Telde celebra la fiesta de su copatrón San Gregorio con un espléndido día de sol, algo inusual para la fecha. Lo habitual en este día son las nubes y la fina luvia. Fuera de lo común también fue la celebración, que se ha disgregó en tres escenario para dinamizar la zona.

El día grande de las fiestas de San Gregorio siempre se había caracterizado por poseer una clima sombrío, nublado y acompañado de un airecillo fresco propio de la época otoñal, que aunque en las Islas nunca se ha apreciado del todo, el barrio teldense siempre se ha apañado para sostener. Los últimos años no se señalaron por lluvias, pero continuaban con el hilo otoñal de tonos secos y sobrios en el ambiente, aunque solventado siempre con la alegría de los teldenses por disfrutar del segundo día de fiesta del año.

Esta vez, el compatrón del municipio no pudo evitar la salida del sol. En lo alto brillaba como intensidad como un día de verano. Los señores con sombrero, las señoras con gafas de sol. Los niños correteaban por la plaza y las calles en pantalones cortos. Y los animales mujían, rebuznaban o balaban, según su identidad biológica, como si de alguna manera hablasen los unos con los otros sobre el calor que pasaban enfrascados en sus gruesas pieles y bajo la cantidad de pelo.

Y bajo un sol atípico, pero al que nadie hizo especiales ascos (quizá sí los animalitos) las actividades programadas para la fiesta de San Gregorio Taumaturgo se realizaron con éxito y tranquilidad. Eso sí, por primera vez, las fiestas se repartieron en tres escenarios principales; las ramblas de Pedro Lezcano, la plaza de San Gregorio, y el parque Franchy Roca. A las 9.30 ya se preparaban los animales para exhibirse en la muestra de ganado vacuno tradicional de San Gregorio. Unos 100 animales, entre toros, vacas y novillas, fueron presentándose poco a poco al terreno de tierra que el Ayuntamiento dispuso concordemente para la acogida de estos grandes animales.

Unos quince ganaderos hicieron alarde de sus preciosos vacunos. Sus ojos grandes y negros observaban con curiosidad el espacio y a los presentes, que se asombraban de tu tamaño y la firmeza de sus cuernos. El dueño de Azucena, Mariposa y Maravilla, tres vaquitas del país de aproximadamente tres años de edad cada una, las miraba orgulloso desde una corta distancia. Pedro Montesdeoca, de 62 años de edad, lleva toda su vida dedicándose a la ganadería, en el negocio de leche y de matanza, como la mayoría de los presentes que comparten su profesión.

"Es una pena, pero no creo que la ganadería vaya a durar mucho más. Es un negocio que va a pique, y cada vez menos gente se dedica a esto", declara con tristeza en los ojos, que lleno de patas de gallo, muestran sus años dedicados a esta profesión tan trabajosa. Por otro lado, Loli Hernández de Valsequillo y Yoni Melián de Agüimes son dos jóvenes ganaderos de 34 y 27 años que admiten, de la misma forma que Monstedeoca, que el negocio de la ganadería no se lleva muy bien. Sin embargo, con la frescura propia de la gente de menos edad, luchan por conservar y mejorar la raza autóctona de vacuno.

"Prioritariamente disfrutamos de los animales", comentó Hernández. Trabaja en el negocio de la ganadería y la agricultura desde siempre, puesto que proviene de una familia dedicada al primer sector. "Si no es por nosotros, los jóvenes, este mundo desaparecería, pero nosotros queremos conservarlo", admite ilusionada. Sus vacas Clavellinas, Nori y Pajarita reposan algo apartadas del resto de los reses, ya estas no sólo aterrizaron en las fiestas por la muestra de ganado. En el segundo escenario del barrio, la Plaza de San Gregorio, la ordeñada fue una de las actividades clave del día. Es tradición en Telde desde hace muchos años. Frente al escenario que se montó para los actos musicales, cinco vacas aguardaron sobre las 11.00 horas para esperar ser ordeñadas en medio de una multitud de gente. Junto a Clavellinas, Nori y Pajarita, también están Yesi y Rosana, de Antonio Sosa.

Protegidas por unas vallas, decenas de personas se arrimaron para recibir la leche recién ordeñada que sus dueños exprimían de sus ubres, para mezclarlo con el gofio preparado. "Llevo tomando leche con gofio toda la vida", quiso decir Dolores Rosa, mujer de 79 años. "Esta leche recién ordeñada está buenísima, yo siempre vengo y no es amarga ni nada", añadió, y sabía de lo que hablaba puesto que en su familia tenían dos cabritas y por las mañanas tomaban la leche de estas para desayunar. "Creo que es una muy buena inciativa el poner el ganado en las fiestas, porque así se incita a todo el mundo a continuar con el estilo más campechano, sobre todo instar a los niños más pequeños a tomar leche y gofio." Y de hecho, los pequeños fueron el público que más disfrutó con esta actividad.

Los grandes animales les impactaron visualmente y la curiosidad les reclamaba tomar la leche entera. Carlos, de ocho años, trajo su propio tazón, y cuando le sirvieron la leche se la tomó de una sentada. Con el bigotillo manchado, sus grandes ojos azules se abrieron en muestra de sorpresa agradable, un suspiro de satisfacción y "¡está muy buena!" Aunque a la pregunta de si repetiría, contestó... "Buff, es que llena mucho". El centro fue el lugar más concurrido durante todo el día. Las terrazas abiertas, la banda de música municipal tocando frente a la Iglesia y la exposición de fotografía 'Aqua', elaborada por el grupo fotográfico Enfoques, animaron las fiestas y aportaron actividad al barrio a pesar de que las tiendas, que son lo que normalmente proporcionan mayor actividad en el centro, estaban cerradas.

La gente disfrutó con los puestos de castañas y algodón de azúcar, y unas calles más abajo, en el Parque Franchy Roca, terminaba el recorrido de la gran fiesta. La feria de artesanía que abrió las puertas de la fiesta el 16 de noviembre continuaron ayer en el mismo sitio. Las mismas caras de los artesanos, con sus mismos productos expuestos, pero con un mayor aflujo de gente que se mostraba interesada en los tradicionales productos. Un nuevo grupo de folclore, la Asociación Folclórica Taror, entretuvo a los presentes en este tercer escenario. Pero antes, se dio paso al deporte. Tras recorrer cada uno de los puestos de artesanía, a partir de las 10.30 pudo verse en el parque diferentes exhibiciones de diferentes tipos de lucha. La primera fue la Lucha del Garrote, seguida de la exhibiención de Taekwondo y pimpampum que orgaizó la escuela de el coreano pimpumpam, que recientemente fue homenajeado con la Medalla al Mérito Deportivo por la Ciudad de Telde. Una quincena de jóvenes y adultos, cuyas edades oscilaban de los diez a los 30 años, presentaron su coreografía deportista. Finalmente, llegó el momento de la lucha canaria para finalizar con las actividades de la mañana en el parque Franchy Roca.

Al mediodía, apretando el sol y con una jornada de mañana completa, el hambre entró en los presentes, pero el tradicional potaje de berros les esperaba para saciar sus deseos. Tonono Montesino lleva desde 2007 preparando el potaje típico de la fiesta. Diez kilos de costilla, seis de calabacinos, seis de zanahorias, cuatro de calabaza y judías tiernas. Los ingredientes para hacer un caldo para 400 comensales. Picadas ya las verduras en su casa, la preparación en frente de la Iglesia duró cuatro horas.