La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Adiós a la tienda de Eustaquio

El vecino de Los Llanos cierra un negocio con más de 70 años de historia, un referente para las compras en el barrio

Eustaquio Sánchez Rodríguez, en su tienda, con los productos que vendía hasta su cierre la pasada semana. SANTI BLANCO

La puerta de la tienda de Eustaquio Sánchez Rodríguez está ya cerrada con candado de forma definitiva. Después de más de 70 años, el pequeño local que abrieron primero sus tíos Dolores y Eustaquio Sánchez Medina, este con la ayuda de su mujer, Ana Mahmut, acaba con una tradición familiar que continuó su padre, Sebastián, y después Eustaquio, que la regenta en solitario desde hace 14 años.

Su final no se produce por la crisis económica ni por la falta de clientela. No, un problema de salud de las caderas de Eustaquio, que le impide continuar con un trabajo que le apasiona, es la causa del adiós de un negocio que es todo un referente en Los Llanos. Y si se afina más, de la calle Rivero Bethencourt, una vía muy cercana a la plaza de San Gregorio y desde donde se llega a Lomo Magullo, barrio natal de Eustaquio.

El tendero miraba el pasado miércoles con anhelo y nostalgia el lugar donde ha estado desde niño, ayudando a su padre -84 años- hasta que tomó las riendas del negocio y mantuvo el buen hacer que le ha reportado una clientela fiel, no solo la de siempre, sino también de nueva gente incorporada. En estos años, la tienda de Eustaquio, si se compara a los tiempos de su padre, ha cambiado en la venta de algunos productos, como jaulas para pájaro, aperos de labranza, pienso para animales, hoces o soga, pero también se han mantenido otros de toda la vida.

"La tienda nació como una especie de tienda para el agricultor, ya que como procedemos de Lomo Magullo, donde teníamos otra, cuando los vecinos del barrio bajaban a Telde venían a comprar aquí. Ya conocían a la familia y que la guagua paraba enfrente nos ayudaba", recuerda Eustaquio Sánchez. Con risas rememora esas compras, ya que " las mujeres venían a la tienda, los hombres se echaban un pizco en el bar".

Es un pequeño local, pero apañado, donde todo cabe y encaja a la perfección y está a mano del tendero y sus clientes. Los refrescos, los productos de limpieza o productos ya prácticamente desaparecidos como una barra de jabón para la piel atópica seguían expuestos en los últimos días del negocio, donde la limpieza y el orden predominan en el recinto.

"Las vecinas se apenaron bastante", apunta Eustaquio Sánchez, "e incluso me dijeron que adonde iban a comprar ahora, que sabían lo que yo vendo y tenían mucha confianza". Este sentimiento de orfandad por el cierre de la tienda también le afecta porque su vida se ha desarrollado entre los sacos de papas, las cajas de naranjas o los racimos de plátanos y también ha creado amistad con sus clientes, "son muchos años aquí, muchos recuerdos y anécdotas y me da pena irme. Pero el médico me dijo que si no quería terminar en una silla de ruedas, tenía que dejar de trabajar, por lo que me dedicaré a pasear, a pasar el tiempo de otra manera", comenta.

Y es que rellenar tantas horas libres al día le va a costar, asegura. Toda la vida trabajando, con un horario de atención al público de 7.00 a 13.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas, de lunes a viernes, y de de 8.00 a 13.00 horas los sábados, pero "me tengo que levantar a las 4.30 de la mañana para ir a buscar la fruta porque si quieres vender calidad tienes que buscarla", argumenta Sánchez Rodríguez.

Sus compras las realiza en Mercalaspalmas y lo que vende tiene un precio que considera normal, "según la calidad es el precio", defiende cuando se le comenta la fama de establecimientos caros que tienen las tiendas de barrio. "Más caro es coger un coche para comprar algo que hace falta", alega, al tiempo que admite que hace fiaos a los clientes, pero sin problemas.

Compartir el artículo

stats