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Sociedad Tres décadas de concienciación sobre los derechos de la mujer

Telde se enfrentó al patriarcado

El centro municipal de la mujer Isadora Duncan, fundado en 1987, fue pionero en España en la lucha contra la desigualdad de género

Telde se enfrentó al patriarcado

Madre, esposa, hija y poco más era la mujer para una sociedad basada en un modelo patriarcal, germen de la desigualdad de géneros. La lucha contra esta situación que afectaba, además, a la salud de las féminas y su defensa como individuo con sus derechos y autoestima supuso la creación de un proyecto innovador que se consumó con la fundación del centro municipal de la mujer Isadora Duncan hace 30 años. Un hito que convirtió a Telde en pionero en España en la aplicación de en aquellos tiempos llamadas políticas de promoción de la mujer y abrió el camino al resto de administraciones públicas en la concienciación sobre la igualdad entre hombres y mujeres.

El proyecto ideado por la doctora Araceli de Armas y la psicóloga Asunción González de Chávez fue apoyado por el grupo de gobierno liderado por Francisco Santiago y que hasta 1988 estuvo a cargo de estas profesionales. Luego tomaría el relevo ese año otro equipo, con Dolores Amador Demetrio como coordinadora hasta 1998, periodo en el que el Isadora Duncan se convirtió en un referente y punto de encuentro de las mujeres. Sin embargo, su vida se truncó 10 años después, cuando con la concejal socialista Almudena Vaquero se cerró el 7 de julio de 2008 y toda la actividad pasó a manos del departamento que ostentaba. Ahora, con la efeméride de su 30 aniversario, quizás sea el momento, como opinan diversos colectivos, de volver a dotarle de un espacio físico independiente y retome su actividad. O lo que es lo mismo, un edificio.

¿Y por qué nace en Telde esta iniciativa? Dolores Amador explica que el municipio tenía un gran asociacionismo femenino que batallaba por mejorar las condiciones de la mujer y coincidió con unas autoridades locales dispuestas a dar su apoyo. Ambos factores propiciaron este éxito, después seguido por otros ayuntamientos canarios y de la Península y por otras instituciones públicas. En los anales queda que fue el municipio el primero en dar el paso hacia la igualdad de hombres y mujeres, un camino que aún recorre y en el que es un referente nacional.

"Cuando nos incorporamos", recuerda Amador Demetrio, "había tanto que hacer, teníamos que tirar para adelante y habría que destacar que el centro de la mujer perteneció a concejalías como Bienestar Sociedad o Sanidad, pero en aquella época lo que queríamos era que la concejalía de la Mujer, que se llamaba de Promoción de la Mujer y hoy se llama de Igualdad, tomara identidad propia, con presupuesto propio, que estuviese en la agenda política del Ayuntamiento. Sabíamos que era la manera de mantener el espacio porque necesitamos un espacio propio para debatir juntas, para reflexionar juntas, darnos cuenta de tantas cosas, de empoderarnos porque seguimos viviendo en una cultura muy machista y que tiene en la lacra de la violencia de género su punta de iceberg".

Fueron años donde un equipo joven trataba de acercar a las mujeres al centro, de estar con ellas, de avanzar con ellas y como pilares básicos la consolidación de dos asesorías, una jurídica y otra psicológica. También de crear en la agenda política verdaderas estrategias y de estas surgió el primer plan de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres -hoy en su cuarta edición, hasta 2020- y que también tiene a Telde como pionero nacional. "Se trataba de un plan integral que abarcaba muchas áreas, desde educación, cultural o deportes, entre otras, y eran los primeros pasos para disponer de acciones y estrategias completas, que darían solidez a las políticas de igualdad", recuerda Dolores Amador de una etapa en la que acudían a diario mujeres víctimas de violencia machista y otros problemas para pedir asesoramiento.

La senda, ya abierta y señalada, sirvió para otro aspecto importante, la descentralización de las políticas de la mujer. En todos los barrios de Telde, sobre todo los del extrarradio, las asociaciones vecinales estaban mandadas por hombres y eran para hombres. "Nosotras empezamos a realizar todo un trabajo en red para que las vecinas de los barrios pudieran acceder a los locales y tener su espacio y poco a poco se fueron integrando y desde el centro [Isadora Duncan] y desde el Ayuntamiento se fueron organizando actividades, talleres de arte. Pero también intentábamos que nuestras psicólogas y abogadas hablaran con ellas y después de esos 10 años pudimos ver cómo las mujeres empezaron a formar parte de las directivas de esas asociaciones de vecinos, llegaron a ser presidentas. Queríamos realizar acciones que empoderasen a las mujeres y que las sacasen de situaciones amargas y tristes", relata la excoordinadora del Isadora Duncan.

El centro municipal de la mujer fue ese espacio vital, de respiro que buscaban sus usuarias. De mediana y alta edad, educadas en una cultura patriarcal, en la que el hombre era el que mandaba y era con ellas con las que se podía trabajar con perspectiva de género, de darse cuenta de cómo se han socializado a los hombres y las mujeres en España, el papel que han jugado y qué se espera de ellas. "Las mujeres tenían marcado un rol que realizar y no hacerlo era ser diferente o rebelde, pero tenemos los mismos derechos y prioridades que los hombres", enfatiza Dolores Amador, "ya que estaban reconocidos en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 o en la Consitución Española de 1978 y se tenía que luchar". Aunque la lacra de la violencia de género, la que mata a las mujeres, es la más visible, hay otras como la violencia verbal, la de los insultos, la de la humillación del día a día, "que te releguen al hogar, que no te tengan en cuenta" que también dañan y enferman a sus víctimas.

Un arduo trabajo el que comenzó el Isadora Duncan, que al ser pionero no tenía ninguna referencia en la que basarse, y con el que logró que las féminas asumieran que tenían derechos y no ser solo sujetos pasivos como estipulaba el modelo social del patriarcado. Problemas psíquicos, muy baja autoestima, un malestar por su papel en la sociedad, sufrían abusos sexuales, acoso laboral, "pero lo más habitual era ese malestar vital, de no estar contento con tu propia forma de vivir". Poco a poco, con las actividades programadas fueron encontrando su espacio y, sobre todo, la formación de grupos de mujeres que hablaban, que compartían cosas, de impartir charlas".

No fue fácil, hubo amenazas de hombres a las trabajadoras del centro, pero se creó conciencia sobre los derechos de la mujer. La celebración del 8 de marzo se consolidó año a añoñ, hubo homenajes y reconocimientos de maestras, artesanas, empresarias y visibilizamos su labor". Las manifestaciones en la calle contra la violencia de género sirvieron para crear una conciencia social sobre la desigualdad de género. En opinión de Dolores Demetrio, la igualdad de género es también justicia social y no solo se ciñe a la mujer, sino a toda la sociedad, "ya que el actual modelo no nos vale, está caduco".

Un programa de radio semanal en la emisora municipal, la publicación de la revista Tiempo de mujer fueron algunas de las herramientas que ayudaron a aflojar la cerrazón del entorno, pero como asegura Amador, "queda todavía mucho trabajo por hacer para conseguir esa igualdad de derechos".

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