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El salvador de San Expedito

Justiniano Rodríguez rescató de las llamas la imagen de este santo y otras tallas que la poca devoción de los fieles condenó a la hoguera hace 50 años y a las que dio popularidad otra vez

Justiniano Rodríguez posa con un belén realizado por él. A la derecha, San Expedito vestido como pastor. FAMILIA RODRÍGUEZ GUERRA

A la hoguera por carecer de fieles suficientes para mantenerse en las ornacinas de los retablos de la iglesia de San Gregorio Taumaturgo. Este fue el destino que el Concilio Vaticano II daba a las imágenes que no gozaban de la devoción de la feligresía. Entre los condenados figuraba la talla de san Expedito, un soldado romano convertido al Cristianismo y que había perdido el fervor de los teldenses.

"Con la celebración del Concilio Vaticano II y las conclusiones que de allí salieron la Iglesia católica sufrió una serie de cambios que afectaron no solo a la liturgia, sino también a la presencia de imágenes en los templos", apunta Antonio González Padrón, cronista oficial de Telde. Las nuevas directrices emanadas del Concilio suponía la salida de las ornacinas de las tallas de santos o vírgenes poco venerados en una suerte de operación limpieza que debía acabar con ellos o en la sacristía o en la hoguera. El motivo, según explica González, "es que la Iglesia no permite que se tiren o rompan las imágenes, sino que se quemen y enterrar las cenizas en el propio templo".

En este escenario ocurre la historia del rescate de San Expedito y otras imágenes. Con una iglesia de San Gregorio excesivamente decoradas porque en los años 60 del siglo pasado José Arencibia Gil utiliza colores muy llamativos y entre los retablos, con tres figuras como mínimo y las peanas, más el Via Crucis recargaban el templo de Los Llanos. El párroco de la época, un seguidor entusiasta del Vaticano II, se pone manos a la obra y hace un majo y limpio con las imágenes. Retira las tallas de san Antonio María Claret, de santa Rita de Casia, santa Lucía o a san Expedito.

Este último no tenía apenas veneración en la parroquia, ya que el nombre de Expedito apenas se le ponía a los niños en Telde durante varias década y esta circunstancia lo mandó a la hoguera. Lanzado al fuego y algo chamuscado, el monaguillo Justiniano Rodríguez Guerra lo sacó en 1967 de entre las llamas, que lo habían desfigurado y se lo quedó. Lo llevó a un restaurador, que hizo lo que pudo y la talla volvió a la iglesia. "Y tuvo una segunda vida, por así decirlo, ya que su figura de soldado romano atrajo a muchos niños al templo, que no entendían como un romano estaba en una peana y se hizo muy popular", recuerda Antonio González, que trabajó años después con Justiniano en la casa museo.

Justiniano Rodríguez no solo salvó la imagen, sino fiel a su costumbre, en Navidad hacía un portal de belén donde cambiaba los ropajes de las imágenes para crear las escenas del Nacimiento. Desde hace 20 años ha tomado el relevo su hermano Manuel, mientras que san Expedito está guardado en un ropero en la sacristía, donde también se puede observar una reliquia de san Antonio María Claret, la vestimenta sacerdotal del obispo Codina, una imagen en la que se basó Luján Pérez para crear la talla de san Gregorio Taumaturgo y otras piezas sacras. Todo un recorrido por la devoción de un pueblo.

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