La inacabada urbanización Arauz, uno de los proyectos estrella destinado a aumentar la población del centro urbano de Telde, es un paraje de demoledora suciedad por el abandono que sufre desde hace años. Pero ahora añade un elemento más, la inseguridad para los transeúntes que la utilizan para acortar camino entre La Barranquera y la plaza de San Gregorio.

Un peligro real y que se ha cobrado ya más de un accidente, aunque prácticamente ninguno ha trascendido a la opinión pública. Aunque una afectada, Mar Escudero, exresidente del barrio, tramita una demanda para reclamar una indemnización por los daños sufridos por una caída en julio. Pero se encuentra con un problema; a quién reclamar, ya que Arauz no ha sido recepcionada por el Ayuntamiento de Telde y las obras llevan más de una década paradas y su promotor y la corporación municipal se enfrascaron en litigios judiciales sin fin.

Tapas de alcantarillado inexistentes en huecos profundos preparados para las tuberías, algunos de un metro de altura, al igual que las del alumbrado, farolas de las que solo queda la base porque se han llevado los postes, además del cobre, muestran un panorama tétrico en las noches sin luna, pero también en los días soleados.

Por ella es habitual encontrarse a vecinos de la zona paseando con los perros, practicando algún deporte o caminando la media hora mínima que recomiendan los médicos para estar sanos. Mar Escudero, exvecina del barrio, observaba desde su anterior vivienda las posibilidades que ofrecía una urbanización sin vehículos y con apenas bullicio, salvo los que puedan llegar de la carretera que lleva desde San Juan a la zona de la rotonda de La Barranquera. Así que un día se animó y quiso estrenar este circuito para pasear, pero cuya experiencia ya no olvidará y que teme le pueda acarrear secuelas físicas permanentes.

"Era el 3 de julio de este año y me decidí irme a caminar por la urbanización. Nunca lo había hecho y quise probar qué tal era pasear por ahí, pero lo que me encontré no me lo esperaba, ¡para nada!, expone Mar Escudero durante el trayecto que recorre como una suerte de reconstrucción de los hechos.

Salió ese día del verano al mediodía, en un horario donde no había nadie por la urbanización y como ocurrió después, se quedó indefensa ante las trampas que acechaban a cada paso. "Caminé por la acera y al darme cuenta de que le faltaban las tapas de las alcantarillas y de la electricidad, me empecé a preocupar por mi seguridad. Pero en un despiste, caí en una de los huecos del alcantarillado sin tapa y del fuerte golpe me quedé inconsciente no sé cuanto tiempo".

Eran las 12.45 horas de ese 3 de julio y por evitar uno de los huecos destapados que, como otros muchos, están lleno de desperdicios, botellas o tapas de hierro forjado tiradas al fondo, la vecina metió la pierna derecha en una de las zonas sin tapas en la acera y cayó sentada. "El golpe me conmocionó y me desperté después, llamé a la ambulancia y vino en solo 10 minutos y con la Policía Local, pero se acercaron creyendo que era la víctima de un accidente de moto cerca de allí. Dijeron que tuve mucha suerte y levantaron un atestado".

Ha estado de baja varios meses por las heridas y dolores que sufría. "No podía caminar los primeros 15 días y estoy en rehabilitación. Pido que se me indemnice por los daños y el dinero de la nómina perdido".