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Susi, una gaviota en Playa del Hombre

La escritora de La Garita vuelve a organizar veladas poéticas después de superar un cáncer

La escritora durante su enfermedad.

Las gaviotas, la arena, las mariposas, el amor, la vida y la mar, "porque esta última es mujer". Escribir, soñar, luchar, seguir y respirar. Aquellos que conocen a Susi Arencibia saben que no lo ha tenido fácil, pero ella es una mujer que todo lo vuelve simple. Con un beso, un abrazo, su capacidad de dar o sus palabras. Hace meses que superó un cáncer de mama, diagnosticado el 23 de diciembre de 2014, que duró un año y medio. Entonces, su trayectoria dedicada a la literatura y toda su vida dieron un giro inesperado y las frases de sus libros pasaron a contar su lucha. Ahora, ya curada, ha vuelto a la carga con su pasión, como esa gaviota de Playa del Hombre que siempre quiso ser y siempre fue.

Cuando empieza a contar cómo comenzó en el mundo de la literatura un brillo especial se palpa en su mirada. Fue con 15 años, en la orilla de Playa del Hombre como destino preferido para inspirarse. Mientras su padre, Félix Arencibia, pulpeaba ella miraba las gaviotas y le escribía al amor. "No quiero regalos de Reyes, lo único que deseo es que me publiques mi libro", le dijo un día a su progenitor de vuelta a casa. Así, con sólo 16 años, tuvo entre sus manos su primera obra literaria El vuelo de las gaviotas.

Desde entonces fue un no parar que le daba ilusión de vivir. Relatos a su amor platónico 21 años mayor que ella, a la juventud o al arte, entre un abanico de temáticas sin límites. Poco a poco fue haciéndose en el mundillo hasta llegar a miles de almas seguidoras de sus escritos. A pesar de que William, como ella llama al hombre que le robó el corazón, no fue con el que se casó, Arencibia hizo su vida y de su matrimonio nacieron sus tres hijos, esos que han estado ahí cuando la enfermedad más temida llamó a su puerta.

"Recuerdo que fui por una hernia y le comenté al doctor que me dolía un pecho, así que me mandó a hacerme una mamografía", explica. Tras 15 minutos entrando y saliendo de la consulta, por fin pudo marcharse del hospital cuando, al bajarse del taxi "ya en casa", le dijeron que volviera con urgencia el lunes, "porque era viernes". "Estaba detrás de las cortinas y escuché que le decían a mi hija la palabra cáncer", relata con fuerza en la mirada, "ni cuatro hombres podían conmigo", añade.

Sin duda, unas Navidades difíciles. "Pensaba que me iba a morir, pero me dije a mí misma que tenía que lograrlo, lo valiente que soy y le grité a la enfermedad que no iba a poder conmigo". Una decisión bien tomada que le hizo mirar cara a cara a la muerte. "Una noche no soportaba los dolores, me levanté de la cama y me fui en camisón y bata a la playa. Cuando me desperté tenía la cara mojada, porque había llovido, no sabía dónde estaba y una chica de la limpieza me trajo a casa y fui corriendo a la cama de mi hija", comenta con dolor y dureza.

Operación, quimioterapia, radioterapia y su salvación. La primera puso fin al calvario, la segunda le mostró muchas historias de otros que no tuvieron su misma suerte, la tercera se lo hizo pasar realmente mal y acudir al cannabis curativo y la cuarta tiene nombre de princesa, "mi Leyre". Un camino largo de salas que dieron para escribir textos inmensos de sentimientos tan enfrentados como la alegría y la tristeza, el encuentro y la pérdida. "Un día lancé el libro que estaba escribiendo desde la zona de quimio hasta donde estaban haciendo las analíticas, porque empecé con un niño de 21 años y cuando pregunté por él ya no estaba", cuenta dolida, "si él no está que es más joven y con toda una vida por delante, ¿qué me espera a mí?", recuerda pensar. Pero lo que le esperaba era su nieta Leyre y muchos más libros en blanco deseando que les pusiera tinta.

Ganó la batalla y su historia ha ganado corazones. Cuando acabó su guerra, dio un cambio por completo en su existir, un comienzo donde ayudar a los demás y valorar hasta lo más insignificante fue y es su pilar fundamental. Ahora prevé publicar dos libros más a principios de 2017 y, poco a poco, va recuperando su dinámica, "con nueva forma de vestir y de ver la vida", añade orgullosa mientras enseña los cientos de pañuelos que, con ironía o no de la vida, siempre le han gustado y ha coleccionado.

Así, ha vuelto a organizar sus veladas poéticas para todos los públicos que lleva desarrollando, desde hace 22 años, tanto en Telde como en otros municipios de la Isla. Además, dedica parte de sus días a alegrar a otras personas enfermas que se encuentran en medio de la lucha, tal y como hizo durante el recorrido que ejecutó esta semana por La Garita visitándolas, con ganas de transmitir ánimo junto a la rondalla del patronato La Sal.

Ganas de vivir es una buena definición para referirse a Susi Arencibia. La fuerza de su familia, sus amigos, sus chocolatadas en Navidad o fideuá cada 15 días, las mariposas que la hacen evadirse, su participación en cortometrajes o ser la chica Clipper en televisión. Esta mujer, nacida en 1954, lo tiene más claro que nunca, "todo llega, hazme caso, que todo llega", afirma con seguridad. Con la misma con la que no piensa dejar nada por hacer, tanto que está dando vida a su libro Erotismo al amanecer, "porque, ¿cuándo dan más ganas de hacer el amor que en ese momento?", pregunta con vitalidad. El amor, ese motor que la ha devuelto a escribir, que la ha devuelto a la vida.

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