Carlos Ramos (Telde, 1957-1979) recibió un segundo homenaje de los promotores de la publicación del primero de los cinco volúmenes que recogen su obra en la Biblioteca Carlos Ramos en el salón de actos del Club LA PROVINCIA, en Las Palmas de Gran Canaria. En esta ocasión fueron el poeta Javier Cabrera, el escritor Rafael Franquelo y el artista visual Alfonso Crujera los encargados de contarles al público quién era y qué importancia tiene para la poesía canaria el malogrado poeta teldense.

Y fueron más lejos al proponer, en este caso Franquelo, de una investigación seria de su obra, de una tesis doctoral, además de una gran exposición en la presentación del último volumen en este foro.

Los ponentes mostraron a un joven entusiasta, "que se comía la vida", con una risa que encadilaba a todos a quienes lo conocieron y con un afán por aprender que le hizo probar en distintas disciplinas culturales, desde el teatro, donde participó en dos grupos y creo uno, la poesía y una menor creación en prosa, pero que también la hubo.

Una producción literaria, explicó Alfonso Crujera, que pudo haberse perdido si "pese al dolor que sentimos por su muerte, no nos dedicamos a recopilar, ya que si hubiéramos esperado estos 38 años ahora quizás no habríamos tenido nada suyo". Después de sortear las reticencias de algunos de los consultados para conseguir esos versos y escritos -un total de más de 400 poemas- y la aparición hace un mes de El hombre que mató al presidente, un texto que creían desaparecido para siempre, los promotores de este proyecto, quienes según Franquelo, "no somos un grupo de amigos, sino gente de la cultura", se empezó a dar forma a la Biblioteca Carlos Ramos.

La publicación de este tomo la han pagado sus amigos y con la recaudación que se logre por su venta, se financiará el segundo y así los siguientes. Cuatro volúmenes de poesía y uno de miscelánea -con textos en prosa, artículos en prensa, alguna nueva poesía hallada- que saldrán cada seis meses y "nos permitirá disfrutar de esta experiencia durante dos años", apuntaba Javier Cabrera.

También hubo momento para la chanza, como si Carlos Ramos los hubiera inspirado con su sonrisa, cuando contaron cómo hubo debate sobre cómo debían ser las portadas de los tomos. Así, Cabrera defendía que cada artista confeccionara una, pero Crujera logró ganar con su tesis de una serie de fotos de Ramos, siempre sonriente, siempre mostrando la dentadura, era lo más recomendable. En su opinión, con esta idea "vamos a perpetuar su risa sonora en el papel" con sus fotos en las portadas.

La lectura de poemas de Ramos por dos de sus hermanos y otros asistentes al acto puso el broche a una aventura editorial para rescatar del olvido a un poeta maldito.