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Festejo de la Concepción y la Caña Dulce Día del artesano y el labrador

El gofito que no falte

El patronato de Jinámar utiliza el producto canario para la leche repartida entre vecinos del pueblo y el potaje de berros para peregrinos

Una mañana hecha para llenar barriguitas y corazones. LP / DLP

El día de fiesta se notaba en las calles y mayores y niños disfrutaban en armonía del ambiente familiar y lleno de alegría creado ayer en Jinámar. El olor a potaje de berros desde bien temprana la mañana y las colas para beber un vaso de leche de vaca con gofio crearon la trama protagonista de la jornada, sin olvidar el buen sabor de boca que dejó el cierre de la primera tanda de actos en la plaza con el concurso de repostería. "¿Hoy te tocó, Andrea?", preguntó una vecina animada a la pequeña de 9 años vestida de canaria y que no cesaba de repartir gofio en los vasos que su abuela Inocencia Rivero llenaba con el lácteo. Con sonrisa siempre puesta, confirmó orgullosa de su labor, porque como también apoya José Tejera, mientras revuelve los berros, "el gofito que no falte".

Después de más de una hora repartiendo el producto canario y con "una cola tremenda desde por la mañana", señala su abuela, Andrea Martín seguía con ganas de ejercer este trabajo que lleva todo el año deseando. "Desde las fiestas pasadas nos lo dijo, que este año ella se encargaba de echar el gofio", asegura Rivero, porque el que conoce desde dentro el festejo patronal en el pueblo de Jinámar sabe que organizar la celebración desde el patronato es tarea para todas las edades. "Aquí colaboramos todos y es algo que nos gusta mucho", afirma mientras sirve la poca leche que queda ya. Así, igual de rápido que pasan las ediciones de la Caña Dulce, los 35 litros se acabaron y los cuatro kilos de la harina de millo cayeron.

Después de haber bailado sevillanas sobre el escenario días previos y moverse con soltura en las tareas del patronato, la niña se mostró como la mejor colaboradora de la historia, apuntando maneras como parte de las futuras generaciones de este grupo que cada año hace posibles las fiestas. "Desde pequeña y seguirá", determina su abuela con orgullo con la lechera situada entre la iglesia y la plaza.

Al otro lado, frente a la sede del patronato, un aroma a potaje como la ley manda seduce a todos los que pasan. "Otro año más y uno menos a la cuenta", comenta con humor Tejera con llagas ya en sus manos consecuencia de dar vueltas a los ingredientes dentro de los dos grandes calderos preparados para dar un buen plato a unos 500 peregrinos por la tarde. "Aquí hay para diez durante un mes", fija Mari Medina mientras prepara los berros con ayuda de Mari Carmen Hernández.

Tras una noche en la que "todos cortan verduras", los trozos de piña, carne, zanahoria y calabacín, entre otras, se sancochaban lentamente. Al lado, Francisco Rodríguez, conocido como Cuco, y otros ayudantes preparaban 350 bocadillos de chorizo "del país", puntualizan, "para los peregrinos, los muchachos de los deportes canarios y todo el que quiera". Alrededor, Pancho, el perro del patronato, no se perdía una de lo acontecido durante la época que más le gusta del año. "Él es el que manda aquí", afirman sin duda, y sobre las doce del mediodía Medina y Hernández echaron en cazos, "para medir bien", los berros que aguardaban en una palangana.

"Estoy asombrada, desde por la mañana, con esos niños en calzoncillos por la calle", se escucha fuera a una vecina bromeando mientras observa las exhibiciones de juego del garrote y lucha canaria en la carretera general, de la mano de la Escuela del Juego de Garrote Tradicional y el club Castro Morales, rodeados de la exposición de vehículos del Club de Coches clásicos de Telde que dieron un toque especial a la zona más que concurrida.

Así, en la misma plaza y con panza de burro y calor presentes, los chef Aridane Rivero y Mónica Delgado dieron el veredicto de los ganadores del primer concurso de repostería en la fiesta. Una casa de galletas de jengibre y golosinas, postre salado con crema de queso, hipopótamos de chocolate, pastel de piña y dos tartas de queso con arándanos que endulzaron la velada. "Aunque estuvo muy reñido", aseguran, Inma Santana se hizo con la victoria con su tarta cubierta con el fruto rojo. Tras el certamen, todos los presentes tuvieron recompensa, ya que las participantes repartieron sus obras maestras entre los más golosos.

De esta manera acabó una mañana deseosa de peregrinos, ofrendas, potaje y encuentro de solistas. "¿Vienes esta noche?", fue la pregunta más sonada.

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