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Entrevista a Julián González Santiago

"Marpequeña es la tierra prometida, y todos luchamos por el barrio"

"La primera casa que se contruyó en la zona fue la de mis padres, en un desierto en medio de nada", asegura el pregonero de las fiestas de Nuestra Señora del Carmen

Julián González Santiago, ayer, en la playa de Marpequeña. YAIZA SOCORRO

¿Cómo valora que le hayan nombrado pregonero de las fiestas de Marpequeña, un barrio por el que usted ha luchado durante décadas?

Esto tiene su inicio en la misma noche que se eligió la nueva comisión de fiestas porque también están la asociación de vecinos, pero en muchas ocasiones confluyen ambas. Después de casi 40 años de andanzas en las tareas del barrio, llegó un momento que dije hasta aquí y en este sentido el 8 de febrero de este año se convocó al barrio para que constituyera la nueva comisión de fiestas y el 28 de abril se convoca a los miembros de la asociación de vecinos Los Melones para dar la posibilidad de que se constituyera una nueva junta directiva una vez se acabó el plazo de cuatro años de la junta que yo presidía. Fue una reunión con muchísima participación, con una asistencia que dejó atiborrado el local de esta asociación, con dos candidaturas. Anuncié mi retirada, pero les dije que estoy a disposición de los vecinos para lo que necesiten, no tenemos ya 20 años, pero seguiremos ayudando. He sentido la satisfacción del deber cumplido.

¿Qué abordará en su pregón?

El mismo 8 de febrero, cuando salió elegida la nueva presidenta, Paloma Monzón, se me encargó la responsabilidad de leer el pregón de las fiestas de este año. Tengo que decir que en los últimos 20 años me ha tocado presentar a los pregoneros y precisamente el año pasado presenté a la que hoy es la presidenta, por lo que se cambian las tornas. El pregón estará basado en varias líneas, algunos pasajes de mi más tierna infancia y también de mi adolescencia y después algunas circunstancias que se dieron en este mismo barrio que es bueno recordarlas. Habrá una parte que a mi juicio será emotiva y servirá para enarbolar la lucha realizada por los vecinos durante estos años, que no ha sido para salir en la foto, sino para mejorar el barrio.

¿Cómo era este barrio cuando llegó?

Cuando llegué a este barrio, con unos 17 años, por lo que hace casi más de 54 años que vivo aquí, yo venía del Sur donde trabajaba desde los 10 años y cobraba 10 pesetas diarias. La ilusión de mi familia era ahorrar para tener una casa en Telde, en las inmediaciones de lo que ahora es la GC-1, que se estaba construyendo. Mi familia procede de Valleseco y mucha gente del campo del centro-norte de la Isla emigraba al Sur por la penuria económica y se iba a trabajar a la zafra del tomate. Hubo quienes se quedaron ante las expectativas de lo que luego ha sido la zona turística y otros muchos, como mi familia, nos trasladamos a Telde. Mis amigos y compañeros de trabajo en el Sur me decían que tenía mucha suerte por vivir en Telde, que era el paraíso. Sin embargo, la primera casa que se construyó en Marpequeña, que estaba compuesta por cuarterías o alguna que otra vivienda, pero sin ser realmente una casa, fue la de mi familia, las que se llamaron casas modernas, con un zaguán, azotea, baño o cocina. Cuando llegamos a una casa recién hecha, pero todo lo demás era plantaciones de alfalfa, batata o algunas plataneras. Mi casa parecía estar en un desierto en medio de la nada.

¿Cuándo comenzó su trayectoria en el movimiento vecinal?

Cuando estuve en el Sur me conciencié en luchar para que los dueños de las fincas nos trataran como ciudadanos, como personas, no que se quedaran con todo el esfuerzo de nuestro trabajo y nosotros apenas teníamos para comer. Cuando vine a Telde continué con mi compromiso e iba, si podía, en la cabecera de las manifestaciones y formé una conciencia crítica que terminó en rebeldía. Aquí vimos que había mucho que hacer -había miseria, basura, sin servicios públicos esenciales- y comenzamos a luchar en los años 60. Trabajamos en la clandestinidad y configuramos una idea de sociedad donde no estábamos dispuestos a aguantar el abandono que sufríamos. Con la muerte de Franco empezamos a coordinarnos de forma abierta y con las asociaciones de vecinos queríamos conseguir que se nos tratara como ciudadanos".

¿La llegada de nuevos vecinos, incluso en urbanizaciones de dúplex, ha dividido al barrio?

No. En su gran mayoría los nuevos vecinos se han implicado con el resto en su compromiso por la mejora del barrio, Marpequeña no se ha partido en dos porque haya viviendas y dúplex. La razón es que el poder adquisitivo de los que han llegado después no es de millonarios, sino de profesionales liberales, funcionarios, con un poder adquisitivo medio. Si al principio la autoconstrucción de viviendas la realizaban gente que venían de otros municipios, han sido luego nuestros hijos los que también quieren vivir aquí y en los últimos tiempos vienen de otros municipios. Aquí hay ya de todo y se podría definir a Marpequeña como un barrio bueno para vivir, como la tierra prometida.

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