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Entrevista

"Vuelvo porque el aplauso es el pago al artista y me hacen falta unos cuantos"

"La mayoría de grupos que tocan el acordeón por las Islas fueron alumnos míos, he dado clase a más de 500", señala el acordeonista Javier Letxet

Javier Letxet, ayer, en su tienda, Musical Letxet, en San Juan de Telde

¿Cómo se sumó en el mundo de la música?

Yo nací en la música. Mis padres eran pianista y acordeonista y con seis años ya empecé en este mundo. A los 18 fui campeón de España de acordeón, a los 20 campeón de Europa y a los 24 tercer clasificado mundial. A partir de ahí me dediqué a ir con gente famosa, como Carmen Flores, Farina, Valderrama, El Fari o Manolo Escobar, como jefe de orquesta, hasta que llegué a Canarias y aquí me quedé.

¿Hubo algún motivo en especial que le llevara a quedarse?

Porque conocí a una canaria que me echó un ojo y me asenté por y con ella. Además, hace 15 años que monté mi negocio e inicié esta escuela de música en Telde.

¿Por qué el acordeón?

Porque soy vasco y allí la influencia del acordeón es muy alta, como en Andalucía la guitarra o en Canarias el timple. Así, soy profesor de acordeón y piano, pero me influye más el primero.

¿Qué siente cuándo toca?

Es algo que está dentro, como si el instrumento estuviera en mi interior y mostrara mi expresión, y fuera emanada por el acordeón.

Su tienda de música y academia, Musical Letxet, se ha convertido en un punto clave en San Juan desde hace años.

Sí. En ella damos clases de siete instrumentos. Yo doy de piano y acordeón, pero tengo profesores de violín, teclado, guitarra eléctrica, acústica o bajo, entre otros. Además, también impartimos clases de canto. Viene mucha gente.

¿Se trata de alumnos de todas las edades?

De todas, pero sobre todo mayores. Es así porque los niños y jóvenes aprenden más en las escuela y los mayores no se sienten en su lugar. En cambio, a una academia privada vienen alumnos que en un pasado por circunstancias no pudieron aprender a tocar un instrumento y ahora se sacan sus asignaturas pendientes. Así, tenemos gente desde los cuatro hasta los 84 años, una señora que toca el piano.

¿Qué instrumentos son los más demandados para aprender a tocar?

Piano y guitarra, pero también vienen muchos a violín y canto.

¿El acordeón no?

No mucho, porque no es un instrumento canario y aunque los ancianos de antes procedentes de las Islas lo tocaban, no era tanto como un timple o una guitarra. Aún así, existe una pequeña demanda. Hace 30 años que llegué a Canarias y, desde entonces, he enseñado acordeón a más de 500 personas. La mayoría de grupos que ves por ahí, de todas las Islas, tocando el instrumento fueron alumnos míos.

Hay pocos profesores de acordeón en Canarias.

Me atrevería a decir que hay unos cinco en todo el Archipiélago, aunque ahora en los conservatorios están empezado.

Lleva una larga trayectoria en este arte, ¿se queda con algún momento en especial?

Recuerdo la formación de la Escuela de Gran Canaria de Acordeones, formada por mí. Estuvimos desde 2010 hasta el año pasado tocando y dando conciertos por toda la Isla. Se acabó porque los chicos eran jóvenes y empezaron en las universidades o con sus parejas y ya no venían a los ensayos, por lo que no merecía la pena con el trabajo que llevaba detrás.

¿Le gustaría retomar el grupo y continuar con su actividad?

Ya no, porque estoy más cansado. Cada cosa es en su momento, tenía menos años y ya no es igual.

¿Cuál es el nivel actual de demanda de música según su experiencia con su negocio?

Se demanda más, porque la música es un arte y en las escuelas una asignatura. En los colegios dan clases de lenguaje musical y aunque son pequeñas cosas, se traduce en algo positivo para la vida de las academias, porque vienen los alumnos con interés y, además, ya saben algo de música, cuando antes teníamos que empezar de cero.

¿Y la compra o venta de instrumentos musicales?

Casi no se vende y la academia ingresa más que la tienda. Esta última está de pantalla, porque nos mantenemos por la escuela y, de esto y un poco de lo otro, tiramos.

Ahora tiene entre manos este nuevo proyecto con Limiñana.

Hace muchos años que no tocaba nada y no quería salir más, porque siempre he sido concertista, pero Limiñana se puso muy insistente, se empeñó y, al final, me animé. Creo que para los músicos el aplauso es algo que se necesita y me hacían falta unos cuantos.

Son importantes.

El aplauso es el pago del artista, porque el dinero va y viene. Si no tienes a tu público, no tienes nada, porque por mucho pastón que gane un artista, sin eso sólo tiene un corazón apagado.

¿Qué le parece la mezcla de timple con acordeón y tango?

El timple con el acordeón siempre ha pegado y en cuanto al tango, lo propio es el bandoneón, pero este es el hermano mayor de mi instrumento y entre una cosa y otra al final pega y sale bien.

¿Qué hizo que se bajara de los escenarios?

Para mí mismo nunca he dejado de tocar, pero delante de público porque me caí un día, hace dos años, y me fracturé el húmero. Me estoy recuperando, pero hasta ahora no había salido. Si alguien me llama y me parece algo serio e interesante igual me lo planteo.

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