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Perfil Jorge Hernández Duarte

El sacerdote que no sigue cánones

El cura Jorge Hernández Duarte, fundador de Yrichen y premio Canarias, es nombrado por el grupo de gobierno municipal Hijo Adoptivo de Telde por su trayectoria solidaria

Jorge Hernández Duarte. JOSÉ PÉREZ CURBELO

Jorge Hernández Duarte es un sacerdote poco ortodoxo. Si le preguntan dirán que no se siente distinto al resto de hombres que comparten su devoción, pero admite que no sigue del todo las tradiciones ni los protocolos, y que no entra en los cánones que la mayoría tiene sobre esta figura religiosa.

Su pelo largo, su ropa desenfadada, y hasta su manera de expresarse desprenden dulzura y cercanía. Parece que se lo pasa bien, y muchos le han visto divertirse en las playas de la ciudad de Telde junto a una guitarra y un par de amigos, siempre sonriente. "¿De verdad es un sacerdote?", se pueden preguntar algunos.

Lo es. De hecho, posee una fe que muchos envidian, y por la que ha conseguido creer en la mejora de este mundo. Nacido en Caracas, a los pocos meses se traslada con su familia a La Palma, la isla de sus padres, abuelos y bisabuelos. Ahí descubrió su vocación siendo tan sólo un niño, y ya le decía a sus conocidos que "de mayor quiero ser cura." Con trece años entró en el Seminario Diocesano. "Las cosas allí no fueron bien", confesó hace años en una entrevista realizada en este periódico.

Desde ese entonces sus formas no eran clásicas, sus inquietudes demasiado grandes, y su curiosidad por la vida política y social que se desarrollaba a su alrededor no le permitían centrase únicamente en su vida religiosa. "Agradezco a Dios salir de allí, porque eso me conectó con el mundo real."

Una vez que dio por terminada su etapa en el seminario de La Laguna, se mudó a una tercera isla, en la que sigue hasta hoy. Fue en 1977 cuando Gran Canaria se convierte en su nuevo hogar. Estudió Magisterio y un ciclo de Teología, pues su vocación nunca desapareció. Seis años más tarde fue nombrado director de la Secretaría de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Española, y al año siguiente, se ordenó como sacerdote.

Poco tiempo después se hizo cargo de la parroquia de San Isidro de La Pardilla, atendiendo a la población de Las Remudas, La Garita y Marpequeña.

Puede decirse que ahí comenzó todo, ya que, además de sacerdote, a Jorge Hernández se le conoce como el alma de la Fundación Canaria Yrichen. En el barrio de La Pardilla, las drogas como el hachís y la heroína hacían estragos, así que Hernández, con una médico de la zona y algunos voluntarios se juntaron para tratar el problema de algunos chicos que sufrían por adicción. Cuando pudieron darse cuenta más de veinte drogodependientes reclamaban su ayuda, y sin buscarlo, Yrichen se formó ese mismo año, 1989. Ahora, la media de personas que se acercan en demanda de tratamiento por su dificultad para superar su problema con las drogas es de 700. El sacerdote explica que, a falta de subvenciones, decidieron darse de alta como fundación con un nombre que les representara -Yrichen, que en guanche significa 'espía'-, ya que pretendían (y consiguieron) llevar a cabo numerosas acciones que pudieran servir a la sociedad de una forma u otra.

Desde entonces Yrichen se ha convertido una de las organizaciones más importantes de Canarias, que ha conseguido, además, que su labor fuese reconocida con el Premio Reina Sofía de la Crefat a su labor social y el Premio Canarias por sus acciones altruistas y solidarias, entre otros galardones.

Hoy Hernández es sacerdote en el municipio de Valsequillo y ha sido distinguido por el grupo de gobierno municipal con el título de Hijo Adoptivo en la ciudad de Telde. En su discurso, que ofreció durante el acto de entrega, afirma que "seguimos aquí hoy porque sigue existiendo el dolor y el sufrimiento y nosotros seguimos, tozudamente, creyendo que es posible cambiar las cosas?", refiriéndose a su fundación. Y continuó haciendo hincapié en que "la solidaridad que me ha enseñado mi fe, es la nace de la misericordia, de la compasión? Padecer con los otros, sentir el dolor de los demás como propio, que camino con ellos y ellas y con ellos y ellas lucho por su dignidad."

Su servicio a la ciudadanía y desprendimiento son todo un ejemplo a seguir, pero además su desparpajo y alegría le han hecho ganarse la confianza y amistad de muchos hombres y mujeres, que en necesidad o no, le agradecen su compromiso y lealtad.

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