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Entrevista

Pino Monzón: "Cada inicio de curso sorprendía a mis alumnos con un cuento o poema"

"Mis obras destacan porque se salen de la línea tradicional y están hechas para divertir y educar en valores", afirma la escritora

Pino Monzón Padrón. LP / DLP

Ayer presentó su último libro en Valsequillo.

Sí, El gato que no quería maullar y otros cuentos. Es una obra que engloba en su interior seis historias en total, incluido el que le pone nombre a la misma.

¿Son cuentos tradicionales o inventados por usted?

Todos inventados por mí, y al que lleva por nombre el título del libro le tengo un cariño diferente, porque hace unos años le hicieron una mención especial en un certamen de cuentos en Palencia. Me presenté al concurso porque no abundan certámenes de cuentos infantiles y vi la oportunidad con los libros que tenía escritos. Pasó un tiempo, me había olvidado, y me llamaron para comunicarme la mención. Me dijeron que estaba muy bien escrito y educaba en valores. Mis obras destacan porque se salen de la línea tradicional de querer asustar a los niños con el personaje malo, los míos son para divertir y educar con valores positivos, de manera que adquieran una idea que les haga enfocar la vida amando a la naturaleza y a los animales, entre otros aspectos.

¿Existe otra historia que sea también de sus preferidas?

Recuerdo a mamá Pino, un cuento costumbrista que escribí para revivir mi infancia. Lo presenté a un concurso en Valsequillo y quedó en primer puesto. Por eso quise presentar el libro en este municipio, y porque está dentro del proyecto Dibuja el cuento, que organicé entre los escolares del pueblo, desde Infantil hasta sexto de Primaria. Los dibujos que aparecen en la obra están elaborados por ellos y la verdad es que elegirlos no fue fácil, porque todo era muy bonito y porque los niños tienen una especial sensibilidad para captar lo que dicen los cuentos. Ojalá yo hubiera tenido esta oportunidad de niña.

¿Sólo se dedica a escribir cuentos infantiles?

Escribo de todo, y el último es el décimo de los que he publicado. Tengo dos poemarios infantiles, uno para adultos, una biografía inédita, otro de historias costumbristas de la calle donde nací y que es extrapolable a cualquier vía de las Islas en épocas pasadas, uno hecho para enseñar a usar el diccionario, y otros dos de teatro costumbrista canario cada uno con 12 obras cortas basadas en el Archipiélago y recordando vivencias que me contaba mi madre.

¿Cómo comenzó manos a la obra con sus escritos?

Ahora estoy jubilada, pero cuando estaba en activo como profesora de Primaria sorprendía a mis alumnos cada comienzo de curso con un cuento o un poema. Así, los nombres que figuran en ellos son los de esos niños que son hoy hombres y mujeres. Recuerdo como anécdota que un verano escribí Por culpa del arco iris, incluido en el último y que trata de un menor que va a Lanzarote y al que puse el nombre de Aarón por uno de mis alumnos. Cuando lo conté, me miró alucinado y me preguntó que cómo sabía que había estado de vacaciones en Lanzarote, una casualidad que valió mucho la pena.

¿Dónde ha sido profesora?

He impartido clases en varios centros de Telde y Valsequillo, aunque donde más tiempo estuve fue en el CEIP Amelia Vega Monzón en Ejido. Como se sabe, los profesores siempre estamos de un lado para otro.

¿Todas las historias que se incluyen en la última obra fueron hechas para sus alumnos?

Todas menos una, que la creé por mi necesidad de escribir.

¿Qué le inspiraba entonces?

Enseñar valores a mis alumnos y lo mucho que me gusta escribir. Tengo facilidad para ello y es una forma de ocupar mi tiempo libre a la vez que disfruto haciéndolo, porque no son por encargo ni por obligación. Me viene la inspiración cuando menos me lo espero y escribo al momento, además soy muy creativa desde que nací, es mi virtud. En un momento dado estoy haciendo cualquier cosa y me dan ganas de plasmar lo que me viene, por eso tengo escritos sobre cualquier papel, incluso en servilletas que después me encuentro por ahí guardadas. Es una necesidad.

¿Cuándo comenzó a sentirla?

Desde niña me gustaba, pero soy de la posguerra y no habían medios entonces. Recuerdo que cuando iba al colegio, la monja nos decía de hacer redacciones y las mejores eran premiadas, y siempre ganaba. Muchas veces me preguntaban que de dónde salía lo que escribía y yo les decía que de mí, porque en mi casa no tenia ni libros. El primero que tuve me lo encontré al lado de la basura, sin tapa ni nada, y me aprendí todos los poemas e historias que contenía. Nunca tuve medios, pero al final empecé a escribir y hasta ahora, que incluso tengo un cuento de teatro para niños que no he publicado. Todo lo que hago es en función de algo, nunca con la idea de publicar, porque lo hacía porque me gustaba y dirigido a los niños.

Es vocación.

Sí, una vocación que siempre ha estado ahí y que pude desarrollar más tarde. Después de años como jubilada estoy haciendo mis asignaturas pendientes. El primero que publiqué fue el de enseñar cómo usar el diccionario y el primero de narrativa un artículo que se me hizo tan largo que se convirtió en el libro de las calles de la época como homenaje a la gente humilde y que engloba desde el final de la Guerra Civil Española hasta el 75, lo que lleva detrás un trabajo de investigación de cuatro años, porque yo nací más tarde del 39.

¿Qué edad tiene?

¿La verdad de Dios? En alma tengo 15 años, porque soy soñadora y con gran ilusión, y porque con esa edad fue cuando empecé a descubrir el mundo; en cuerpo unos 40, porque estuve en Valsequillo hace unos días y diferentes alumnos me dijeron que no he cambiado; y de experiencia y de verdad, esa no la digo. Soy muy alegre y eso lo que me ha mantenido así y lo que hace que mis libros contengan tanto humor.

Es una mujer muy activa.

Mucho. Juego a la petanca, soy directora del grupo Arnao desde hace 30 años y estoy en el grupo Gaura de música folk, un sueño convertido en realidad, porque me gusta mucho al mostrarse más tradicional que el folclore. Así, en Arnao toco la contra y en Gaura la guitarra y el banyo. También organizo actividades culturales, hago taichí y biodanza, y todavía tengo días libres. Hay jóvenes que se aburren y no lo entiendo. Todo esto me da mucha vida, sobre todo la música, puesto que también me gusta componer para los grupos.

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