Si bien la historia del señor Don Gato cuenta que estaba muy tranquilo sentado en su tejado, la de Ramón relata una muy diferente. Este pequeño de pelo negro y ojos verdes fue el protagonista de un rescate que movilizó a los servicios de emergencia de dos municipios. Tras más de una semana atrapado en un árbol del Barranco de Las Goteras, voluntarias de protectoras de animales y bomberos lograron que pisara tierra firme. Además, el nuevo edil de la Concejalía de Protección Animal, Abraham Santana, vivió su primera vez en esta área siendo testigo y colaborador en un salvamento con final feliz.

Todo comenzó cuando vecinos de la zona alertaron a varias protectoras sobre la presencia del felino en el árbol. Estando en tierra de nadie y a la vez en Las Palmas de Gran Canaria y en Telde al mismo tiempo, las voluntarias prefirieron esperar antes de ponerse en contacto con el resto del equipo. "Sabían que se encontraba allí y lo dejaron estar porque pensaban que bajaría por sí solo, pero como pasó el tiempo y seguía en el lugar decidieron contactar con los bomberos y conmigo por ser el responsable del área", explica Santana contento tras el resultado.

Asegura que cuando llegó al barranco las colaboradoras "llevaban horas en la zona", hasta que los bomberos capitalinos y los del consorcio de emergencia del parque de Telde aparecieron con camiones y todo lo necesario para un rescate pensado por y para el pequeño gatito "que se encontraba a más de 15 metros de altura", señala el concejal.

Así, no sólo los involucrados sufrieron por él, sino que muchos de los vecinos que llevaban días escuchándolo maullar observaron curiosos y angustiados el trabajo de los profesionales, deseando un desenlace de esos en los que los protagonistas viven felices y comen perdices -o atún, en este caso-.

Fue entonces cuando los bomberos acercaron el camión grúa, "necesario por la altura en la que estaba", puntualiza Santana, al árbol situado justo en la frontera entre los dos municipios. "Se pegaron lo máximo posible", comenta con intensidad aún en el relato, y es que hay que ver lo que la indefensa de un ser tan pequeño puede causar.

Después de minutos intentando alcanzar la posición perfecta para coger al animal sin consecuencias negativas, "con mucha suerte lo lograron agarrar", afirma el edil. De esta manera, acto seguido "lo introdujeron dentro de la cesta elevadora hasta tocar el suelo", agrega. Abajo, espectadores y colaboradores lo esperaban con los brazos abiertos y sonrisas dignas de un salvamento exitoso. Aún así, el temor por su estado de salud seguía presente.

Asustado, con ramas pegadas al cuerpo y el temblor natural después de llevar diez días en un árbol a la intemperie, con tormenta incluida, su mirada reflejaba agradecimiento absoluto. Asimismo, un collar rojo con corazones blancos y un pequeño cascabel lo acompañaron durante toda su aventura, lo que hizo pensar a los que lo recibieron que había una familia que lo estaba esperando.

"No pudimos ver el sexo porque lo metieron en una cesta para animales y lo taparon con una manta", relata Santana mientras determina que "no quisimos darle mucha lata porque llevaba muchos días ahí y la prioridad era que se lo llevaran". Sin perder tiempo y después de abrigarlo, lo llevaron a la Facultad de Veterinaria para que recibiera los cuidados necesarios.

Al final, descubrieron que es macho y que le pega el nombre de Ramón, que no tiene chip y que nadie lo ha reclamado. Recuperado y agradecido está a la espera de encontrar un hogar donde ser todavía más feliz. Y así, a tres horas de empezar como concejal, Santana comprobó que los gatos tienen siete vidas -o al menos dos-.