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Pedro Lozano Decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia

"La potabilización de las aguas de consumo ha sido la mayor contribución de la química a la humanidad"

El químico asegura que en Europa se desechan 30 millones de colchones al año que, apilados, harían una altura 680 veces superior al monte Everest

Pedro Lozano, decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia Luis Urbina

Pedro Lozano, decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia, es divulgador e impulsor del movimiento química verde, un nuevo concepto de la ciencia que tiene como base provocar el menor impacto ambiental posible. El día 22 de junio (18.00 horas) imparte una conferencia en la Casa-Museo León y Castillo, de Telde, sobre la revolución de la tecnología verde, en el marco del Seminario de Progreso Sostenible, Derechos Humanos y Naturaleza. 

¿Qué es la química verde?

La química verde es una nueva filosofía que comparte los mismos principios y leyes de la química, aunque sus desarrollos pretenden provocar el menor, o incluso, un nulo impacto medioambiental y en la salud humana. Delimita el modo de realizar los procesos y las transformaciones químicas para obtener el conjunto de moléculas y materiales que hoy determinan nuestro excelente nivel de calidad de vida, pero ensalzando el uso de materias primas obtenidas de fuentes renovables, y las transformaciones químicas selectivas que eviten la generación de desechos y subproductos, además de minimizar los riesgos a la salud y al medio ambiente. Está definido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. 

¿Los procesos químicos sostenibles son capaces de salvar el planeta?

Por supuesto que sí. El cambio de modelo de desarrollo, basado en el uso de materias primas obtenidas de fuentes renovables, y su transformación para la obtención de todos los bienes que necesitamos sin la generación de desechos o subproductos, junto con la utilización de energías renovables, es, sin lugar a dudas, el único camino para contener este deterioro permanente de nuestro planeta. Estoy hablando de una química circular. No sirve de nada obtener materiales de un modo limpio, si después simplemente los desechamos, enterramos o incineramos. Pongamos un ejemplo. La espuma de poliuretano es el polímero más utilizado para la fabricación de colchones. En Europa hay más de 200 empresas que lo producen, pero solo hay un par de empresas dedicadas a la despolimerización del poliuretano y en España se está construyendo una. Hay que saber que en Europa se desechan 30 millones de colchones cada año, que, apilados, tendrían una altura 680 veces superior al monte Everest. Estos residuos son simplemente enterrados o incinerados. En este ejemplo, igual que cualquier otro, es necesario hablar de química sostenible, de química circular y de hábitos de consumo. 

¿Cuál es el papel que juegan exactamente estos procesos en el progreso de la humanidad?

El conocimiento científico y sus desarrollos son lo que ha permitido avanzar en nuestra calidad de vida. La química es, sin ninguna duda, la ciencia que más ha contribuido a la mejora permanente de nuestra calidad de vida. Voy a poner tres ejemplos históricos y significativos: la cloración del agua de consumo, la síntesis del amoniaco y la síntesis del primer antibiótico. La potabilización de las aguas de consumo mediante cloración ha sido probablemente la mayor contribución de la química a la humanidad, haciendo desaparecer las epidemias de cólera y disentería que diezmaron a la población durante siglos. Con la síntesis de amoniaco nacieron los fertilizantes artificiales, y, por tanto, se aumentó la producción agrícola de alimentos. Y con el descubrimiento del primer antibiótico y todos los demás que después han desarrollado los químicos, qué voy a decir que todos no sepamos… La realidad es que a principios del siglo XX la esperanza de vida era de 37 años; hoy es superior a los 80 años. Pero el tamaño del planeta no ha aumentado, sus recursos siguen siendo los mismos, y son limitados. 

"En Europa se desechan 30 millones de colchones cada año"

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¿Cómo puede mejorar la química nuestra calidad de vida?

Nuestra calidad de vida depende enteramente de la química. Los fármacos, los productos cosméticos y de limpieza, los fertilizantes, los materiales avanzados usados en las tecnologías de la información y los combustibles, por ejemplo, todos ellos son productos químicos. Cuando decimos: “Si como dulces, engordo”, lo que realmente ocurre es que transformamos unos compuestos químicos, los azúcares, en otros compuestos químicos, las grasas. La vida es química. Durante la pandemia del COVID 19, lo único que nos aportó certidumbre y confianza a toda la sociedad fueron tres compuestos químicos, o tres moléculas, como decimos los químicos: el alcohol (etanol), el hipoclorito sódico (lejía) y el jabón. Nuestra calidad de vida depende totalmente de la química, y la química está llamada a seguir desempeñando un papel protagonista para afrontar los grandes desafíos de la humanidad y a aportar las soluciones a los retos de este siglo XXI con criterios de sostenibilidad.

¿La industria española está preparada para ser químicamente sostenible?

La industria española es consciente de que tiene que cambiar paulatinamente sus procesos productivos hacia el camino de la sostenibilidad. Será el cambio en nuestros hábitos de consumo y en las leyes lo que determine la velocidad en este camino, en el que no hay que olvidar un elemento adicional, la competitividad de los mercados. En Europa, la obtención de un determinado producto con criterios de sostenibilidad siempre será más cara que la realizada en otros países y con otros criterios, digamos, menos sostenibles. Es necesario imputar de algún modo criterios de producción y/o producto sostenible al mercado mundializado en el que vivimos, para que no haya competencia desleal. Se evita así que muchas empresas resuelvan los problemas de competitividad deslocalizando las producciones. 

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