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La UD deja tiritando al Barça

El campeón de Europa derrota al equipo amarillo, pero pide la hora al final y se queda sin Messi dos meses

Wakaso desplegó su físico en el medio

El síndrome de Stendhal, una especie de mal que brota ante la exposición de una cantidad ingente de arte y belleza, no va con la Unión Deportiva Las Palmas. Ayer, en una plaza como el Camp Nou y ante la retahíla de estrellas que colecciona el FC Barcelona, al equipo de Paco Herrera dio la cara, jamás sintió el vértigo y dejó tiritando a todo un campeón de Europa. Perdió el conjunto amarillo 2-1, pero sale del coliseo azulgrana con la cabeza bien alta: exigió hasta el último minuto a un rival de otra dimensión, que acabó pidiendo la hora en los últimos minutos y que, por el camino, perdió a Leo Messi, que se pasará los dos próximos meses de baja por lesión -rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda- tras chocar con Pedro Bigas en el minuto tres del partido.

Messi, Messi y Messi. Apenas estuvo nueve minutos sobre el campo, pero en ese breve espacio de tiempo todo giró alrededor del futbolista argentino. Nadie brilla más que él. Antes de entrar en el estadio, en los alrededores del Camp Nou, sólo se percibe su presencia. En fotos gigantes que cubren fachadas, en pósters de tamaño más terrenal, en camisetas con su apellido. Y dentro de la guarida azulgrana la adoración al 10 se convierte en ritual. Los flashes saltan ante su presencia, se desenfundan los móviles en busca de una imagen suya y se corea su nombre con reverencia. Es lo que tiene ser el astro rey del balompié.

A partir de ahí, casi todo lo que se refiere al fútbol en el Barça, empieza y termina en Messi. Por eso, cuando el jugador de Rosario se retiró lesionado del terreno de juego en el minuto nueve por un problema en la rodilla izquierda, el Camp Nou entró en pánico. De repente, sin la magia del 10 como faro y guía, el equipo azulgrana cayó en la melancolía, entró en shock. Todo sucedió un poco antes. Fue en un chispazo. En una obra de arte. Un pase, profundo, de Rakitic lo bajó Messi del cielo al suelo como si tuviera un guante en la pierna izquierda. Ese detalle habilitó al delantero del Barça para plantarse, lanzado por la derecha, delante de Javi Varas. Sorteó primero la entrada de Dani Castellano, pero no pudo evitar chocar con Pedro Bigas.

Desbaratada la ocasión de gol, Messi cayó fulminado con gestos de dolor. De repente, donde antes había agitación, ahora sólo se oía murmurar. El argentino se reincorporó al juego, puso a prueba su articulación y en el minuto nueve se dejó caer al suelo, a la altura de la medular, para pedir el cambio. El silencio lo inundó todo. Munir sustituyó al 10 y el Barça, aunque sólo fuera un poco, se volvió más terrenal, más ordinario, más común ante la Unión Deportiva Las Palmas, un equipo que se plantó en el Camp Nou feliz tras ganar al Sevilla FC, sin complejos y con tono granítico con un gran desafío: hacer saltar la banca.

Clavó Paco Herrera el mismo once titular que el pasado miércoles pasó por encima del último campeón de la Europa League. No tocó lo que funciona bien y, de paso, dio continuidad a un bloque que empieza a tener forma de equipo base para afrontar la temporada del regreso a Primera División. Ante el Barça, campeón de todo el curso anterior, y en una plaza como el Camp Nou, el conjunto amarillo ni se achicó ni se atrincheró delante de la portería defendida por Javi Varas. La fórmula con tres centrales -Alcaraz, Aythami y Bigas- y dos carrileros -David Simón y Dani Castellano- siguió vigente y nadie reculó.

Ante un equipo que reúne en sus filas a figuras como Luis Suárez, Neymar, Rakitic, Maschearno, Busquets o Piqué, Las Palmas no se echó atrás. Defendió con la línea adelantada, lejos de la frontal de su propia área y obligó al Barça a jugar en una estrecha parcela del campo. Con tanta artillería enfrente, en un terreno de juego tan abierto y ante la amenaza constante de llegada por todos los lados, David Simón y Dani Castellano fijaron su posición en defensa y se dejaron de aventuras en ataque. Eso colapsó el fútbol de asociación y desborde del equipo azulgrana que, sin Messi, se convirtió en una máquina previsible, de movimientos lentos, ideas espesas y poca magia.

Aguantó bien la Unión Deportiva casi media hora. Apenas pasó apuros, tapó huecos con un ejercicio sublime de solidaridad del centro del campo -Hernán, Roque y Wakaso no racionaron esfuerzo para hacer mil coberturas- y se le atragantó a un rival que lleva años liquidando rivales casi sin despeinarse y sin una pizca de compasión. Incluso se dio hasta el lujo de enseñar los dientes con un zarpazo de Araujo que atajó Ter Stegen (min. 22). Con Wakaso y Roque en juego, el conjunto amarillo fue vertical al recuperar el balón y eso obligó al Barça a andar con ojo en la retaguardia.

Peligro amarillo al contragolpe

Entre toda la calidad que acumula el FC Barcelona, fue uno de sus peones el que acabó con la resistencia amarilla. Después de que Rakitic y Munir caracolearan con el balón, la pelota llegó a Sergi Roberto en la banda derecha que, sin oposición, dibujó un centro perfecto para que Luis Suárez, de cabeza, rematara a gol para batir a Javi Varas -lento en la reacción al testarazo del uruguayo-. El 1-0 (min. 25) amenazaba con desatar una tormenta de tonos azulgrana, pero Las Palmas no se descompuso ante un adversario que se agitaba de manera inconexa, a latigazos.

El Barça, con todo el peso de su manera de ser, ayer se movió como un viejo paquidermo. A veces, Neymar agitaba el fútbol culé a base de cambios de ritmo endemoniados. Otras, las menos, Rakitic dibujaba pases imposibles entre líneas. Y así, en medio, sin escribir un solo renglón torcido, la Unión Deportiva aguantó sin muchos agobios a la espera de su oportunidad, ocasión que llegó poco antes del descanso con un contragolpe lanzado por Roque y que cerró Jonathan Viera con un tiro alto.

Cruzar el ecuador entero animó al representativo grancanario, que nada más arrancar la segunda mitad puso a prueba a Ter Stegen con un centro de Roque que buscaba a Alcaraz (min. 49). El susto puso en alerta al Barça que, al instante, puso tierra de por medio con el segundo mordisco de Luis Suárez. Munir se coló por la banda derecha y deslizó, con un toque ligero, el balón por el área -Busquets engañó a la zaga amarilla al dejar pasar la pelota entre sus piernas- hasta conectar con el uruguayo que, en el segundo palo, hizo el 2-0 (min. 54).

Neymar pudo liquidar el asunto poco después, en el minuto 67, pero erró un penalti con el que se castigaron unas manos de Alcaraz en el área y la Unión Deportiva, con tiempo por delante y con Valerón -en sus primeros minutos del ejercicio- al mando, se vino arriba. A tres minutos del final, Jonathan Viera firmó el 2-1 después de que la pelota tocara en Piqué y despistara a Ter Stegen.

Sucedió entonces lo inesperado. Luis Enrique metió atrás a Mascherano -titular en el mediocentro- y el Barça, tiritando, huérfano sin Messi, acabó pidiendo la hora ante una orgullosa UD Las Palmas.

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