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La Azucarera pide un cambio

Roque de Gando le exige al Gobierno municipal que reforme y condicione el museo etnográfico de la fábrica de azúcar de Telde

Interior de la fábrica azucarera en el año 2012. LA PROVINCIA / DLP

Los hitos del pasado marcan nuestro presente, y probablemente nuestro futuro. La importancia del patrimonio histórico y cultural de nuestra tierra depende del valor que las generaciones de hoy puedan darle, pero sin difusión y sin visibilidad, los nueva y futura sociedad no conoce, y si no conoce, no entiende. La cultura se pierde, y con ella muchos otros factores necesarios para la construcción de una buena sociedad formada y libre. Sin embargo, las decisiones, que son fruto rojo de un ahora, se encargan de retrasar o de innovar en lo que al futuro se refiere, y entre estas decisiones siempre se debe tener en cuenta lo necesario para el pueblo.

¿Es la cultura necesaria? El pasado puede quedar anticuado, pero ancló y formó la base del ahora. Quizá sea por ello que muchos vecinos teldense miran horrorizados el paso del tiempo en la fábrica azucarera de San Juan, popularmente conocida como la fábrica de ron. Roque de Gando (RdG), grupo político dirigido por Sebastián Henríquez, pertenece al grupo de aquellos que no quieren pertenecer impasibles ante el olvido y el abandono que sufre una industria que marcó un pasado.

Hoy, la máquina de azúcar, se cubre de polvo. Antaño, la crisis de la cochinilla a partir de 1870 provocó un fuerte hundimiento económico en Canarias, por lo que la solución prevista fue la introducción de nuevos cultivos, entre ellos, la caña de azúcar. Las ansias de salvar Canarias, y la ambición de un hombre, Juan Rodríguez, provocó el surgimiento de la fábrica que conocemos hoy, en 1890, según cuenta Germán Jiménez Martel, licenciado en Geografía e Historia, en el número 11 de la Guía Histórico Cultural de Telde. En el momento que la maquinaría, importada de Londres en el vapor inglés Glassalt, se estableció en Lomo de San Juan, la fábrica empezó a funcionar principalmente como productora de ron y continuaría de esta manera hasta los años 70.

Con la adquisición de la marca de Ron de Telde por la empresa de Ron Arehucas, y el traslado de los archivos y del mejor material a su propia fábrica, la azucarera quedó en desuso hasta que el Ayuntamiento tomó la iniciativa de convertirla en una escuela taller. "Las diferentes escuelas que hubieron ahí fueron estupendas, se dedicaron a la restauración no sólo de la fábrica sino de todo el conjunto histórico artístico de San Juan y San Francisco con muchísimo éxito", relata Antonio González, cronista oficial de Telde. Acabado el proyecto, el edificio queda con almacén para el Ayuntamiento. Y entre otras cosas, la falta de vigilancia provoca el internamiento de gatos, ratas y palomas en el edificio y destrozos a causa del gamberrismo de la ciudad. La suciedad caracteriza hoy día la fábrica azucarera, a pesar de que los operarios de limpieza asistieron ayer por la mañana a limpiar la fachada del edificio. "Se gastaron mucho dinero en su momento en restaurar carpintería, fontanería, electricidad, etc, pero ahora, quince años más tarde, vemos que de nada ha servido tanto sacrificio económico y tanto proyecto", afirma González.

A veces hay un interés, pero las aguas corren y los tiempos cambian, y con él también varían las inquietudes. Roque de Gando lanza una moneda y espera que el grupo de gobierno tome una iniciativa para retomar el museo etnoagrario que una vez se esperó que fuese la famosa azucarera. "La fábrica de Telde es la punta del iceberg del patrimonio histórico abandonado en Telde, otros ejemplos son la casa de la Condesa y la noria de Jinámar", asevera González.

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