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Entrevista

"Mis cuadros son como niños mimados, siempre tengo tentación de mejorarlos"

"Las ganas de pintar han estado mucho tiempo, pero hoy este arte es mi norte, no sé hacer otra cosa", afirma el arquitecto y pintor Jesús Ojeda Ramírez

Jesús Ojeda Ramírez en uno de los espacios dedicados al mar en su exposición en la ermita San Pedro Mártir. YAIZA SOCORRO

¿Cómo comenzó en este arte?

Empecé a pintar a principios de los años 70, primero con exposiciones colectiva y después individuales. Luego tuve años de receso, porque como arquitecto me obligaron a centrarme en esa profesión, pero siempre dediqué un hueco para pintar por encargo o cosas así. En el 2009 retomé la pintura con toda su intensidad, y hoy me dedico en cuerpo y alma. Ahora vivo en Córdoba y tenía esa cosita de no dejar mi tierra abandonada, así que decidí hacer, aunque sea, una exposición y, por supuesto, hacerla bien.

Dedica un espacio al mar.

Hay dos partes en la exposición, una dedicada al mar y otra a otros espacios. El mar no podía faltar, porque lo llevo dentro. Es un elemento que me sirve de desahogo y sosiego cuando termino lo que realmente me llama a pintar, esos otros espacios de los que hablo. Cuando termino un cuadro denso en idea y desarrollo, necesito algo que me relaje, así hago una marina o algo que me haga ver horizontes, porque en la tierra que estoy los horizontes son escasos. A pesar de llamarse Córdoba la llana, los horizontes no son azules y los echo de menos.

¿Son imágenes de Canarias?

Sí, es el mar canario. Rocas conocidas de las Islas, pintadas en conjunto o como detalles. Reflejo recuerdos de mi infancia y pinto desde la imaginación, de la memoria.

¿Usa fotografías como guía?

No, porque me distrae y quita la espontaneidad, y sin esta no pinto.

¿Qué muestra en lo que llama 'el otro espacio'?

Son cuadros grandes que expresan párrafos de meditación o de la Biblia en los que me inspiro. Monto mi espacio interior, lo extrapolo al alma de los que lo absorben y lo observan. De frases como la de "hágase la luz y la luz se hizo", hice una obra en la que unas masas de hormigón se abren y dejan ver la creación. También enseño mi pintura sobre el Apocalipsis con el terremoto, el sol negro y la luna roja, o el homenaje a las víctimas del tsunami de Japón en 2014, con la masa de agua arrasando edificios, un muro reflejo de la voluntad del pueblo para sobreponerse a las dificultades, como siempre hace, y detrás una señora angustiada mostrando la expresión del dolor de los japoneses. Así varios que forman esta serie.

En el cartel de la galería se ve el Roque Nublo.

Sí, la ventana del Nublo. A la imagen real le doy una transcendencia, modifico el paisaje para darle una fuerza interior y que la comunique. Me inspiro en eso más allá del tiempo, del cosmos y del espacio, porque en todo lo se mueve o cambia se encuentra la realidad sustancial, que es la roca, lo demás es transitorio, se quema, se pierde, pero la roca no. Pelé todo lo que se veía y lo convertí en ese algo primario.

Sus cuadros se presentan en grandes dimensiones.

Sí, porque estos temas no puedes tratarlos en otros formatos, tienen que tratarse de forma que impresionen como yo mismo me siento impresionado mientras los hago. Tienes que ir a formatos donde la fuerza sea continua, como el cuadro en el que expreso la renovación, mostrando que todo lo que tenemos, en un momento dado, puede desaparecer si las circunstancias se dan. Representa la destrucción y la generación, por lo que utilizo colores particulares. Así, en los colores expreso la fuerza, la frialdad o lo que yo necesite en ese momento para comunicar el mensaje que quiero emitir, aunque cabe la posibilidad de que lo que perciban sea otra cosa. Me considero muy honesto siempre con lo que quiero expresar.

Es curioso el apoyo que las frases expuestas dan a las obras.

Mucho. Cuando se lee la frase, pretendo que más que entender lo que originó el cuadro, llegue lo que yo he sentido. De esta manera, quiero transmitir, con los colores y las formas, mi sentimiento.

¿Guardan sus cuadros y las frases relación con la vida?

Sí, puede verse, por ejemplo, en la obra en la que destacan los triángulos, el esoterismo, el cosmos y el caos entremezclado para sacar otra proporción. Todo esto muestra que las cosas por ser más grandes no tienen por qué tener más fuerza, y es algo que extrapolo a la vida. Hay diferentes perspectivas de todo, como en este se pueden apreciar distintas perspectivas de triángulo.

¿Pinta sobre otros temas?

Sí, y me gusta trabajar por series. En la vida cotidiana me centro y, cuando voy a pintar, busco la serie en la que puede quedar más claro. Aquí sólo he traído dos series, porque tengo más de 100 cuadros, y una obra de otra serie relacionada con conceptos masónicos.

¿Qué ocurre cuando le llega la inspiración?

Sólo me dejo llevar y, acto seguido, me transformo.

¿Utiliza música para crear?

Siempre. Mis cuadros tienen muchos padres putativos como Mozart, Beethoven o Schubert que me van dando la nota en cada momento, aunque llega un instante en el que no los escucho. Aún así, ya me han dado algún ritmo que ayuda.

¿Cuánto suele tardar en acabar un cuadro?

Nunca se sabe. Algunos parecen que están acabados, pero al cabo de dos meses los miro y me doy cuenta de que les falta algo y los modifico. Los cuadros son como niños mimados, muy caprichosos, por ello, mientras tenga un cuadro delante tengo la tentación de mejorarlo.

¿Qué materiales utiliza?

Óleo y mortero de arena mezclado con óleo, porque pasto directamente el color. Así, los colores ya están preparados, puesto que tengo dos minutos y medio hasta que fragüen y no pueda extenderlo.

¿Qué es para usted pintar?

Mi norte. Siempre estuvo ahí, como un noreste o un noroeste, pero ahora es mi norte y, además, un norte claro. No sé hacer otra cosa.

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