José Daniel Hernández tiene 12 años y aunque le tocó representar el Carnaval actual en las carnestolendas del IES El Calero, no dudó en ponerse bigote para convertirse por un día en Charlot, o al menos intentarlo. "Anoche me di cuenta de que el bastón no era negro y no tenía chaqueta, así que lo cambié por El viejito de la fiesta y me quedé con este bigote", explica con gracia mientras saca de una bolsa mostachos de todas las formas -incluido el que llevaba Charles Chaplin-. Junto a él, sus compañeros hasta cuarto de la ESO y profesores protagonizaron un festejo por las calles del barrio que sorprendió a vecinos y transeúntes. Con una batucada llevada por los alumnos, digna de profesionales, y divididos en grupos para mostrar el Carnaval tradicional hasta el de ahora, con representación de varias Islas y disfraces creados a mano, brillaron con luz propia.

Y así se quedó Hernández, a un bigote de ser Charlot. "Lo elegí porque hace mucha gracia y quería quedarme con todos regalándoles humor", relata el niño sin dejar de meterse ni un segundo en el papel finalmente elegido. "Pero mira como camino y las gafas que llevo, vestido de anciano también hago reír", agrega a la vez que cojea, apoyado en su bastón, al ritmo de la música. Con gorro y pajarita, asegura que le gustaría ser futbolista, mecánico o actor, de ahí su amor por el rey de las carcajadas en blanco y negro. "Me encanta el Carnaval porque puedo ser quien quiera", apunta.

Como lo fueron sus compañeros, que hicieron de la velada encuentro de diversión que también vivieron padres y vecinos. Así, cada uno lució la fantasía que prefirió, dando vida a la fiesta como fregonas gigantes, deportistas, hippies o turistas, entre un sin fin de alegorías reflejo del Carnaval actual. Y lejos de aceptar que lo que hay hoy es lo único que ha existido, su organizador, Salvador Santana, quiso dar cabida a la forma de celebrar en el Archipiélago a lo largo de la historia.

Es profesor de la escuela de folclore municipal y tres días a la semana da clases en IES El Calero. "En el primer trimestre tratamos los finados, en el segundo el Carnaval de antaño para que conozcan que no sólo existe el de hoy con galas y demás, sino que antes se celebraba otro tipo y se sigue viviendo, y ahora comenzaremos con la música canaria e instrumentos", explica Santana orgulloso.

Asimismo, el pasacalle salió del centro casi a mediodía y fue mostrando la fiesta con su pura esencia y alegría siempre presente. Abrieron los diabletes de Teguise para enseñar al público cómo se vive el jolgorio en Lanzarote, los siguió los mataculebras de Puerto de la Cruz en Tenerife, después los Indianos de La Palma, los carneros de Tigaday de El Hierro y las mascaritas de Gran Canaria, guiados por los encargados de hacer música, aprendices de Salvador y que se estrenaron como intérpretes en una batucada. "Nunca lo habían hecho y, además, usan instrumentos del centro que no son los propios para esto, como cajas chinas", fija contento por un resultado brillante.

Tanto como relució entre sus amigos Ángel Guirao, de 14 años. A diferencia del resto de carneros herreños, dejó de lado el color blanco para sorprender de gris, "porque siempre hay una cabra negra", afirma. Así, destacó también por llevar una cabeza de este animal, ya en los huesos. "La encontré hace tres semanas en un descampado y la guardé para mi disfraz", añade bajo un sol abrasador que los acompañó hasta el pabellón del centro donde continuaron el jolgorio. Allí, entre teatros y la actuación del cantante Mario Leal, dos enanos de La Palma, creados y llevados por las docentes Beni Valencia y Loli Amada, culminaron con la magia propia de un traje único.