La comunidad de los carmelitas perdió ayer a uno de sus miembros en Asturias. El reverendo Domiciano Sáez García, un hombre de servicio, educador, muy cercano a los jóvenes y de gran disponibilidad y carácter sencillo, según sus compañeros. Nacido en Quintanaloranco (Burgos) en 1930, sintió la vocación muy joven, con 13 años, y siguió los estudios para el sacerdocio primero en Burgo de Osma y luego completando con el estudio de Filosofía en la Comunidad de Oviedo y la Teología en Burgos. Se ordenó sacerdote en 1955 y desde entonces su ministerio le llevó por diferentes puntos de España, con una estancia amplia en Canarias -fue superior y párroco varios años en Las Palmas de Gran Canarias. En el año 1957 es enviado a la Comunidad de Las Palmas de Gran Canaria donde será Superior y Párroco varios años. Más tarde será nombrado Párroco de en la Parroquia de Santo Domingo de Tenerife con amplia labor no solo parroquial sino también pastoral, social y educativa en diferentes centros escolares. Años después será enviado a esta comunidad de Gijón donde realizó una amplia labor con la niñez y juventud organizando grupos juveniles, y el coro de música para animar las celebraciones. De manera particular desplegó su apostolado en la Catequesis Parroquial siendo guía de catequistas y jóvenes que descubrieron a Jesús como Camino, Verdad y Vida. Posteriormente fue trasladado a la Comunidad de La Coruña con las mismas funciones de Superior y Párroco y siempre trasmitiendo la alegría de dejarse cautivar por Cristo y hacerlo presente en medio de la Comunidad. Nuevamente la obediencia le pidió formar parte de la Comunidad de Reinosa, después aceptó la Parroquia de Telde y nuevamente regresó a Tenerife dispuesto siempre a aceptar lo que los superiores le mandaran. Los últimos tiempos los ha vivido en Gijón en una actitud de servicio, escucha de la Palabra y sencillez, sabiendo que el Señor le estaba preparando para el último paso de este mundo al Padre, del que todos nosotros somos testigos. "Hoy queremos darle gracias a Dios por esa actitud de sencillez, servicio, disponibilidad y obediencia que, inspirado y animado por el evangelio y como fiel hijo de María en su advocación del Carmelo a la que tanto amó, siempre hizo suyas las palabras de la Virgen: "Aquí está la servidora del Señor, que se haga en mi según tu palabra". (Lc. 1, 38)", se lee en la publicación oficial de los Carmelitas.