Están solos y deberán caminar arrastrando los trineos durante largas jornadas y el trineo de Jesús y el de Larramendi son grandes y pesados, diseñados para este tipo de travesía por el propio Ramón.

Ambos, enganchados por los esquís, se convierten en un catamarán muy estable que servirá para cruzar los canales de agua que se forman con las grietas.

El equipo deberá probar este vehículo en aguas heladas y tranquilas y de momento lo tienen que arrastrar con sus 85 kilos de peso, por lo que la expedición avanza penosamente, sorteando los obstáculos de nieve y hielo, pues el terreno es todo menos llano.