillón hecho y cosido a mano, luces e indicadores funcionando con un sistema eléctrico instalado, un volante y el cinturón de seguridad correspondiente, Ángel disfrutó del primer juguete a su medida hecho por el abuelo.

"No tiene kilómetros ni nada", cuenta orgulloso mientras enseña la agarradera, reciclada de una maleta de ruedas, puesta para conducir el vehículo. "Hemos ido por Triana, por Las Canteras o por Santa Catalina, él tan contento y el abuelo con el azúcar baja", bromea.

Pero no hay azúcar que valga cuando de su "ojito derecho se trata". Cuando habla de él los ojos se le iluminan, como cuando expresa el amor que siente hacia sus tres hijos. Así, recuerda cuando hizo una pancarta gigante para que uno de sus progenitores se la llevara a Tenerife a un partido contra la Unión Deportiva Las Palmas. La imagen refleja, con gracia, la caída de los jugadores del 'Tete' a un pozo sin fondo. "Todo el mundo tuvo que ver con él", asegura.

De esta forma, sin gastar dinero y empleando su ingenio, Gómez deja boquiabiertos a aquellos que conocen que todo lo hace con sus propias manos. "Y porque no tengo herramientas buenas", añade el artista, que se conforma con lo que tiene con una gran sonrisa.

Tras quedarse viudo hace algo más de tres años, se encarga de todo lo que tiene que ver con el hogar. Entre limpieza, comidas y mantenerlo todo en orden, siempre se encuentra con una víctima para tunear. Palos de helados como hélices, botellas de agua para el cuerpo de un submarino, rollos de servilletas para la estructura de un avión, y así un sin fin de proyectos que se encienden en su mente casi sin darse cuenta.

Los aviones, sin duda, su pasión. Conociendo gran cantidad de modelos, los reproduce con soltura y satisfacción, la misma que le proporciona el ver acabadas sus obras, resultados de la añoranza que tiene de su pasado. "Recuerdo los coches de mi época, los faros cuando era niño, y me encanta copiarlos", explica mientras acaricia su 727. "Tendría que haber sido piloto", afirma.

Pero todo el que lo conoce y reconoce lo que hace, sabe que para nada tendría que haber sido algo diferente a lo que es. En su sonrisa constante refleja que disfruta con lo que hace, que no le cuesta llevarlo a cabo y que nació para crear con sus manos cosas maravillosas, como esa Volkswagen de los años 60 de más de un metro. El vehículo, diseñado para llevar, una vez más, a su nieto, es una calca casi perfecta de la furgoneta que usaban los hippies.

Pero esta no es para ellos, es para el pequeño Ángel. Más grande que la guagua anterior, también con luces y su asiento particular, destaca por su decoración ambientada en el Día de Canarias. "De belingo nos vamos pa'l monte" es la frase que la encabeza en la parte delantera. Por un lateral, imágenes de los diferentes deportes y juegos canarios relucen sin miedo. Por el otro, gofio, sancocho, papas arrugadas, queso y chorizo de Teror abren el apetito. Por detrás, el tomate de las islas, el plátano y la marca Vela Latina no dejan hueco a la duda de que se trata de una obra auténtica canaria hecha para reivindicar lo bien que se vive en el Archipiélago.

En la celebración del acto, este año, Ángel Almeida lucirá la ropa típica. Con orgullo, su abuelo lo conducirá por el Parque Santa Catalina mostrando dos tesoros en uno. Quizás se trate de un juguete con muchas horas detrás e imperfecto, pero el valor sentimental que posee hace que se convierta en un bien inmortal, de esos que los hijos de los hijos usarán y recordarán. Porque la suerte de un abuelo como Francisco, con esas "locuras" que lo hacen único, no la tiene cualquiera.

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