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El Gordo más deseado

Emilio López presenta su colección sobre la historia de la Lotería Nacional en una exposición completa de anécdotas en El Mirador

"Todos, grandes y pequeños, el Gordo ven en sus sueños. Con el Gordo están soñando Manolo, Juan y Servando. Óyeme, San Expedito, el premio, el premio gordito", gritaban por las calles los antiguos loteros. Se acerca la Navidad y son muchos lo que, a pesar de no jugar a la Lotería el resto del año, aprovechan estas fechas para dejar fluir la ilusión y confiar en un azar que les cambie la vida. En los puestos de venta más afortunados, las colas durante horas crecen con esperanzados que se visualizan con ese número premiado del sorteo de Navidad capaz de tapar agujeros y abrir botellas de champán. Así, este juego extraordinario de la Lotería Nacional se ha convertido en un acontecimiento en el que cada 22 de diciembre los niños de San Ildefonso dan los buenos días con sus cánticos cargados de fe hasta la última bola. Cada año la fortuna abraza a familias de algún rincón de España, excepto en 1931 "que el Gordo no se vendió y se lo quedó la administración", explica Emilio López, comisario de la exposición sobre Lotería instalado hasta el 4 de enero en El Mirador.

En cada rincón un panel y en cada panel un espacio digno de observar durante largos minutos. Como si de un salto en el tiempo se tratara, adentrarse en la sala de exposición inaugurada por López es como hacer un repaso de la historia y comprobar los cambios no sólo en la forma y contenido de los billetes de juego, sino en la manera de llevar a cabo los sorteos. Entre curiosidades y explicaciones, los boletos se van modificando y las anécdotas van en aumento con el paso de los años desde 1763 "que comenzó la Lotería en España con un sistema similar al de La Primitiva", explica el coleccionista con emoción.

"El primer billete premiado fue el número 80 y se conserva por lo que ocurrió con su dueña", relata López dejando con intriga. Cuenta que la señora demandó a Loterías porque había pedido el número 80 y le dieron el 70, "y cuando le dijeron que se lo cambiaban para que tuviera el deseado se negó, con tan mala suerte que salió premiado el que quería en un principio", completa. Por superstición o no, decidió rechazarlo y el azar no estuvo de su lado, "aún así se quejó de nuevo y el rey le dio una limosna con valor similar al que tenía el número premiado", añade el coleccionista con sonrisa sincera sabiendo que a más de uno le hubiera gustado que eso le ocurriera.

Aficionado a la conservación de todo tipo de artículos relacionados con el tema, desde hace 36 años, el comisario de la galería y natural del pueblo Belvís de la Jara en Toledo asegura que comenzó con el nacimiento de su hija. "Empecé guardando los décimos que jugaba y no me tocaban", puntualiza con humor, afirmando que la colección se convirtió en algo más, "porque me puse, además, a leer y buscar información sobre todo el recorrido de la Lotería, interesándome cada vez más". Así, con intercambios y compra a otros coleccionistas ha conseguido una reliquia hoy admirada por muchos. "Guardo un décimo de cada número y sólo me faltan 815 para llegar a los 100.000 que completan el juego", señala.

Así, aunque nunca le ha tocado ningún premio grande asegura que la esperanza es lo último que se pierde, que seguirá tentando a la fortuna y que, además de los que compra de añadido, siempre participa con un número fijo del bar se su pueblo. "Por mucho que conozca tanto sobre todo esto no hay estadística que valga, porque esto es azar puro y duro", manifiesta a modo de aviso para aquellos que crean que con matemáticas pueden ganar el pulso a la suerte.

Este aficionado hace un repaso de cada uno de los antecedentes que preceden a la Lotería actual. "Se instaura en el país como medida fiscal recaudatoria, como un juego que se acoge muy bien y con sus componentes tanto benéficos como culturales", fija. Asimismo, recuerda cuando con lo recaudado con uno de los sorteos se ejecutó el empedrado de las calles de La Habana cuando Cuba era colonia española, o cuando "a partir de 1960, se añadieron las imágenes a los boletos, cada año relacionadas con un tema". De esta manera, la mujer en la pintura española fue la primera ilustración en aparecer, sin olvidar la presencia de la diosa fortuna que, según López, aparecía con más o menos ropa dependiendo de la época, "porque durante el franquismo sale siempre tapada".

Explicación de cada elemento que conforman los billetes, bombos únicos o múltiples, números divididos en ocho o 20 participaciones "y no sólo en 10 como hoy", cajas de cerillas u otros artículos para compartir los números, postales relacionadas con el tema, fotografías antiguas de los sorteos, boletos de países como Japón, un espacio para los niños de San Ildefonso "que empezaron cobrando 125 pesetas por cantar cuando el colegio era interno y sólo para niños", y un panel dedicado a Canarias en exclusiva.

Un mundo completo con detalles cuidados al milímetro capaz de condensar años de ilusión en una pequeña sala. Porque los que juegan confían en la fortuna y así lo recogían los aleluyas que leían por las calles los loteros de épocas pasadas: "Y así, soñando, soñando, ¡qué bien lo vamos pasando! Ya lo dijo Calderón, que los sueños, sueños son".

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