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Amigos en una hora y dos cervezas

Un aficionado de la UD se desplazó desde Sabiñánigo, en Huesca, para ver el partido

Los canarios tienen fama de ser personas animadas, siempre dispuestos a mantener conversaciones con extraños, sin que este atrevimiento suponga ningún esfuerzo añadido. La visita de la Unión Deportiva a Madrid ha provocado un aluvión notable de grancanarios, que no han dudado en acompañar al equipo de sus amores.

Y así como son ellos, mientras se hacía la hora para coger el metro y dirigirse al Calderón, se han propuesto buscar a otros aficionados con los que pasar este tiempo de espera. Los hermanos Santana, que habían venido expresamente a ver este primer encuentro de liga, estaban contentos, felices con este regreso de Las Palmas a la liga de las estrellas: "lo importante es estar aquí y disfrutar, sabemos que es difícil, pero hoy hay que vivir esta fiesta".

Hablando de sus cosas se dieron cuenta que en el mismo vagón del metro había otro señor, de larga melena, y camiseta con los colores de la UD. Sonrieron y de inmediato se pusieron a charlar. Yeray Peña les contó que el sábado muy temprano había salido con su coche desde Sabiñánigo, en Huesca, hasta Zaragoza y ahí había cogido el AVE hasta Madrid.

A Eduardo y David Santana la historia de este seguidor amarillo les pareció una aventura de película, "es que se ha venido solo, ha hecho todo ese trayecto, para ver al equipo".

Yeray se muestra orgulloso de su odisea. Reconoce que no podía perder esta oportunidad, extraña demasiado a la Isla y a los partidos. Como no encontraba trabajo en Canarias ha tenido que buscarse la vida en este punto alejado de la geografía, "no me salía nada como encofrador, así que cogí unas bufandas y me fui a Huesca, nada menos".

Los hermanos Santana lo miran con asombro. Yeray se ríe. Está feliz, ya llevan como una hora de charla y de momento se han bebido dos cervezas. Y así sin pretenderlo, ya saben que son amigos, de esos que se hacen en un instante y puede que esa amistad dure el resto de sus vidas.

Además, al final salen del estadio casi contentos, "hubiera estado bien un empate, eso hubiera sido genial". Aunque tal vez, aún no lo saben, pero lo mejor para ellos es haber logrado hacerse amigos en una hora y dos cervezas.

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