Cuando Juancho Limiñana habla de tango un brillo especial se palpa en su mirada. Es como si los problemas o las dificultades se desvanecieran para que la simpleza y las buenas noticias ocuparan el primer y único lugar. Pero no sólo este género musical ocupa su corazón, sino que el amor por la cultura canaria y la abogacía acompañan en forma de abrazo a su principal pasión. Este mes actuará en el Teatro Municipal Juan Ramón Jiménez, donde pretende dejar sin aliento a su público con el espectáculo preparado con sus músicos, una actuación en la que el tango y el timple se convertirán en uno solo para poner en pie a los asistentes el próximo 30 de septiembre.
"Será algo amplio, con versiones propias de otros artistas, incidiendo en el tango moderno y no sólo centrándonos en Gardel", explica el cantante que asegura que, a pesar de que "el instrumental nunca se ha ido de moda, el cantado no es tan popular, por lo que haremos algo diferente". Así, versiones suyas "con sorpresas para los que entienden" es lo que les espera a aquellos que quieran disfrutar de una actuación "llena de magia".
A pesar de su potente voz y su manera de interpretar lo que canta, el también abogado insiste en que el secreto de su éxito es su banda. "Son impresionantes, músicos de primera que me han elegido, lo que es un verdadero placer para mí", cuenta mientras no duda en afirmar que "con ellos es imposible que algo salga mal, incluso yo creo que soy casi el peor". Se muestra completamente agradecido con su grupo y pone total confianza en que "si a ellos les gusta, es bueno".
De esta forma, el director de la agrupación, Alexis Canciano, Carlos Meneses como bajista, Ismael Leal con el violín, Agustín Letxet con el acordeón y Nino Jiménez con el timple harán posible el viaje al mundo perfecto de Limiñana en cuanto a tango, su gran pasión, se refiere. Con intención de acercar la cultura canaria a la latinoamericana, de donde procede su género por excelencia, el instrumento canario será el elemento sorpresa introducido en sus canciones.
"Es algo curioso y complicado, pero no desentona", comenta el músico haciendo alusión a la necesidad de incluir la canariedad a lo que más le gusta hacer. "Hace años, tanto el tango como las costumbres de Sudamérica estaban muy ligados a las Islas, porque siempre hemos sido un pueblo multicultural y nuestros mayores sienten esa unión", relata con la intención de usar su música para "hacerlos sentir como en casa".
Si por él fuera, hablaría de su pasión todo el día. No sólo lo canta, sino que lo siente y lo vive, lo disfruta y lo hace parte de su cuerpo y expresión. "Tiene un nivel emotivo muy elevado, pasando de la mayor alegría hasta la mayor tristeza", asegura, a la vez que determina que permite expresar más que con otros géneros y que "contiene, sobre todo, mucha vida". Cuenta que es un tipo de música que exige mucho, "porque mientras un bolero, por ejemplo, puede sonar bien con una aguja afinada, el tango necesita, además, que se exprese e interprete como en teatro".
A pesar de lo que requiera o del esfuerzo que se necesite para que su ejecución sea perfecta, Limiñana no duda ni un segundo en que lo elegiría una y otra vez. Así, sus comienzos en la música se remontan a cuando tenía unos 20 años. "Desde niño tuve claro que me gustaba, y destacaba por cómo cantaba, pero fue de joven cuando empecé con mi preparación musical con mi profesora Mimi". Después, tuvo una prueba en la Coral Regina Coeli donde, nada más escucharlo, lo colocaron con tenor primero. "Ahí hice mis pinitos, pero no pude estrenarme porque, al poco tiempo, cerró por falta de subvenciones", recuerda.
Aún así, nada frenó su sueño y, a la vez que se sacaba la licenciatura de Derecho recorría los garitos de Barcelona junto a su amigo Javier Parrondo cantando. "Cuando terminé mis estudios superiores me dieron el premio extraordinario de licenciatura y 100.000 pesetas por ser de los mejores estudiantes, pero no fui a recogerlo porque me surgió una oportunidad para actuar en Barcelona", fija. Su padre no estuvo nada de acuerdo con su decisión, por lo que tuvo que dejar de lado la música para ejercer como abogado. "Para mí era mejor cantar que ningún premio, pero tan buen expediente me perjudicó y no fui capaz de enfrentarme a mi familia", sentencia.
"Empecé a ejercer y me cortaron el rollo", asegura. Pero rendirse con su vocación no era algo que el destino fuera a permitirle. Así, con el paso de los años coincidió en un asadero con su amigo Arístides Fernández, quien le convenció para estudiar tango de forma seria, "estuve cinco años preparándome con él y lo estudié todo, desde los temas típicos hasta cómo interpretar", añade. Como resultado, pudo tener entre sus manos dos discos "humildes y de poca tirada pero que me dieron mucha experiencia".
Hace dos años recibió una llamada para actuar en el Sur de Gran Canaria y fue este el empujón que le hizo falta para resurgir. "Alexis Canciano me escuchó y fue él quién trajo a los otros músicos y formó la banda", explica. Tras la buena respuesta del público en esa actuación de marzo de 2014, optaron por darse a conocer y expandir su arte. Poco a poco los seguidores en redes sociales han aumentado y las respuestas positivas a sus vídeos también, "tenemos una gran aceptación", cuenta orgulloso.
Ahora le toca a Telde, la ciudad en la que también tiene su despacho como abogado, recibir su música. Entre juicios en el ámbito penal y familiar y melodías en el tango, existe. Compagina sus dos formas de vida como si de una moneda con dos caras se tratara. Asegura que ninguno de los dos ámbitos son fáciles y que todo lleva mucho trabajo detrás, pero que con "cariño, amor y calidad" todo sale siempre. Está muy seguro de que esta vez no se rendirá y que seguirá hasta que "mis músicos y el público quieran que esté".
