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La Viña se mueve a ritmo caribeño

Un grupo de vecinas del barrio aprende a bailar salsa y bachata para pasar un rato divertido y compartir su afición común

Juan Carlos Ramos (i) con Pedro y el resto de alumnas que asisten a las clases de baile, en el local social. JOSÉ CARLOS GUERRA

La Viña, un barrio ubicado a espaldas de la carretera general de El Calero, se traslada durante dos días a la semana al lejano y exótico Caribe. No lo hace en avión ni aprovecha aquella popular promoción de una compañía aérea que décadas atrás potenció este destino turístico con Pepe y sus vacaciones a un módico precio en ese lugar del mundo. No, en La Viña el Caribe entra, como ha pasado en el resto del planeta, con los sones rítmicos de la salsa y la bachata, dos modalidades de danza que lunes y miércoles reúne durante una hora a un grupo de vecinas del barrio para disfrutar de su ocio y darle vida a este pequeño núcleo residencial de unos 600 habitantes.

Un viaje musical que comenzó de casualidad, como explica Juan Carlos Ramos Reyes, el monitor que desde el pasado 5 de septiembre y hasta que el cuerpo aguante y haya inscritos suficientes lo imparte a un alumnado entregado. Con casi una veintena de participantes, todas mujeres salvo un valiente, Pedro, de 20.00 a 21.00 horas la asociación de vecinos Nuestra Señora de La Paloma es la academia donde practica con ilusión, entusiasmo y muchas ganas este grupo aficionado al baile tropical.

"Fue de casualidad que esté dando clases de baile en La Viña. En julio y agosto las impartía en Jinámar y una de las alumnas de este barrio me preguntó si iría al barrio a hacer un curso de salsa y bachata si conseguía gente. Le dije que sí y después de hablar con el presidente de la asociación de vecinos, Pedro Martel, llegamos a un acuerdo y desde septiembre estamos aquí", apunta Ramos. Un acuerdo que ha hecho del local vecinal un punto de encuentro para quienes prefieren aprender cosas nuevas y no quedarse en sus casas.

Dicho y hecho, el deseo de aprender o perfeccionar estos ritmos -algunas de las asistentes ya saben lo que es bailarlas en verbenas y fiestas- ha supuesto un éxito de participación, con una media de entre 15 y 20 participantes durante dos días a la semana. A Juan Carlos Ramos le sorprendió al principio el número de inscritos al tratarse de un barrio pequeño, pero una vez vistos la asistencia y el empeño de sus pupilos, a este profesor de baile que comenzó con esta tarea en el año 2000 sus dos citas semanales en La Viña tienen un futuro prometedor. "En todos los sitios donde he dado clases de estos ritmos caribeños siempre se apuntan más mujeres que hombres, ellas son menos vergonzosas que ellos y muchas tienen soltura porque están acostumbradas a bailar en fiestas y verbenas".

Impresión que corroboran algunas de las pupilas, que esperaban la llegada de Ramos Reyes para comenzar las clases. Carmen Gloria Quintana, Yasmina Suárez, Ana, Ana Rosa o Lucía, entre otras asistentes a este curso, aseguran que "el profesor se enrolla bien, tiene mucha paciencia con nosotras y aprendemos bastante". Son socias de la asociación de vecinos, requisito indispensable para inscribirse, además de una módica cantidad mensual, pero les vale mucho la pena, argumentan. "Estamos estresadas, esto nos sirve para desconectarnos", comenta entre risas una de las alumnas, al tiempo que ensaya pasos que luego tendrá que realizar en la clase.

Pedro, el único hombre apuntado, asegura que le gusta bailar. "Es una buena idea de traer al barrio este tipo de actividades, no se puede estar todo el día en una esquina sin hacer nada", alega, mientras asume con una sonrisa ser el único varón entre tanta fémina. "Les doy un poco la paliza, yo más a ellas que ellas a mí" mientras se incorpora a la clase, a punto de iniciarse cuando suena la música.

De los dos bailes, reconocen las asistentes que el que más les cuesta es la salsa. "Sobre todo la vuelta, que es algo difícil, pero el profe tiene paciencia con nosotras", añaden. A falta de parejas masculinas que las acompañen -"los maridos son muy comodones", dicen- bailan entre ellas y practican el cuernito o cambio de pareja y el bikini, que consiste en saltar de pareja, pasar de con quien se está bailando no a la de al lado, sino a la siguiente. Estos dos movimientos de la rueda cubana y otros pasos hacen de estas dos citas semanales -indefinidas mientras haya cupo suficiente para el curso- algunos de los momentos más esperados de la semana.

"La bachata", explica Juan Carlos Ramos, "les gusta bastante y la tienen mejor controlada que la salsa, pero se esfuerzan bastante". De momento son los dos bailes que aprenden en la sede social de La Viña, pero el profesor afirma que si le proponen impartir clases de otros ritmos y hay gente suficiente los impartirá también. De hecho, empezará en enero en un centro deportivo de Telde los martes y viernes, a enseñar a bailar kizomba, otro ritmo latino que capta cada vez más adeptos.

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