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Retrospectiva Fiestas de San Juan

Telde en tiempos del abuelo

El pregonero de las fiestas de San Juan hace un recorrido histórico por el municipio a través de las fotos sacadas por su antepasado

En el momento en el que se aprieta el botón, ya no hay más que hacer. De pronto, esa imagen efímera para el ser humano, capaz de cambiar en cualquier momento, se hace inmortal. Desde que la fotografía existe, los recuerdos perduran y los instantes se paralizan. Muchos apoyan que vale más una imagen que mil palabras, y es así como Fernando Ojeda, pregonero de las fiestas de San Juan, ha querido recordar Telde y compartir sus memorias. A través de una galería de fotos "inéditas hasta ahora", hechas por su abuelo Patricio Pérez , hará un recorrido histórico por su ciudad, la de sus ojos, a la que quiere inmortal.

"Ahí están mis tíos Patricio y Juan en la azotea de nuestra casa", explica Ojeda refiriéndose a la imagen de los dos niños sentados en un muro de la parte superior de un edificio en la antigua calle Marcos Alonso, hoy Sabandeños. Así, subiendo por la actual Pérez Galdós, a la altura del Instituto José Arencibia, se observa el transcurso habitual de una jornada. Una carreta empujada por caballos y, más arriba, "un coche de Melián y Cía", comenta, mientras señala la última casa de la izquierda, "nuestra carnicería, frente a la casa de socorro de antaño que se corresponde ahora con la fuente de la rotonda de Daora".

Como dando un salto al pasado, el pregonero, nacido en San Juan en 1956, se transporta a la calle León y Castillo del municipio un año después de su nacimiento. En la fotografía se pueden ver un Opel Kapitan "que mi padre, Fernando Ojeda, utilizaba como taxi", y una guagua de madera subiendo por la vía. "Era una de las tres o cuatro que pertenecían a Transportes La Pardilla, y hacía el servicio desde La Garita hasta Telde", cuenta.

De esta manera, se centra en el cambio que todo Telde ha experimentado. Desde la sala de máquinas alargada que actualmente tiene el edificio donde estaba la fábrica de azucarera de San Juan, y de la que antes carecía, hasta la diferencia de altura que hoy tiene la nave principal. Así, las explanadas sin edificar y los terrenos de plantaciones son el paisaje protagonistas de la ciudad en los años veinte. Palmeras y algunas casas repartidas, pero ni la mitad de lo que es en la actualidad.

El pregonero menciona la importancia de los pozos en el barrio que lo vio nacer, el comercio de plátanos y tomates, el ruido del agua abundante o el de los talleres o almacenes de empaquetado de productos para la exportación. En contraste, en este momento disfruta de la calma y la tranquilidad que San Juan suele regalar.

Muestra, además, sus fiestas en esos años, donde las mujeres cubrían sus cabezas con pañuelos, los niños vestían de blanco y los hombres, representantes de la mayoría asistente, lucían sombreros a juego con sus trajes y corbatas. También cómo se sacaba al santo de la iglesia, en esa época, un 24 de junio.

Todo ha cambiado. Los vehículos, la forma de vestir, los paisajes y la manera de festejar. Pero hay algo que sigue intacto: el significado de la celebración que saca, cada año, a los teldenses a la calle. Así, en blanco y negro o color, siempre habrán momentos para inmortalizar cada junio por San Juan.

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