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El Goro Encuentro anual de mujeres

Del tomate a corte y confección

La Asociación de Vecinos Las Jardineras de El Goro homenajea a las mujeres aparceras y a aquellas que impulsaron la participación activa de las féminas en la vida social del barrio

Del tomate a corte y confección

Aunque las nuevas generaciones tienen la sensación de que las mujeres llevan toda la vida formando parte activa de la sociedad, lo cierto es que sólo unas pocas se atrevían a participar donde el hombre tenía la voz cantante. Los tiempos cambian y los roles también lo hacen, pero para ello tuvo que haber una primera piedra. La Asociación de Vecinos Las Jardineras, de El Goro, celebró ayer su anual encuentro de mujeres, una velada en la que homenajear a las féminas que han dejado huella en el barrio es tradición. En esta última edición se recordó a aquellas que se dejaban el alma trabajando en las plantaciones de tomates y que al finalizar se iban a casa para seguir con las tareas domésticas. Así hasta que hace 24 años llegó Carmen Pérez para implantar un taller de corte y confección que supuso el inicio del colectivo femenino en la vida social de El Goro.

La costurera tiene actualmente 58 años, es de Ojos de Garza, madre de tres hijos y forma parte de una familia de aparceros. Desde niña vio como sus padres se dedicaron al oficio con los tomates en Telde, labor en la que echó una mano siempre que hizo falta. Los que la conocen la describen como una mujer comprometida y aunque fue en los 90 cuando llegó al barrio para ponerlo patas arriba -en el buen sentido- con sus agujas e hilos, a día de hoy sigue enseñando este arte a nuevos y perfeccionando con los de siempre. Trajo a El Goro, contratada por el Ayuntamiento, un aula de costura que supuso para las féminas un lugar donde olvidar los quehaceres diarios y donde conocer todo aquello que se movía en la zona, lo que ocurría o lo que hacía falta y que, hasta entonces, era de incumbencia masculina.

Antes de su magia, entre patrones y cortes, los hombres se encargaban de los asuntos del barrio y hacían vida social jugando a la baraja. Por el contrario, según cuentan representantes de la Asociación de Vecinos organizadora, "las mujeres iban del entorno de los tomateros a la casa y no tenían distracción". Asimismo, "con el fin de atraerlas a las asociaciones de vecinos, que salieran de ese bucle y pasaran tardes agradables donde compartir con el resto, se creó el aula de costura donde habían reuniones y merendaban juntas los queques o dulces que ellas mismas preparaban", relatan.

Y lo que antes era una actividad sólo dedicada a coser -que hoy se mantiene-, actualmente se han sumado talleres de cocina, yoga o mantenimiento físico en el que participan vecinos de todas las edades. "En el de Carmen hay más de 20 mujeres, entre ellas jóvenes, que aprenden desde hacer patrones, pasando por el corte y la máquina hasta remachar", agregan.

Pero no sólo Pérez fue reconocida ayer. El nombre de Estrella Martel resonó también bien alto. La fémina trabajó con los tomates, "hasta hace pocos años", y fue una de las principales impulsoras de la participación de este colectivo en la vida social. "Utilizó el boca a boca entre féminas y desde que llegó la costurera no ha dejado de luchar y animar al resto, de forma que ha estado en casi todas las comisiones y directivas de El Goro, desde que la mujer se sumó hasta el año pasado", cuentan los responsables de la velada.

Hablando de dirigir, no fue hasta 1996 cuando Las Jardineras tuvo su primera presidenta. Carmen Rosa Pino Delgado ocupó el cargo "el año en el que toda la junta directiva, por cosas de la vida, estuvo conformada por mujeres". Así, también fue digna de aplausos, ayer, durante el emotivo acto en el que se sorprendió a las destacadas.

Aunque físicamente no estuvieron, los encargados del homenaje no pudieron dejar fuera a Candelaria Negrín -también aparcera e impulsora importante del papel social de las señoras y señoritas, y participante activa en los grupos del barrio- ni a Pino Curquejo. Esta última, también fallecida, forma parte de la primera familia que abandonó la Isleta para plantar tomates en Telde. "Maximiliano Curquejo y Carmen Carmona llegaron en 1915 y crearon la primera aparcería plantando la verdura con los Betancor. Pino nació en El Goro y continuó con la labor de sus progenitores, además montó la primera tienda de loza y ropa en el barrio, por lo que destaca por ser una de las primeras emprendedoras", alegan los miembros de la Asociación con orgullo.

El mismo con el que presumen de su organización formada cada vez por más jóvenes. "Los tiempos están cambiando y esta renovación trae aire fresco", afirman a la vez que garantizan que "se trata de gente preparada que se preocupa de verdad por los problemas del barrio y luchan por el mismo".

De esta forma, cuentan que, en consecuencia, la participación va en aumento y cada vez son más los que forman parte de los talleres que siempre tienen algo que enseñar y sonrisas para compartir, "incluidos niños", fijan. Por ello, en el acto de ayer huyeron de manifiestos y largas lecturas "para hacer algo distinto pensado para el disfrute de todos, pero en especial, como es de esperar, para que las mujeres disfruten y desconecten".

Ayer y hoy

"Desde los 90, las féminas trabajaban por y para el barrio, saliendo de sus casas para integrarse", relatan. Así, pensaron en este reconocimiento que completaron mostrando lo que hoy es esta zona de Telde y cómo el colectivo femenino ha ido avanzando "desde que llegó el perfil de aparceras". "En la actualidad, en El Goro hay antropólogas, empresarias, maestras o una mezzosoprano", anuncian sonriendo.

Durante la velada, creada con la colaboración del patronato Los Goretes de Lourdes, actuó la rondalla del barrio, hubo un brindis, bailes y hasta una exposición de los artículos del aula de costura, pero, sobre todo, lucha, amor y coraje fusionados en historias de mujeres ya inmortales.

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