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Entrevista

"El Quijote', como otros clásicos, hay que bajarlo del altar y adaptarlo"

El profesor y filólogo Victoriano Santana Sanjurjo ofreció una charla sobre Cervantes y su obra en La Fraternidad

Victoriano Santana. VÍCTOR MUÑOZ

¿Cómo fue la charla?

Tuve un auditorio entrañable y aproveché que unos eran lectores y otros pintores para hablarles de Cervantes en clave de libertad. Esa a la que se agarró el escritor para hacer una obra como El Quijote, y que considero como el don más preciado del ser humano. Con esa palabra desgrané su vida y situaciones concretas que le marcaron y le llevaron, con 58 años, a componer la primera de todas las obras de la literatura universal. Les quise transmitir en qué consiste la libertad creativa, la sensación de contar cada uno lo suyo a su manera.

¿Cree que la libertad es necesaria en cualquier arte?

Sí. Me parece fundamental que el creador se base, ante todo, en que para crear debe tener instinto y capacidad para percibir la realidad y transformarla. La técnica es necesaria, porque te da cauces a cómo expresarte, pero lo importante es que creación y libertad vayan unidas. El que crea debe tener una identidad singular, porque si copia no está siendo libre, sino un espejo de lo que otros han hecho.

¿Ser libre en este aspecto le dio a Cervantes su éxito?

En El Quijote sí, pero no en otras obras como La Galatea que, aunque tiene rejos muy particulares y cervantinos, es una obra deudora de la preceptiva de las novelas pastoriles. El Quijote es muy libre. Se debe a que su autor no tenía nada que demostrar como escritor con los 58 años que tenía cuando la publica, momento en el que pensaba que ya nadie esperaba nada de él. Insisto mucho en que, cuando no tienes nada que perder, toda exploración se convierte en una aventura hacia la libertad, y eso hizo él con su manera de interpretar la realidad.

Hay que perder el miedo para conseguirlo.

Existe el miedo a innovar, el querer hacerlo pero frenarse por el qué dirán los demás al trazar o pintar de una manera determinada. Es verdad que los demás opinarán, es un peso que tenemos sobre nuestras espaldas y no podemos evitarlo, pero yo les digo a los artistas que, con la misma libertad que dan un paso al frente y cogen pinceles para empezar a trazar curvas, se atrevan a hacer cosas nuevas. Si hay alguien que puede manifestar que no le gusta lo que ve, también habrá otros a quienes les llegue lo plasmado en el lienzo. Hay que entrenar la libertad, explorar y moverse.

Se trata de hacer lo que se siente en cada momento.

Que Cervantes en tres años haya publicado tantas obras y tan importantes se debe a que no escribía y publicaba sobre la marcha, sino que guardaba lo que hacía sin pretensiones de publicar. Le gustaba la literatura y se entregaba a la escritura literaria, pero no le movía sacarlo a la luz, porque no quería ser un autor famoso, es sólo que la escritura fue un acto de liberación. Aconsejo a los artistas que pinten para ellos y que no se vuelvan locos para querer exponer pronto. Hay que escribir, leer o pintar mucho para uno mismo cuando se sienta, ensayar y, con bastantes, elegir lo mejor.

¿Qué opina de que Telde haya dado este espacio al escritor?

Toda iniciativa que se lleve a cabo sobre Cervantes o sobre cualquier artista tiene que ser bienvenida. Hay que quitar los prejuicios que muchas veces se arrastran sobre los clásicos, porque se les pone en un altar, y no creo que deba ser así. Cervantes, por ejemplo, es del pueblo y hablaba como la gente del pueblo. Hay que bajarlo de esa posición superior y dejar que la gente lo disfrute como él disfrutó de ese poblado que le sirvió como inspiración para sus novelas. Es necesario desdramatizarlos, acercarlos y manosearlos. También, ser capaces de coger un Quijote y adaptarlo, hacer algo diferente con él, porque el arte camina con estos actos, que nos permiten ser creativos y libres.

¿Cree que este municipio es artístico y libre?

Muchas veces las iniciativas no salen por la dependencia de los presupuesto económicos, aspecto que me causa tristeza. Conocí Telde en mi juventud, durante mi adolescencia, cuando iba al instituto José Arencibia Gil, en mis años universitarios con un movimiento cultural abrumador. En ese entonces publicaba libros como lo hacían las ciudades más punteras de Canarias. Luego hubo un bache de mucho tiempo y ahora sé que sigue en pie el Círculo Cultural, que lucha por seguir adelante.

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