La parada de guaguas de San José de Las Longueras es, por así decirlo, su despacho, donde no para de saludar y ser saludado por los transeúntes del barrio. Asegura que "me llevo bien con todo el mundo aquí, menos con cuatro personas, que me dejaron de saludar porque había problemas entre ellos y como yo hablaba con todos, me retiraron el saludo por tener amistad con los otros".

Lo dice con voz pausada, la de quien contempla la vida con la experiencia que dan los años y la tranquilidad de sentirse bien con lo realizado y observa cómo se le quiere y se le recuerdan sus actos. Y es que Caldera -segundo apellido de su padre- es toda una institución, como señala Juan Santana Domínguez, vecino y expresidente del patronato de fiestas del barrio, que trabajó durante años en la realización de los festejos en honor a San José, patrón de la zona. Santana Domínguez considera y es opinión generalizada, "que deberían ponerle una calle, la que le han prometido los últimos alcaldes que ha tenido Telde, promesa que no han cumplido y es una pena".

Manuel Caldera no quiere entrar en polémica ni montar ningún follón, ve cómo pasan los años y los políticos van pasando por el Ayuntamiento todos con buenas palabras, pero pocos o nulos hechos. Recuerda que "Francisco Santiago y luego Francisco Valido, Francisco Santana, María del Carmen Castellano y la actual, Carmen Hernández, se han acercado por el barrio para hablar conmigo, pero no sé nada más". Su nombre rotularía, al menos por la palabra dada por las autoridades municipales, la carretera general del barrio, una vía muy transitada por los vehículos que se dirigen al vecino de La Herradura, los núcleos residenciales que se encuentran en la carretera que lleva también al municipio limítrofe de Valsequillo.

MLO Manolo Caldera sería el rótulo anunciado, pero se hace esperar su colocación. Mientras, Caldera, nacido en San Gregorio el 22 de octubre de 1933 y que ahora vive con unos sobrinos en San José de Las Longueras, repasa su trayectoria deportiva y social. Evoca su años como directivo y fundador de varios equipos de fútbol del municipio. "Estuve en la directiva de la Unión Deportiva Telde, al que subimos desde Tercera Regional a Tercera División y fui delegado de campo varios años. Después me vine a San José de Las Longueras y puse en marcha el equipo, que no tenía ni camisetas y fundé también el de La Herradura".

Después de un periplo por varios barrios, Manolo Caldera dejó su faceta de directivo deportivo y se involucró en la organización de las fiestas de San José con su labor en el centro cultural y recreativo del barrio. "Hacíamos escala en Hi-Fi para los niños, celebrábamos fiestas cada 22 días y otras actividades para los vecinos, pero después de estar unos 10 años lo dejé porque ya no me empezó a gustar lo que veía, no trabajaba tranquilo y como me descuidara, me daban un zarpazo por detrás", evoca sin rencor, solo a modo de historia.

Asimismo, a su compromiso deportivo y social con el barrio, a Caldera se le reconoce también su labor solidaria con los más desfavorecidos, una faceta de la que se siente orgulloso por el bien hecho.

"En el Día de Reyes comprábamos juguetes y los repartíamos entre los niños donde sus familias no tenían dinero para que tuvieran también un regalo y pasar feliz ese día. Nos preocupábamos porque todos los vecinos estuvieran a gusto en el barrio", apunta. Durante la conversación, varios residentes se acercan para saludarlo y preguntar.

Considera que antes estaba mejor atendido y que los políticos deberían estar más pendientes de los barrios, aunque no lanza dardos contra ninguno pese a echar una mano a todos los que se lo han pedido. "Los vecinos me aprecian, pasa el tiempo y no se ha hecho nada", indica Manolo Caldera, que entre sus recuerdos guarda parte de la memoria colectiva de San José de Las Longueras, unas vivencias donde en su desarrollo, reivindicaciones y momento actual ha participado y por lo que sus convecinos consideran que deben ser reconocido con una calle.

De momento, nadie tiene constancia de que ese homenaje se realice algún día, si hay voluntad política para cumplir lo dicho, mientras el tiempo continúa su avance.