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Millo por estiércol y trabajo por beletén

Los voluntarios en la finca El Viso recogen hoy su primera cosecha después de tres meses de labor

Los que trabajan en la finca El Viso, en Telde, igual te cambian millo o tunos por estiércol que labores agrarias por beletén o leche de cabra. Hace tres meses que los voluntarios en estas tierras comenzaron su formación y, después de horas bajo el sol, teoría y práctica, hoy recogen su primera cosecha. Así, el producto protagonista es el calabacín, y prevén recolectar un total de 700 a 1.000 kilos cada tres días durante un mes y medio. Parece que, al final, tanto esfuerzo ha dado su maravillosa recompensa.

Un grupo formado por 17 voluntarios fijos, "y unos 20 y pico de vez en cuando" según explica Antonio Navarro, instructor del colectivo, es el encargado de dar vida y sacar adelante El Viso. Entre ellos, desempleados y jubilados, con o sin experiencia en el campo, trabajan tres días a la semana en los 15.000 metros cuadrados de superficie de cultivo "que está generando recursos".

Así, Juan Padrón, de 50 años y con el título de capataz en el sector desde el 94, es uno de los integrantes de este equipo con rastrillos y palas siempre preparados. Explica que es una gran satisfacción personal "colaborar con el proyecto a la vez que comparto los conocimientos de mi experiencia con mis compañeros". Este teldense en paro se considera "un interesado en que se recuperen los terrenos abandonados de la Isla y en que la gente joven coja cariño a la tierra y no se vayan a los hoteles a trabajar".

Cuenta que "hace 30 años Telde era la huerta de Gran Canaria", pero que después del auge en la construcción "los campos se abandonaron, prácticamente nos quedamos sin frutas y verduras locales y hay que comprar de fuera". Considera que es una pena que algo así ocurra "con las maravillas que tenemos en la Isla". Denuncia, además, "la cantidad de fincas descuidadas existentes de las que se pueden sacar alimentos, con el hambre que hay entre familias canarias".

De esta forma, además de colaborar en estos terrenos e implicarse al cien por ciento para motivar a otros a aprender para sumarse a su labor, ayuda en otras fincas del municipio donde realiza diversos trueques. "Ahora salgo de aquí y me voy a la finca de Cristian Casimiro en Melenara, donde ayudo a recoger el estiércol", explica, mientras afirma con alegría que, al finalizar, "vuelvo a casa con una garrafa de beletén y cinco litros de leche de cabra, como medio de pago, y más feliz que una perdiz".

Como él, los impulsores del plan también utilizan este proceso de intercambio para poder llevar a cabo sus tareas de forma humilde, como han hecho hasta ahora. De esta manera, Navarro explica que a un vecino cercano "le damos millo o tunos por estiércol". Así, este último es utilizado para hacer el compost necesario para preparar las tierras destinadas al cultivo.

Además, son diversas las entidades privadas o públicas las que les proporcionan herramientas de trabajo, semillas u otros artículos necesarios para que la labor sea más fácil y eficaz. "Toda ayuda es necesaria para conseguir nuestro objetivo de terminar siendo una empresa agraria sin ánimo de lucro que dé puestos de trabajo", añade Javier Aparicio, responsable de este proyecto de emprendimiento social impulsado por el Ayuntamiento a través de la asociación Adesco.

A partir de la plantación ecológica de calabazas, calabacines, habichuelas, millo, cilantro, lechugas rojas o moringa, entre más variedad, se pretende obtener una producción de la cual un 85 por ciento, de cada fruta o verdura, irá destinada a la venta y el resto a un plan de ayuda alimentaria en Telde.

Por otro lado, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Coag) cederá varios sacos de semillas al colectivo para que impulsen la plantación de papas. Por el momento, "estamos con la preparación del terreno", determina Raúl Martel, uno de los voluntarios.

Otro punto de interés en la iniciativa se centra en la cosecha de millo. "Es importante porque el de Telde es fuerte y de referencia", apunta Navarro, que recuperó la semilla pura de este producto y ha iniciado un acuerdo para volver a producirlo en su hábitat natural y, después, "repartirlo entre los agricultores de aquí", para que se quede en la localidad. "De una planta de estas, sacamos una vez 7 piñas", añade.

Carlos Curbelo, otro de los voluntarios, relata que cuando llegó sabía muy poco de este mundo que tanto le gusta y que ahora hace "de todo un poco". Asegura que se apuntó para aprender una profesión que siempre le ha llamado la atención y para intentar conseguir un puesto de trabajo en el sector, en un futuro. Así, se ven los resultados esperados desde el Consistorio, de "formar a los participantes y generar actividad económica". Tanto la alcaldesa, Carmen Hernández, como la edil de Agricultura, Marta Hernández, quedaron encantadas con su visita, ayer, a El Viso, donde "todito se hace a mano, que es como sabe bien", concluye Navarro.

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