Cuenta Néstor Dámaso del Pino que enfrentarse a un folio en blanco con el lápiz en la mano es lo más difícil. Una lucha entre la idea que tiene en la cabeza, la información biográfica conocida del personaje a retratar y su mirada. La expresión de sus ojos es, para el artista, el rasgo más importante a tener en cuenta para dar caracterización a sus obras. Así, asegura que a partir de un punto en el centro de la hoja, aún desierta e incolora, comienza todo. Es en ese momento cuando su mano se pone en marcha para inmortalizar una imagen diferente de los rostros que elige. De esta forma, la mirada de los cuarenta literatos, que sacará de Gran Canaria en un futuro cercano, cuentan mucho más en sus caricaturas que en cientos de libros.
Como mínimo tres horas y como máximo unas nueve, "parando 10 minutos para comer una ensalada", comenta. Desde el instante en el que se mete en el mundo de sus caricaturas, el disfrute, las risas a solas y la conversación con su dibujo son una constante, sobre todo cuando se trata de personajes históricos, esos que tan bien conoce y que le han dado un impulso para cumplir el sueño que está viviendo con su triunfo fuera de la Isla. El dibujante acudirá a un congreso que se celebrará este octubre en Bilbao y al que asistirán diferentes casas museos de España, Portugal, Italia y Francia.
Del Pino ha sido invitado para exponer 40 obras, de las que tiene finalizadas 34. Además, diversos museos españoles y portugueses le han pedido exposiciones particulares, "tengo siete previstas y crecen, porque está siendo un éxito total". Así, repartirá sus dibujos a las casas asistentes al encuentro, "porque lo más bonito es compartir lo que tenemos, y no me importa darlo gratis cuando es para disfrute de la sociedad".
Sin duda, la pasión de Dámaso por el dibujo retorna a su infancia. Recuerda el artista que más de una vez lo suspendieron "porque no creían que, con mi edad, fuera capaz de dibujar así", y cuando en la selectividad hizo, en el tiempo de uno, cuatro exámenes del área para sus compañeros, "y todos aprobaron", ríe. Cuando su hermano mayor Sergio Dámaso falleció en 2011, el artista tuvo claro que quería aventurarse en su sueño de las caricaturas, pero fue un año después cuando comenzó a dedicarse a retratar con su técnica divertida, a la par que honesta "sin caer en la sorna o en lo grotesco", diferentes literatos.
"Como no podía ser de otra manera", la de Pérez Galdós es su predilecta por excelencia. Fue con este dramaturgo con el que se le "abrieron las puertas", siendo este el primero de las casi 300 que ha ejecutado. Cuenta que Rosa María Quintana, exdirectora de la Casa Museo Pérez Galdós, fue quién descubrió su talento al regalarle un boceto del retrato del novelista. "Le encantó y hoy reside en el museo", explica.
Más gomas que lápices
A partir de su distinguido, una colección llena de historia y sentimiento. Detrás de cada línea o punto trazado, un motivo oculto, tras un color o ausencia de él, una razón. Utilizando puntillismo, geometría o técnicas convencionales, hacia al minimalismo y aprovechando la inspiración, "porque las cosas se hacen cuando nacen y bien", fija.
Valores que dará a conocer en su taller en Telde, donde explicará pasos a seguir pero, sobre todo, "que hay que usar más goma que lápiz, porque borrando se aprende". Define como "muy fuerte" el triunfo que está alcanzando "sin haberlo esperado", y dedica cada trazo en un papel a su madre, "primera crítica donde las haya" y capaz de viajar "para siempre" con él a cada sala que pise a través de su mirada.
