Su ascensión a la cúspide del atletismo mundial fue explosiva y su carrera resultó brillante, aunque le acompañó la polémica por un supuesto caso de dopaje, nunca probado. Desde muy joven, Cristina Pérez Díaz (Las Palmas de Gran Canaria, 30 de octubre de 1965) -una mujer alocadilla según su madre, y un tanto salvaje, quizás por no arrastrarse nunca ante nadie, en palabras de la propia ex olímpica- se esforzó al límite por labrarse un puesto relevante en el rey de los deportes, que no deporte rey. ¿Cómo toma contacto con el atletismo?

A los 12 años empecé a entrenar en el colegio Ramírez Bethencourt, en Las Rehoyas, y con 15 fui tercera de España juvenil en 300 vallas, dirigida por Fernando Jiménez. Animada por mi prima, la también atleta Pilar Ramos Díaz, en 1981, con 16 años, fui campeona nacional juvenil con el equipo del instituto Isabel de España, que dirigía el técnico Ángel Viera.

Posteriormente, decide marcharse a entrenar a la capital de España.

Así fue. Fernando Jiménez me puso en contacto con el por entonces atleta universitario y ya doctor Eufemiano Fuentes, quien me propuso irme a la residencia Blume de Madrid a entrenar con Manuel Pascua Piqueras, la persona más importante en mi carrera deportiva. A los 17 años rompí con mi entorno, algo que no me resultó demasiado duro, porque Eufemiano ya era mi novio y médico de la Federación Española de Atletismo. Atrás dejé el Martín Freire (hoy Ciudad Deportiva Gran Canaria), donde atletas y empleados formábamos una auténtica familia.

¿Y qué tal se aclimató a Madrid?

Al principio padecí el frío y los dolores físicos, y hasta del alma, por una preparación mucho más exigente que la que realizaba aquí. Competí con éxito en pruebas como los 100, 200, 4x100 y 4x400 metros lisos, y los 400 metros vallas, logrando en todas ellas récords de España. Asimismo, gané la medalla de bronce en 400 metros lisos en el campeonato de Europa de Lievin (Francia), en 1987.

Previamente a tomar parte en su primera Olimpiada, la de Seúl en 1988, se vio envuelta en un supuesto caso de dopaje.

Fue por tomar, presuntamente, un producto adelgazante en una competición en Barcelona, donde batí el récord nacional de 100 metros lisos. Yo misma pedí hacerme el control en Barcelona, para evitar comentarios malintencionados, al ser la esposa del médico de la Federación Española. Sin embargo, la orina de varias atletas se depositó en botellas de una conocida marca nacional de agua, a falta de los recipientes oficiales, por lo que los resultados de ese control quedaron invalidados.

Tanto su club, la Unión Deportiva Las Palmas, como la Prensa y la sociedad grancanaria le mostraron todo su apoyo.

Fue algo que agradecí profundamente, porque me sentía hundida, ya que esa acusación de dopaje me hizo mucho daño.

Al año siguiente participa en Seúl 88.

Allí corrí los 400 metros vallas y fui quinta en una de las semifinales, quedando muy cerca de la final. En Corea me pudo la presión, al competir por vez primera en un gran estadio repleto de gente. Si tomé parte en esa cita fue por la gran labor psicológica de Pascua Piqueras.

Y cuatro años después llegan los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

Sí, allí fui sexta en la segunda serie de 4x400, aunque mi gran mérito fue competir, ya que el 17 de febrero de ese año vino al mundo mi primer hijo, y cinco meses después ya corría al máximo nivel.

En 1997 decide dejar el atletismo...

Lo hice tras ser campeona de España de 200 metros lisos en Valencia. Con 31 años no tenía ganas de picarme con jovencitas de 17, y me hallaba hastiada al comprobar que el deporte, en general, es una hipocresía del que no se libran dirigentes ni deportistas, donde abundan los casos de dopaje y todo parece permitido con tal de ganar.

¿Eufemiano Fuentes está incluido en ese grupo de personas?

Están todos los deportes de élite y todos los deportistas: Eufemiano Fuentes; el otro médico que lleva a los luchadores, otros médicos de los que nadie sabe el nombre... Es el sistema que hay en el deporte mundial.

¿Considera que su esposo tomó un camino equivocado en la Medicina?

Yo creo que no, que se equivocaron los políticos. La Guardia Civil y el Estado hicieron una chapuza, porque llamar jefe de una trama criminal a un médico que se dedica a la Medicina Deportiva y que no ha matado a nadie me parece vergonzoso para el Estado español. El juez, de hecho, ya dio carpetazo a este tema.

Actualmente, el doctor Fuentes trabaja en la Isla, tras muchos años fuera.

Y sus hijos y yo disfrutamos muchísimo más de Eufemiano al tenerlo en casa. Es un médico valioso y de bastante prestigio. Muchas personas que van a su consulta le dicen que es una estupenda persona y se sorprenden de que algunos medios informativos lo hubiesen tachado de ser, poco menos, el jefe de una trama criminal. ¡Es increíble! Eufemiano ha sido víctima de una campaña, para presumir de que se ha limpiado el deporte, pero ¿cuántos médicos hay en el deporte que trabajan tranquilitos y a escondidas? Yo puedo decir muchísimos. Y también digo con orgullo que muchas medallas olímpicas se lograron gracias al doctor Fuentes.

¿Su momento más complicado fue cuando su esposo ingresó en la cárcel?

No, los he tenido más difíciles, por desgracia. Con lo de Eufemiano estaba indignada, porque me parecía que era una caza de brujas; iban a por él y punto. No estaban haciendo una limpieza en el deporte, porque para eso hay que empezar desde abajo. Un médico que sabe lo que tiene entre manos no hace daño, sino los profanos. Yo sé lo que ocurrió en Barcelona 92 y soy una caja de Pandora que, como me abra un día, el deporte se cae abajo, pero por respeto a mis compañeros, a la gente que se está sacrificando, me mantengo callada, aunque yo hablaría para hundir a todos los que están metidos en este mundillo, desde el Consejo Superior de Deportes al organismo más pequeño.

¿Usted no pensó que corría en desventaja cuando competía con rivales que sabía que se habían dopado?

Esa pregunta está un poco mal hecha. Si pasas los controles y no das positivo se supone que no te has dopado.

¿Durante su carrera jamás tomó algo prohibido?

Yo pasé mis controles y todos dieron negativo. Yo no voy a destapar la liebre.

Pero algo, al menos, sí podrá decir...

En una Olimpiada ves de todo. Desde un compañero que sale de la habitación con la cara sana y regresa con el rostro desfigurado. También vi a niñas de 17 años que parece que tenían 5 ó 6. ¿Si les retrasan el crecimiento? No quiero decir nada, pero en el deporte, como yo lo viví y con las cosas que vi, hay muchas mentiras.

¿Usain Bolt, que ganó con tanta facilidad en 100 y 200 metros lisos en Pekín, puede ser un atleta dopado encubierto, como lo fue el canadiense Ben Johnson?

A Ben Johnson lo cogieron con una sustancia dopante, porque lo estaba haciendo mal. ¿Pero Bolt ha ido a la Olimpiada a base de ensalada y un vaso de agua? Yo, como deportista, digo que no, sino que ha sabido hacer mejor las cosas. ¿Michael Phelps es tan superior a los demás nadadores? No, pero hace las cosas mejor que los demás. Lo importante en el deporte es el trabajo, esfuerzo y sacrificio, y el que se crea que con una pastillita va a llegar lejos, lo lleva claro. Lo importante sigue siendo la voluntad y tener un buen entrenador y un buen médico, y lo que se salga de ahí es una hipocresía.

¿Por ejemplo?

Hay muchos médicos que llevan a los luchadores, muchos luchadores han dado positivo, y esos médicos luchan contra el dopaje. ¡Hombre, por favor!

¿Habla del doctor Ramos Gordillo?

No estoy dando nombres. Lo que hay es mucha hipocresía dentro del deporte, y los que hemos estado en el deporte de élite sabemos lo que hay, y tú entras si te interesa, y si te quedas fuera haces deporte-salud, que es lo que yo hago ahora, en el Parque Romano o en Las Canteras.

Y, además de mantenerse en una forma espléndida, ¿qué hace actualmente?

El atletismo me dio mucha gloria e hice historia a nivel canario y nacional, pero renuncié a cosas importantes. Yo me culpo de no estudiar Veterinaria, ya que siempre me han apasionado los animales.

¿No supo labrarse su futuro?

Cuando competía pedí patrocinio a políticos, y me respondían que lo importante era el futuro, pero luego se olvidaron de mí. No entiendo que tras haber hecho cosas importantes en el atletismo los que hoy están arriba (dirigentes deportivos y políticos) no se acuerden de mí.

Hoy es madre de tres hijos...

Vivo dedicada a ellos y a Eufemiano, que mientras competí fue mi compañero y mi médico, y además ejerció de psicólogo conmigo. El mayor de mis hijos, Eufemiano, tiene 16 años (y juega al fútbol en el Santa Brígida juvenil); el segundo es Noé, de 6, y luego está la niña, Gara, de 5. Vivimos muy tranquilos en Los Olivos (Santa Brígida), aunque en el futuro me gustaría hacerlo en Las Canteras.