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Perfil

Naranjas, aceite y manos intactas

Reyes Medina Martel comenzó hace 20 años a trabajar en la agricultura, crea su propio aceite, y sus naranjas fueron nombradas las mejores del municipio

Ser mujer de campo no significa tener las manos estropeadas. Aunque Reyes Medina confiesa que las suyas no están muy bien cuidadas, "porque soy impulsiva y me olvido de los guantes", asegura que el trabajo en la agricultura no tiene por qué notarse. "Hay quienes las tienen muy bonitas y con uñas preciosas y cuidadas, también", añade esta fémina de 55 años que lleva 20 dedicando su vida a este sector que tan feliz la hace. De esta forma, entre naranjas, aceitunas, aguacates y otros frutos que le dan las ganas de vivir, transcurren sus días.

Cuenta que todo lo que sabe lo ha aprendido de su jefe José Medina Ramírez, el dueño de la finca teldense en la que trabaja. Se define como "mujer de campo" y disfruta cuando habla de los productos que obtiene como resultado de mimar los árboles que cuida. Además, anima con orgullo a probar sus naranjas, "porque ya nos hemos llevado el premio a las mejores del municipio".

Adora su jornada, "si no fuera así no hubiera aguantado tantos años", asegura, esa que transcurre entre las 40 horas semanales, "o algunas más si hace falta", en las que ejecuta su labor. "Es lo bueno de no ser la dueña, porque así tengo mis horarios", apunta. De esta manera, determina que es la "mano derecha" de su jefe y que hace "de todo". Diariamente, da todo de sí para cuidar el mato con sus labores de "riego, sulfatar o recogida de los frutos, entre otras". Además, también va a las diferentes ferias organizadas para mostrar sus productos, o se encarga del reparto necesario para que estos lleguen a cuantos más hogares mejor.

Asegura que siempre le ha gustado la agricultura y que es algo que, probablemente, pudo haber heredado de su familia, "porque somos de campo". Con 35 años entró en la empresa en la que continua, "y aquí me he quedado todo este tiempo". Explica que ver el trabajo que su jefe llevaba a cabo con las flores fue también decisivo para comenzar, puesto que le llamaba la atención y quiso formar parte de la vida de los árboles frutales que tantas alegrías le dan desde entonces. Así, el gozo en su jornada es una realidad que experimenta cada día.

"También hacemos aceite, porque tenemos almazara y nos hemos dedicado a hacer la nuestra propia", cuenta con una satisfacción sublime, la misma con la que reconoce que todo lo que sabe es gracias a lo que le ha enseñado su jefe y a los cursos "tanto del Ayuntamiento como del Cabildo a los que me ha mandado". Constantemente en formación y con ganas de aprender cada día un poco más de un sector que no deja de crecer. "Con un poco de aquí y un poco de allá nos hemos puesto al día y yo creo que vamos muy bien", señala, mientras añade que la maquinaria de actualidad es una constante en su empresa que les facilita el trabajo diario.

Y tan bien les va que ayer recibió, entre nervios, ese premio por su condición como mujer rural en el municipio. "Estoy muy contenta y a la vez nerviosa, porque no estoy acostumbrada", puntualiza. Así, no pudo evitar emocionarse al recordar esa llamada en la que el comunicaron que sería homenajeada. "Fue muy bonito que me tuvieran en cuenta y, la verdad, es que ya era hora", comenta entre risas y con esa vitalidad que la caracteriza.

Anima a vecinos y foráneos a acudir a la tradicional feria de la naranja que ocupa cada año Telde durante el mes de diciembre, "para que prueben las nuestras, porque aunque no ganemos esta vez, están buenísimas y merece la pena". Una fémina ejemplo de que cuando se hace lo que llena el alma no hay esfuerzo que desgaste y de que, aunque ella no se las cuide demasiado, "en el campo hay manos muy bonitas", tanto como esta pasión que siente por la agricultura y es digna de admirar.

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