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Afortunado a distancia

El ganador de la bonoloto es un cliente habitual de la administración, pero ya no puede salir de su domicilio

Cecilia Díaz y Carmen Rosa Jiménez, con el cartel del premio de la bonoloto. SANTI BLANCO

El afortunado ganador de la bonoloto ya puede disfrutar de un premio inesperado, pero siempre bien recibido. El pasado sábado la bonoloto dejaba 75.751 euros en Telde y hasta el martes su ganador no se enteró de la buena dicha.

En la administración número 4 esperaban con ansia la aparición del boleto premiado puesto que tenían alguna pista sobre el acertante, pero no sabían quién era. El pasado martes con la administración en calma el ganador hizo acto de presencia. "En ese momento no había nadie en la administración, el chico me dio los boletos y los comprobé en la máquina. Cuando pasé uno de ellos me salió una pantalla especial en el ordenador, la que sale cuando es un premio importante, pero para no darle falsas esperanzas comprobé primero", explica Cecilia Díaz, dueña de la administración.

Cecilia con el cartel a mano comprobó los números y se dio cuenta de que era el ganador. "Cuando lo confirmé le dije, mire el cartel de ahí, el chico muy educado lo miró y me dio las felicidades por haberlo dado. En ese momento le dije, ese dinero es suyo. Pegó un brinco y los ojos se le llenaron de lágrimas". Una situación única y que nunca olvidarán. "Se puso tan nervioso que casi tira el boleto a la basura. Tuve que decirle que se tranquilizara y lo guardara en la cartera para que no lo perdiera".

Repartir suerte es lo que hacen Cecilia Díaz y su madre, Carmen Rosa Jiménez, una suerte que en ocasiones es justa y recae en quien la merece. "Nos alegramos mucho por ellos, es un chico que siempre viene a traerle los números a su padre para que mantenga viva la ilusión porque ya no puede salir de casa". Una ilusión que se ha hecho realidad para este acertante.

El señor es un cliente de toda la vida de la administración y que "siempre estaba atento a la televisión para comprobar sus números. Era curioso porque como ya él no puede venir, su hijo cuando lo hacía sabía lo que había ganado en cada boleto, porque el padre se lo decía". Pero esta vez y por primera vez en varios años, su hijo acudió a la administración sin conocer el importe de los boletos porque la televisión se le había roto ese fin de semana.

Toda una vida comprobando sus boletos por la televisión e ironías de la vida, el día que no lo comprueba se lleva la mayor alegría. "Jugaba con el objetivo de poder dejarle algo a sus hijos y a sus nietos". La fortuna visita a las personas que más lo necesitan o la buscan como es este caso. Una herencia para sus hijos y una nueva televisión para mantener vida su ilusión.

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