Aunque despedirse de los compañeros y los profesores no ha sido un buen trago para nadie, los 15 jóvenes participantes en el proyecto Buganvilla, encargado de formarlos en instalación y mantenimiento de jardines y zonas verdes, se sintieron ayer muy orgullosos de finalizar una etapa que los ha preparado para el mundo laboral. Con sus camisetas de color verde recogieron, uno a uno, sus certificados, cargados de ilusión, esfuerzo y trabajo. Así, Cristian Pérez, uno de los protagonistas, se dirigió a Alejandro Ramos, alcalde accidental de Telde, para pedirle que "no se olvide de nosotros para trabajar" y tuviera presente que "aquí tiene unos cuantos jardineros".
Sin lugar a dudas, fue un acontecimiento bonito y emocionante, donde las miradas cómplices, los gritos de apoyo y los abrazos estuvieron presentes en cada esquina. Tras las palabras de agradecimiento y orgullo de la concejala de Desarrollo Local, Comercio, Industria y Pymes, Soledad Hernández, impulsora de la iniciativa, y la intervención de profesores y colaboradores con el proyecto, los jóvenes y asistentes visionaron un vídeo con música y fotos capaces de condensar nueve meses en pocos minutos cargados de satisfacción.
Entre aplausos, los protagonistas, todos menores de 30 años, fueron dándose cuenta de que tenían entre sus manos una hoja de papel que les serviría como llave para abrir una nueva oportunidad en el mundo laboral. De esta manera, Agustín Cecilio, docente durante el curso, explica que ya han estado repartiendo currículum en las últimas semanas y que, incluso, "algunos de ellos tienen previstas entrevistas en estos días con empresas privadas". Una noticia que los ha alegrado a todos por igual, porque a simple vista se podía ver que habían conseguido formar una piña.
El profesor, que ejerce desde hace más de diez años con el Servicio Canario de Empleo, asegura que se trata de una experiencia "muy positiva" y reivindica que "se debería de invertir más dinero en este tipo de iniciativas". Cuenta que la implicación de los jóvenes ha sido "plena" y que no le cabe duda de que "les va a cundir todo lo que han aprendido, aunque ahora les espera la dificultad de encontrar un puesto de trabajo".
Los 15 afortunados comenzaron con incertidumbre y miedo el 30 de diciembre de 2015 y, después de horas de teoría y práctica en jardinería en el municipio, así como empleadas en adquirir conocimientos en experiencia profesional, ayer pusieron fin, con broche de oro, a este viaje.
"Lo mejor que me llevo son mis compañeros", determina Yuneida Morales, de 24 años y participante en el proyecto. Habla, además, de "los buenos profesores" que han tenido y del "buen rollo" que les ha acompañado, sin olvidar "lo bien que me ha venido la aportación económica de 561 euros a la vez que aprendía y me sacaba el certificado". Relata que siempre ha estado al pie del cañón buscando trabajo y que en esta ocasión "no será diferente". Afirma que, aunque le da pena haber acabado, "el contacto no se perderá y no me arrepentiré, jamás en la vida, de haber venido".
