"Todavía no me lo puedo creer, la cosa está muy mal en la venta de números y dar un premio tan grande no me lo esperaba", explica Sergio Miguel Navarro Santana, vendedor de la ONCE desde hace casi diez años. Tras repartir 350.000 euros en el sorteo del lunes por la noche, asegura que no ha dejado de recibir llamadas de los afortunados, ya que "son todos conocidos, trabajadores y personas que lo necesitan de verdad". De esta manera, la jornada de ayer fue "fenomenal" para él y sus clientes "fijos", que convirtieron el martes en una fiesta constante. "Soy vendedor ambulante, así que está muy bien repartido entre diferentes zonas de Telde, Valsequillo, San Roque de Valsequillo y Tenteniguada", añade.

Diez cupones del número 13846 han sido los culpables de que estas zonas cercanas a las que Navarro provee con su suerte hayan estado durante el día de ayer de fiesta. Así, desde bien temprano en la mañana, el trabajador de la ONCE comenzó a recibir llamadas de sus clientes que, entre emoción y palabras entrecortadas, le dieron la buena nueva.

Aunque Lomo de La Herradura sea el espacio en el que el vendedor tiene su puesto fijo, lo cierto es que se recorre tanto el municipio teldense como Valsequillo y Tenteniguada para suministrar cupones, sobre todo "a clientes de siempre", asegura. Asimismo, Tanto la cafetería La Fuente, en el barrio de Picachos, como en el bar Casa Brito, en San Roque de Valsequillo, fueron protagonistas de la jornada entre propietarios y trabajadores salpicados por la fortuna.

"Donde cayó la mayor cantidad de dinero fue en Valle de San Roque, porque vendí tres números con 35.000 cada uno", comenta mientras puntualiza que "se los llevé desde el viernes pasado, como hago de forma habitual, dos para el propietario y uno para un camarero". Todavía sin creerse lo que está pasando, Navarro señala que "estoy sintiendo ir este viernes, porque madre mía la alegría que tenemos", a la vez que asegura que, sin ninguna duda, "se trata de una bendición muy grande". Además, sin hacer mención a supersticiones, cuenta que el número de la suerte de este barrio de Valsequillo es el 46, "es el favorito de aquí y justo salió este", determina.

Sin ir muy lejos, relata que una de las primeras personas con suerte que lo llamó para darle a conocer la noticia fue una vecina suya, "una persona mayor que lo necesita muchísimo". De esta forma, garantiza que, de los premiados, la mayoría son clientes mayores que pertenecen a una clase media baja y que "son trabajadores a los que les hace falta el dinero o incluso una persona en paro que lo necesita más por su situación", agrega.

Aclara, además, que una hoja entera fue vendida en diferentes puntos de Telde, "donde uno de los premiados compró dos números", detalla, y la otra entre Valsequillo, incluyendo el Valle de San Roque y Tenteniguada. Siempre de un lado para otro, Sergio Miguel Navarro se siente orgulloso de ver la recompensa del sorteo tan repartida. "Es mejor entre muchos clientes, aunque es verdad que no me esperaba dar tanto premio", afirma sin dejar de dar a conocer su lamento por no haberse quedado con ninguno. "No cogí ni uno, pero igualmente ha sido un día inolvidable y esto me ayudará", fija.

Desde que comenzó en este trabajo, en noviembre de 2010, ha notado como la crisis ha hecho de las suyas. "La situación para los que vendemos cupones está muy mal y espero recuperar las ventas con este golpe de suerte", puntualiza con optimismo y con mucha ilusión por seguir dando números premiados. "A ver si sigo así", comenta esperanzado.

Este vendedor de 38 años explica, también, que estuvo a punto de dar un número más premiado por máquina en el mismo sorteo, "porque constaba de las cuatro últimas cifras afortunadas", especifica mientras lamenta por el propietario del boleto que sólo alcanzó 200 euros que, aunque no están mal, lo dejó con la miel en los labios.

Con vecinos del barrio de Picachos alrededor que lo felicitan por repartir fortuna, garantiza que es la primera vez que da un premio de esta envergadura. "El año pasado repartí 20.000 euros en el rastro de Jinámar, pero algo tan grande nunca", afirma. Así, con la sonrisa que lo caracteriza y ganas de seguir regalando sonrisas y suerte, continúa su labor diaria recogiendo el dinero de los números que vende, en esta ocasión con un sabor de boca mucho más dulce de lo habitual.