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Astronomía Cambio de estación

El verano se presenta en Telde por Cuatro Puertas

El Cabildo organiza una visita guiada gratuita al yacimiento arqueológico para observar la entrada del solsticio estival

El Sol tensó ayer su arco para lanzar una flecha de luz en el interior del yacimiento arqueológico de Cuatro Puertas, que recorrió lentamente el espacio desde la primera puerta de la cueva hasta el fondo de la caverna. Su recorrido tardó algo más de una hora en posarse en su destino, la cazoleta en la que depositó su haz de luz y como si fuera un pebetero, primero iluminó la estancia troglodita y al poco tiempo se sumió en una creciente oscuridad. El solsticio de verano hacía así su aparición en Telde, como todos los 21 de junio, pero quien quiera contemplarlo tiene dos días más para hacerlo.

Este año, sin embargo, el fenómeno estival tiene un maridaje aún más estrecho con la astronomía, ya que hacía 70 años que no coincidía el solsticio veraniego con la presencia de la luna llena en el cielo. Una circunstancia que fue destacada ayer por los técnicos del Cabildo de Gran Canaria que explicaron al más de medio centenar de asistentes a la visita guiada la singularidad del emplazamiento del conjunto arqueológico situado en el municipio teldense.

El antropólogo José González, una vez alcanzada la planicie donde se encuentra Cuatro Puertas, indicó que la localización de este yacimiento es privilegiada, ya que desde allí -sin que tenga una altura muy elevada-se controla prácticamente con gran facilidad el paisaje de Gran Canaria. Una localización que ya sirvió en tiempos de la Conquista para observar las incursiones, primero de los religiosos mallorquines y luego de las tropas invasoras que entraban por una costa que se ve con nitidez.

La aparición de esa flecha solar en el interior de la denominada cueva de Cuatro Puertas y su pausado recorrido hasta el fondo de la cavidad fue, no obstante, el último acto de la visita guiada, de carácter gratuito e incluida en el proyecto Yacimientos estrella que agotó todas las reservas ante el creciente interés de la ciudadanía por conocer de cerca estos fenómenos. Con paciencia y escuchando con atención las explicaciones del astrónomo mientras el tenue rayito de luz solar avanzaba por el piso de la cueva, los excursionistas, provistos de los dispositivos necesarios para captar el momento, se acomodaban ante las paredes para no entorpecer con sus sombras el trayecto de color amarillo que iba directo hacia el momento culmen de la tarde-noche, el esplendor sobre la pared y su ocaso posterior.

Casi un suspiro duró la luz sobre la cazoleta -poste donde se cree los aborígenes soportaban estructuras ligeras para modificar la estancia-, pero el sentir general es que valió la pena esperar para ver un fenómeno que solo se produce durante tres días -21 al 23 de junio- y da el pistoletazo de salida al verano y sus tres meses de calor.

Aunque esta efeméride anual fue el acicate para visitar Cuatro Puertas, la importancia de este yacimiento no se basa solo en su emplazamiento estratégico y privilegiado, sino en lo que supone para la visión del cosmos que tenían los antiguos pobladores de Gran Canaria. El conjunto troglodita de Cuatro Puertas presenta varios lugares de interés, dividido en la plataforma donde se encuentran la cavidad con las cuatro oberturas y que tiene una superficie de 17 por siete metros, excavada en la toba por sus habitantes, un trabajo arduo que contó con la ayuda de un material accesible para modificar.

Fue la primera etapa de un recorrido que continúo hacia el almogarén, situado en la parte superior de la cueva. Allí se explicó, aunque sin aventurar teorías, más propias de la novela histórica que de la demostración científica, las funciones que para los aborígenes tenía este lugar de culto y de ritos. La tercera parada fue en la denominada Cueva de los Papeles, un nombre aún por descubrir, González mostró a punta de linterna cómo se podían observar dibujos del aparato sexual femenino. La última, antes de volver a la cueva de Cuatro Puertas para observar el solsticio, fue la cueva de los pilares, con un importante número de cuevas y que ha pasado a la historia colectiva porque en ellas se rodaron escenas de la película Tirma (1954), intepretada por Marcello Mastrioanni y Silvana Pampanini, que dejó recuerdos nada agradables al recinto al modificar su estado.

La visión del mundo de los antiguos grancanarios estaba marcada, como en otras culturas, por los astros y la disposición de la cueva, la zona del almogarén o el conjunto de cavidades en la parte sur del yacimiento para evitar el azote del viento es prueba de ello. Pero también, según se explicó a los visitantes a la excursión guiada, eran su calendario para saber cuándo sembrar o cuándo recoger la cosecha en el caso del solsticio de verano, de su quehacer diario.

El regreso, algo apresurado por el temor a perderse el fenómeno astronómico, reunió a toda la expedición en el interior de la cueva artificial para presenciar el objeto de la visita: la entrada de la luz solar por la primera de las cuatro puertas hasta llegar al fondo de la cavidad, ya por la última de las cuatro oberturas. Al final, hubo que aguardar a que el inicial rayo de luz entrara por la puerta oriental, se desplazara tímidamente por el interior hasta llegar al fondo y culminar su ocaso. Algo más de una hora de trayecto que se pasó con amenidad con las explicaciones dadas por el astrónomo sobre el fenómeno y las curiosidades y teorías sobre la posición de la cueva.

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