"Quiero decir que de todo lo que ha pasado soy el responsable, que por favor den los niños a la madre, que yo pago con lo que sea, aunque sea con la cárcel, que son mis hijas". Con la voz quebrada durante su intervención, lágrimas en los ojos y con un brazo por encima que rodeaba a su esposa, José -nombre ficticio-, rogaba, suplicaba a las administraciones -Fiscalía de Menores y Gobierno de Canarias- que les devuelvan a sus cinco hijos.

Él y María -también nombre ficticio- quisieron ser visibles a la opinión pública y mostrar su dolor y angustia por la pérdida de la custodia de las cuatro niñas y el bebé en unas declaraciones realizadas después de inscribirlo en el Registro Civil de Telde. El Libro de Familia que atesoraban ayer entre sus manos daba oficialidad burocrática de que su prole existe y que ellos son sus progenitores.

José fue directo al centro de la situación que sufre esta familia de Jinámar: "Hemos cometido un error y se nos ha convertido en un mundo, no sé qué decir, pero por favor que le den las niñas a la madre y muchas gracias a todos los que nos apoyan y colaboran con las niñas y la casa, por mi trabajo, por los medios". La zozobra, la desesperación se apoderó de este vecino de Jinámar, que apenas podía contener la emoción. Mientras, a su lado María, que reposaba la cabeza sobre su pecho, mostraba el rostro de la angustia, de la pena de una madre que ve cómo la han separado de sus hijas y que recordaba que hoy cumple su bebé -el único varón de sus cinco hijos- un mes de vida y que no puede estar con él, llevárselo a su casa, sino solo amamantarlo y verlo durante unas horas en el hospital Materno Infantil. Una alegría, una tenue esperanza que se acabará cuando finalice el periodo de lactancia y se le entregue en custodia a una familia.

"Nos han dicho que lo darán en acogida a una familia, yo sé que lo cuidarán bien, pero la madre no estará ahí, la madre soy yo, que quiero que esté conmigo, mañana hace un mes solamente y no lo puedo tener en mi casa, no le puedo poner ni ropa, no sé, no sé", se lamentaba María, que en cada frase que pronunciaba le costaba contener el llanto, hasta que no pudo más y José tuvo que consolarla. "Somos una familia normal, muy pobres, muy humildes, muy honrados, lo hemos sido toda la vida", explicaba el marido, quien tampoco podía hablar sin que la voz le temblara.

Ambos evocaban esta pesadilla en la que se encuentran y de la que intentan salir para ser lo que son, "unos padres que desean estar con sus hijos y darlo todo por ellos". Todo comenzó, aunque en distinto municipio, como acabó ayer, en el Registro Civil. "El problema es que las niñas no estaban aquí, en el Registro Civil, no estaban apuntadas. Apuntamos a la mayor, pero lo hicimos fuera de plazo y nos dijeron esa vez que eso no podía ocurrir porque es un asunto muy grave y que si volvía a pasar nos la podían quitar. La segunda también se quedó fuera de plazo y hemos cogido miedo y en ese miedo nació la otra pequeña y así al no estar registrada no podíamos escolarizarlas y se nos ha hecho un mundo, una bola grande, un gran problema que no hemos sabido salir de él".

Admitieron que se han equivocado, "pero estamos muy arrepentidos por no darles lo que por derecho les corresponde, la salud y el colegio que no han podido tener al no estar escolarizadas, pero son mis hijas y queremos que estén en casa, como ellas también quieren estar ahí". Expusieron que son una familia normal, que han estado bien cuidadas, y que aunque han cometido un error "no hemos matado a nadie ni queremos nada que no sea nuestro", añadía María.

Su marido defendió que son buenos padres: "Nunca las hemos maltratado ni puesto la mano encima, les hemos dado todo lo que ha estado en nuestras manos, las vamos a ver al centro y nos preguntan cuándo van a venir a nuestra casa y no sé qué responderles sin hacerles daño, no sé qué decirles". Se mostraron también muy agradecidos al personal de Santa Rosalía por lo bien que cuidan a las niñas, "los cuidadores son fabulosos, pero no es lo mismo".

El panorama que se les presenta a partir de ahora para recuperar a sus vástagos es cumplir los requisitos reclamados por las administraciones. La buena noticia, explicaba ayer su abogado, Antonio Reyes, es que "van encaminados".

Así, además de la inscripción de los menores en el Registro Civil, esta familia cumple con la exigencia de contar con recursos suficientes para atender a los menores y ello también está solucionado con el contrato indefinido firmado con la empresa Ralons esta semana. La mejora de la vivienda para hacerla más cómoda y saludable puede ser una realidad en dos semanas, ya que la reforma del baño y la cocina y otras mejoras, tasadas en 3.000 euros, las pagará una empresa que se ha ofrecido a ayudarles. Su predisposición a ser tutelados también es cuestión cerrada.