Mientras Bray buscaba el cobijo de su madre y luchaba por mamar ante la expectación de mayores y niños en la feria de ganado de las fiestas de Jinámar, Daniela Suárez Santana dormía plácidamente entre los brazos de su progenitora que observaba con cariño la salida de la virgen desde la iglesia del pueblo. Uno con escasas horas de vida y siendo el centro de atención en el concurso de animales, y la otra con solo dos meses y medio mostrándose como la reina de su familia y el centro de atención durante el gran día. La Inmaculada Concepción protagonizó la jornada junto a sus dos adorables nuevos corderitos que asistieron por primera vez a la celebración de su día.

Tan entrañable puede ser un animal recién nacido como un bebé cargado de inocencia. Es inevitable pararse a contemplar el amor desprendido de algo tan pequeño que empieza a vivir y ayer, en Jinámar, Bray y Daniela no pasaron desapercibidos. Así, por el terraplén de la trasera de la carretera general donde se celebraba la feria de ganado, el corderito, con el cordón umbilical todavía colgando, no se separaba de Susanita, su madre, que parecía no querer darle de mamar.

La estampa tierna atrajo a cientos de familias a lo largo de la mañana, que no pudieron evitar acariciar al ovino y fotografiarlo. "Ay que cosa más bonita", gritaba con emoción una asistente con su hija pequeña de la mano. Según cuenta su dueño, Luis Ruiz, de Arucas, "nació esta madrugada y como íbamos a traer a su madre y no los podemos separar, los trajimos a los dos".

Si bien se hubiera llamado Inmaculada "por venir al mundo el día de la virgen", explica, "es un macho y se llama Bray en honor a mi sobrino, que lo bautizamos dentro de poco". Aunque al principio pensaban que la oveja había rechazado a su cría y por eso no le daba de comer, tras ayudar al cordero a mamar se dieron cuenta de que Susanita tenía una herida. "No es que no lo quiera, sino que la pobre no puede", señala Ruiz, dando tranquilidad al círculo formado por los transeúntes que sufrían en silencio de pena por el posible rechazo. "Menos mal", comenta una pequeña agarrada a su padre.

Con cada vez más público, Manuel Ruiz, progenitor del joven ganadero y también propietario de los animales, agarro al recién llegado al mundo y lo ayudó a tomar leche de la teta de su madre. Una imagen de lo más enternecedora inmortalizada en cientos de cámaras de fotos y teléfonos móviles.

Alrededor, un vaivén continuo de gente no cesó en toda la jornada. Sobre todo, los niños disfrutaban del mundo animal más cerca que de costumbre. Entre vacas, toros, carneros, cabras, machos, ovejas y ponis vieron pasar la mañana del día de la virgen, esperado con ansia y cariño por la mayoría de los presentes. De esta manera, a pesar de que "tanto el número de animales como de ganaderos participantes se ha reducido a la mitad", garantiza Luis Rodríguez, miembro del patronato, el concurso se celebró con 67 bestias y 15 criadores. "Se repartieron 1.700 euros entre los ganadores, un saco de pienso para cada participante, e hicimos tres rifas con cuatro sacos más para cada número ganador vendidos por 1 euro", afirma Rodríguez con pena por la poca implicación por parte de las administraciones, "porque al final perderemos lo nuestro y la esencia del ganado", puntualiza.

Al otro lado del pueblo, las cañas de azúcar de Domingo Santana y Jorge Rodríguez se vendían como rosquillas mientras no cabía ni un alma entre la plaza, la iglesia y alrededores. Los más atrevidos en las atracciones, otros comiendo en los chiringuitos y Daniela con su madre, su abuela Carmen Déniz y Nerea García, una amiga de la familia.

Como la princesa de su hogar, "porque nos tiene locos a todos", demostró ser una pequeña sin miedos y con ganas de ver a la virgen. Sus ojos azules no dejaron indiferentes y el ruido de los voladores que anunciaban la salida de la Inmaculada no causó en ella ningún temor. "Venimos todos los años desde San José para disfrutar de la fiesta y ver la procesión, y esta vez no podía ser menos", explica Santana con su bebé en brazos. "Queremos que la vea la virgen y que empiece desde pequeña", fija.

Rodeada de amor, fue testigo, aunque no demasiado consciente, de la malagueña tradicional que Pedro Bermúdez cantó a la protagonista desde un balcón y de las lágrimas de emoción de algunos devotas. Con la música de la banda de fondo, pétalos de flores cayendo sobre el manto de la Inmaculada Concepción y la emoción que cada año se vive en esta fecha, la pequeña Daniela cayó en un profundo y adorable sueño arropada por su progenitora, quién asegura que será el primero de muchos años más.

Dos historias diferentes de dos vidas muy recientes en dos espacios distintos de la fiesta, pero ambas unidas por una razón y protagonistas entre los suyos. Dos comienzos en el seno de una tradición.