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Una oportunidad para la vida

Alcampo ofrece formación en prácticas en su supermercado de Telde a tres alumnas de la escuela MeSumaría

Hace casi ocho meses que MeSumaría abrió sus puertas en el centro comercial El Mirador para acoger a sus alumnos. Entre subidas y bajadas, saltos de obstáculos, sonrisas y corazón en cada gesto, tanto los aprendices como sus tutoras han conseguido alcanzar metas que muchos llegaron a creer impensables cuando comenzaron. Durante el camino han ido recogiendo frutos resultado de un gran esfuerzo y actualmente, gracias al compromiso con Alcampo Telde para enseñar un oficio a los protagonistas, han logrado dar uno de los pasos más importantes del proyecto. "Esta oportunidad me ha hecho reflotar como mujer", asegura con lágrimas en los ojos y su sonrisa siempre puesta, M.T., una de las afortunadas.

"Tengo 48 años y es muy difícil que me abran las puertas en un trabajo", señala la fémina siempre agradecida. Aunque se incorporó en la escuela unas semanas más tardes que sus compañeros, M.T. ha conseguido ser una de las primeras del grupo en superar el primer módulo necesario para acceder a prácticas en empresa. Llegó a MeSumaría de la mano de Leyla Portillo, psicóloga y una de las tutoras del proyecto. "Fui víctima de violencia machista durante más de 20 años y ella fue mi ángel", puntualiza mirando a su profesora y con ganas de comerse el mundo. Tras encontrar en su escuela un lugar "donde me siento protegida, arropada y en el que puedo ser yo sin que me juzguen", explica, ahora tiene esta oportunidad "que ni las instituciones dan en estos casos".

En la sección de venta de maquillajes al desnudo, "porque el cliente se sirve y no porque vayamos desnudas", bromea, está explotando sus dotes en el sector. "Me encanta el mundo de los cosméticos, tratar con la gente y, además, fui comercial hace años", añade con orgullo. Frente a ella, Eloy Ríos, responsable de Recursos Humanos de Alcampo, da fe de su don para trabajar de cara al público y le propone para el tiempo que le queda en la empresa cambiar a la venta de electrodomésticos, "porque tendrá que enfrentarse a otros clientes y queremos que aprenda más", comenta. Así, Portillo garantiza que se trata de una alumna "que siempre demanda retos". Con dos hijos a su cargo de 20 y 14 años, añade a las prácticas sus estudios de Ciclo Medio de Enfermería, "ahora cojo la guagua y voy a clases a Teror", fija esta mujer coraje, nacida en La Palma, que jamás se rinde.

A su lado, la sonrisa de Mónica Hernández cautiva a todos los presentes, como de costumbre. Su necesidad de actividad constante, siendo un "no parar", hizo que aunque estuviera dos días como cajera cambiara este puesto por el de reponedora. "Dejamos que elijan donde quieren trabajar y que lo modifiquen en caso de que no sea lo que esperan, porque es importante que estén cómodas", determina Ríos, quién asegura, además, que Alcampo se encarga de proporcionar los conocimientos necesarios para que lleven a cabo la labor, con teoría incluida.

Refuerzos en la escuela

Como sus compañeras, Hernández trabaja cinco horas diarias durante cuatro días a la semana, "porque el viernes reforzamos contenidos en la escuela según la demanda de las alumnas y las necesidades detectadas para que hagan bien su trabajo", afirma Portillo. "Llego, coloco mercancía y busco los códigos", explica la alumna sobre sus aprendizajes como reponedora, señalando que es la primera vez que hace este tipo de trabajo y que, en un futuro, se ve como tal. "La verdad es que me gusta", añade con la gran satisfacción de haber llegado a donde está. "Es una maravilla que lo haya conseguido, porque cuando empecé en MeSumaría mi objetivo era lograr hacer las prácticas y lo cumplí", garantiza con una sonrisa aún mayor, si es posible.

Muy cerquita, J.S. de 25 años y natural de Nigeria aguarda en silencio. La joven lleva tan solo un año en España y llegó sin saber hablar castellano. A pesar de este hándicap nada ha frenado sus ganas y aunque cuando comenzó en la escuela soñaba con dedicarse al turismo, "porque sé varios idiomas", puntualiza, las vueltas de la vida y la labor de MeSumaría la han hecho descubrir otra pasión "que además se le da muy bien", expresa el responsable de recursos humanos mientras destaca que "sus compañeros de sección están muy contentos con ella, porque es uno de esos perfiles que engañan". Aunque a simple vista parece tímida y de pocas palabras, dentro de J.S. se esconde una mujer de armas tomar. Así, en su puesto como vendedora de artículos de informática ha demostrado una gran capacidad comercial y un trato con el público excelente. "Me gusta defender cosas, relacionarme con los clientes y quiero dedicarme a esto", explica la joven, quien asegura que lo aprendido en la escuela le ha hecho perder la timidez y saber cómo comunicarse.

Con cada vez más conocimientos adquiridos y con ganas infinitas por superarse, las tres mujeres se muestran satisfechas por todo lo logrado desde el primer granito de arena en MeSumaría hasta sus labores en Alcampo iniciadas el 2 de noviembre. "Estarán hasta el 16 de diciembre, pero estamos abiertos a que estén el tiempo que quieran", determina Ríos. Junto a la empresa teldense, "muchas otras nos han mostrado su apoyo apostando por enseñar", puntualiza Portillo agradecida. De esta manera, tienen un espacio donde dar clases en el centro comercial El Mirador gracias a la colaboración de su gerente Lorenzo Esma, "que nos ha ayudado en todo", garantiza la psicóloga.

En una aportación bidireccional "en la que todos ganamos", MeSumaría adquiere compromisos con las entidades y garantiza las aptitudes de sus alumnos para defender un puesto de trabajo. "Les enseñamos pautas para la vida como la gestión de emociones, trabajo en equipo, comunicación o puntualidad, y trabajamos en la empleabilidad social", explica Portillo. Además, cuenta que "somos espejos y aprendemos unos de otros".

Formada por nueve alumnos en riesgo de exclusión social, "cada uno con su mochila y sus problemas", los impulsores de la escuela afirman que "todo el mundo tiene cabida". Atendiendo a todos los colectivos, dosifican "amor y exigencia" para que tengan esa opción que la sociedad, de una forma u otra, les ha negado, "porque las personas necesitan sentido en sus vidas", defiende la psicóloga segura de que los que apuestan por el proyecto luchan por que ninguno de sus alumnos pierdan su rumbo vital.

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