¿A qué debe su nombre la parranda El Vino?

Hace 13 años, en la víspera de El Pilar, fuimos a tocar a la romería de Malpaís con el colectivo del Roque Azucarero. Ese día faltó la monitora y tras acabar el recorrido con las carretas, la organización de las fiestas nos preguntó cómo nos llamábamos para anunciar nuestra salida en el escenario. Y, como algunos de los componentes tenían a mano un par de botas de vino casero, le dijimos que la parranda El Vino. Luego registramos el nombre en el Gobierno de Canarias.

¿Qué vinculación mantiene el grupo con el barrio de El Ejido?

La parranda empezó a ensayar en el Roque Azucarero, pero como coincidía con otras actividades, nos trasladamos al local social de El Ejido. Y aquí ensayamos desde hace 11 años. Siempre colaboramos en las fiestas de manera desinteresada. Hemos participado en dos encuentros de parrandas, en romerías y hemos cantado en la misa de la procesión. Nos sentimos muy a gusto con la gente, porque somos como parte de la familia.

¿Qué se siente al ser pregoneros de la fiesta?

Estamos muy ilusionados. Y, de hecho, este año le vamos a regalar a las fiestas una versión alegre del himno de San Pedro al final de la misa de la procesión. Ha sido una propuesta del presidente de la comisión de fiestas, José Castro, y una de las componentes, Loly, logró sacar el tono con el acordeón. Las mujeres serán las que llevarán la voz cantante y los hombres haremos los coros, todo acompañado con un bajo, una bandurria, dos púas y dos guitarras.

¿Van a entonar alguna isa en la inauguración de las fiestas?

Queremos hacer un pregón diferente. Más que hablar delante de un papel, este año queremos arrancar las fiestas con una obra de teatro llena de humor y música. No hay guión, todo está memorizado. La idea es interactuar con el público y darle cuerda a la guitarra. Tenemos un popurrí preparado de cinco canciones.

Muchos conocidos se encontrará esta noche en la plaza, ya que usted fue cartero en el pueblo en los años setenta.

Sí, fui el encargado de entregar en un sobre las 3.000 pesetas que Franco mandaba a los pensionistas. Antes no se ingresaba la paga en el banco, sino que las señoras me esperaban en la puerta cada primero de mes para recibir la pensión y había que ver lo contentas que se ponían al verme (risas).