Rosa Campos lo tiene claro: "La rama agrícola ha llenado mi vida". Su vinculación con el mundo rural comenzó cuando tenía 21 años y, desde entonces, "estoy relacionado con el campo, con la agricultura biodinámica y ecológica". Actualmente, con 51, desarrolla su labor agrícola y de comercialización con la producción obtenida. Además, dispone de una finca en la zona de Lomo Espino, en Telde, donde se ocupa de 50 mil metros cuadrados en los que cultiva unas 30 variedades de frutas y verduras ecológicas.
Para remontarse a sus inicios tiene que viajar en el tiempo hasta el momento en el que acabó sus estudios de Magisterio. "La idea en un principio era tener contacto con la tierra para poder desarrollar una actividad pedagógica con ese medio, y esa fue la puerta por la que entré". Con el tiempo, desarrolló, también, una labor formativa y educativa, "enseñando a maestros, niños y adolescentes dentro del sector". Así, poco a poco, se fue dedicando en cuerpo y alma al mundo agrícola, hasta que terminó ejerciendo una labor "completamente" enfocada al mismo. Asimismo, fue la impulsora del primer punto de venta de agricultura ecológica en la Isla, lo que la convierte en una mujer innovadora con ganas de ver cambios reales.
Explica que este homenaje llevado a cabo por la ciudad es una buena oportunidad, "no solo para mostrar la capacidad de las mujeres para desarrollar una actividad de este calibre, sino también para dar a conocer que la agricultura ecológica y biodinámica es una posibilidad, y para que tenga cada vez más normalidad y presencia".
A pesar de que es una apuesta que no está del todo establecida en los comercios y en la cestas de la compra de la mayoría de las familias, asegura que "en estos 30 años que llevo en el sector, es algo cada vez menos novedoso, sobre todo ahora con la red de los ecocomedores escolares".
Aunque es consciente de que aún queda mucho por hacer y muchas conciencias por formar, Campos anima a otros agricultores a que se interesen por este tipo de cultivo "porque es posible". Muestra de ello, explica que su finca en Telde "es una especie de escuela tierra, una ventana para que vean de primera mano que se puede hacer agricultura ecológica en superficies amplias". Así, afirma que esta modalidad "ya no es de cuatro personas contadas".
Poco a poco ha conseguido sus objetivos y se puede palpar a simple vista que esta mujer de armas tomar no se conformará hasta que la agricultura que trabaja sea una realidad constante en la sociedad, una modalidad completamente integrada, capaz de dar beneficios que muchos no conocen.
Cada día trabaja, con ganas e ilusión, en esos 50 mil metros cuadrados que ha creado y cuida con mucho amor. Utiliza sus conocimientos para avanzar constantemente y mejorar cada lección aprendida. Una maestra de titulación y agricultura de alma que ve en lo que hace un motivo para sonreír.
