"Al cruzar esa esquina puedes encontrarte con el niño que fuiste, la ventanita que guarda un secreto de tu juventud o esa otra casa donde vivía el mata perro aquél", expresaba con nostalgia Fernando Ojeda como pregonero de las fiestas de San Juan, ayer en la Casa Condal. Ante la expectación y sonrisas cómplices de los presentes, el teldense habló del barrio, lo que era y lo que es. Dando saltos en orden de una etapa a otra, llegó al sentimiento de encuentro que le produce, y deseó esperanza para la vida y para comenzar las fiestas que cada año iluminan el municipio.
Con sus imágenes antiguas en blanco y negro recorrió las calles y los momentos que el espacio teldense guarda en su historia. Mostrándolas, habló de la riqueza de Telde por el agua, la gran cantidad de cultivos que vestían sus terrenos y la similitud con Juan Bautista. Se centró, además, en el "regreso a uno mismo" que San Juan le produce y su orgullo por haber sido nacido y criado en sus calles.
"Casa a casa, es como teclado de piano, que al pisar nos devuelve una melodía de emociones y recuerdos de personas. Sombras alargadas de momentos ya vividos", recita.
Tras sus últimas palabras, que abrieron el inicio de las fiestas, el quinteto de flauta Songorocosongo Flute Ensemble, animó el evento con algunas piezas que causaron más de una sonrisa. Una vez fuera, los más juerguistas no dudaron en recorrer las calles desde el barrio para abandonarlo hasta llegar a la plaza de San Gregorio.
Allí, la fiesta siguió su curso hasta la madrugada con la noche de brujas, en la que un teatro sobre hechiceras, las compras en la zona comercial, la música y las tapas acompañadas con sus copas, fueron protagonistas. De esta forma, vecinos y foráneos arrancaron por San Juan de manera prometedora. Esto no ha hecho más que empezar.
