En la dilatada carrera de Antolín Alcaraz, que mide 1,87 metros, hay dos técnicos que han jugado un papel crucial. Pulieron la mejor versión de la fiera guaraní. La de un defensa de jerarquía, intratable en el juego aéreo y contundente a la hora de desbaratar el peligro.
El primero de ellos es Roberto Martínez, que lo tuvo en el Wigan y Everton durante las últimas cinco campañas. Esta fase coincide con la aventura del zaguero en la máxima categoría del fútbol inglés en la Premier League, que llegó a su fin el pasado mes de junio tras no estirar la vinculación con el conjunto de la ciudad de Liverpool.
A las órdenes del estratega catalán, el gigante Alcaraz conquistó el único título que figura en sus vitrinas como la prestigiosa FA Cup. Se ganó un sitio de privilegio, sobre todo en el Wigan, ya que al tercer partido en la 2010-11 lucía el brazalete de capitán. Es un síntoma claro de su capacidad de liderazgo.
Sufrió una lesión en la ingle y estuvo cinco meses de baja. Una circunstancia que no mermó la confianza ciega de Roberto Martínez en el zaguero, y juntos se marcharon al Everton. En su último destino no alcanzó su versión imperial, y solo completó 14 encuentros en la pasada temporada. En Europa firmó los últimos 5 con el Everton en la UEFA hasta que llegó la eliminación frente al Dínamo de Kiev.
El terror de Marcelo Lippi
Con Paraguay, Alcaraz cuenta con 24 duelos y fue en el Mundial de Sudáfrica 2010, cuando fue dirigido por el Tata Martino, ex del Barça y ahora en la selección argentina, cuando disparó su caché. En la cita mundialista le marcó a Italia en la fase de grupos y fue nombrado Mejor Jugador de aquel partido (1-1). El seleccionador Lippi no dio con la manera de congelar al zaguero, con el que Paraguay alcanzó los cuartos. Solo España, que sería campeona, truncó el sueño del sargento, que batió a la Venezuela de Rondón en la Copa América.
