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Una pizzería de Telde reparte tarrinas gratis con comida para los necesitados

El propietario copia la iniciativa de un empresario de Santander que publicó su labor en las redes sociales

Por la derecha, Víctor Santana junto a sus empleados al lado de la mesa con las tarrinas preparadas. YAIZA SOCORRO

Macarrones, espaguetis, ensaladas, arroz o porciones de pizza. Cada día, Víctor Santana y sus empleados, sacan una mesa fuera de su local La Pizza, en Telde, para llenarla de esperanza en forma de alimentos. Reluciendo un mantel amarillo y pregonando a todo el que pasa, con un cartel, que lo que hay se puede coger "si se necesita", se ha convertido en el punto de parada de vecinos del municipio con recursos escasos. Así, unas treinta tarrinas con comida se ofrecen de forma gratuita. Recetas italianas en recipientes de plástico que no sólo llenan barrigas, sino que se dedican, también, a llenar corazones.

Hace cuatro meses, de diez que lleva el restaurante bajo la responsabilidad de Santana, que la acción se lleva a cabo cada jornada. A la una del mediodía, aproximadamente, el equipo del local se pone manos a la obra para hacer la comida destinada a aquellos que más lo necesitan. "Siempre productos frescos que hacemos en el día", explica el dueño, asegurando que "lo elaboramos específicamente para ellos, al momento y sin tratarse, para nada, de sobras". Media hora después los recipientes están sobre la mesa en la calle y antes de las cuatro de la tarde "ya no queda nada".

Actualmente tienen "fijos en plantilla", como el propietario llama a los vecinos que frecuentemente acuden a su cita diaria con esta gastronomía gratis procedente de Italia. "El hecho de que vengan y cojan, a nosotros nos llena", asegura. Así, explica que, por lo general, suelen ser bastante agradecidos y piden permiso para adquirir las tarrinas. "Aunque hay algunos que vienen con mochilas vacías para llenarlas", comenta Santana. Por ello, él y sus compañeros tienen que estar atentos constantemente para recordar que "sólo se pueden coger dos, como máximo, por persona", una forma de garantizar que nadie se quede sin nada y que todo el que vaya tenga la oportunidad de comer ese día.

Afirma que también están los grupos de adolescentes que salen del instituto y cogen la comida para "hacer la gracia" y tirarla después en la esquina, "tenemos que tener mucho cuidado", apunta, mientras menciona a aquellos "vestidos de marca" que se acercan alegando "que no tienen ganas de cocinar o que quieren probarlo". El dueño del local y sus empleados muestran la negativa de poder coger a este grupo, y les recuerda que es para los que de verdad no tienen para comer. "Si quieren probarlo, que se sienten a comer porque, afortunadamente, ellos sí pueden", añade.

Aceptación social

Mirando el otro lado, están aquellos que felicitan al equipo por la iniciativa e insisten en dar donativos para seguir con ella, "pero no los aceptamos, siempre nos negamos y nos conformamos con que sigan viniendo a comer aquí", asegura Santana. De esta manera, los ingredientes utilizados para la elaboración de los platos se costean con las propinas que los trabajadores, entre los que se incluye el propietario, adquieren de la voluntad de los clientes cuando pagan su cuenta tras consumir en el restaurante. A pesar de que sólo llevan diez meses de actividad, "y hay muchas pérdidas", el responsable no duda en decir que "todo esto nos llena por otro lado".

Así, no hay nada que se tire en este restaurante y, aunque no suele sobrar, si ocurre, lo que queda se sirve para la cena. Siempre hasta agotar existencias, el dueño recalca que no se trata de "un comedor social", y que cuando se acaba "ya no hay más". Se muestra, además, asombrado por cómo la situación económica ha afectado a la sociedad "con mucha gente en paro y en la calle, aquí lo vemos cada día", y determina que lo que hace es sólo una pequeña forma de ayudar al municipio teldense.

En consecuencia, anima a otros empresarios a que colaboren, por ejemplo, facilitando los cubiertos que tanto demandan los que cogen las tarrinas y vienen de la calle, "porque en lugar de un kilo de comida, compramos dos, pero tenedores, cuchillos y cucharas, todos los días, ya se nos sale de lo que podemos dar", explica.

Este teldense, nacido y criado en la ciudad, afirma que ayudar de esta manera le nace del corazón, a la vez que recuerda sus comienzos, en el negocio que ahora lleva, con 16 años como empleado. Habiendo recibido varias críticas por las redes sociales "por personas que no saben realmente lo que hacemos", puesto que le escriben comentarios sobre si la comida ofrecida son sobras y comentarios relacionados "que no son ciertos", Santana asegura que no les toma importancia. "Me da igual, porque sé lo que hacemos y a mí me encanta", sentencia.

Una iniciativa desde Santander

Cuenta que copió la iniciativa de un empresario de Santander que expuso su gesto en Internet. Emocionado por la generosidad y de acuerdo con este tipo de acciones altruistas, no se lo pensó dos veces para implantarlo en su local. Junto a él, sus empleados se sienten encantados con la labor que hacen y preparan la mesa amarilla, cada día, con ganas y disposición. Por lo que simboliza, cuando transeúntes entran a felicitar por la labor, algunos de los camareros, asegura el propietario, se emocionan por la intensidad de las palabras agradecidas.

Todos aquellos que se acercan a eso de la una del mediodía al restaurante La Pizza, en la Avenida del Cabildo de Telde, puede ver al jefe, con su uniforme de diferentes dibujos o colores, preparando la salsa que mejor va con esa pasta que 'embosta' el alma. A sus compañeros estirando el mantel de la mesa de la solidaridad o colocando el cartel que ojos curiosos leen cuando pasan por la zona.

Las caras complacidas de los que se cruzan por el local y ven lo que ahí se hace, son una realidad. Como lo es que cada vez más familias tengan que recurrir a este tipo de ayudas para comer. Sin duda, se trata de macarrones que llenan, más que barrigas, corazones.

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